domingo, 27 de febrero de 2011

Venganza


- Entonces ….en eso quedamos chicos, dijo Kiko dándole una palmadita en la espalda a cada uno de ellos, “os espero antes de las ocho”. No os olvidéis de lo que tenéis que traer … ¡¡Lo conseguiremos !!
Estaba oscureciendo y todavía no habían llegado al lugar donde pensaban pasar el fin de semana. Seguro que Kiko les esperaba impaciente y con ganas de recriminarles la tardanza nada más se bajaran del vehículo. El verano anterior, le habían dejado tirado en una ocasión en el mismo lugar. Kiko se quedó hasta bien entrada la madrugada esperándoles en aquel paraje, terminando durmiéndose en el interior de su vehículo y eso les costó por un tiempo su amistad. “No te enfades Kiko, no es para tanto”, le dijeron entonces. Kiko, no falto de razones y enojado, había cortado todo contacto con ellos. Ahora que habían comenzado de nuevo su relación iban camino de hacerlo con un mal principio, llegando demasiado tarde y haciéndole pensar a Kiko que le iban a dar nuevamente un plantón.
Estaba prohibida la acampada libre pero para ellos, aquello era el primer detalle sin importancia. Iban los cuatro en la furgoneta de Jose, cargados con sus tiendas de campaña, sus sacos de dormir, sus mochilas y una gran nevera a la que no le faltaban bebidas.
Conocían el lugar perfectamente. Lo disfrutaban con frecuencia a través de pequeñas excursiones domingueras. El paraje estaba enclavado en un entorno natural casi paradisíaco. Un grupo de árboles daba la bienvenida en primera instancia dejando paso tras su mediana espesura a una pequeña explanada que terminaba a la orilla de un pequeño pantano, con corrientes de aguas frías. Las rocas, eran protagonistas del margen izquierdo del mismo. En él, saciaban sus ansias de diversión y su necesidad de remojón los días calurosos de verano. El baño, no estaba permitido, pero se jactaban de conocerlo bien olvidando los factores que lo hacían peligroso y la atracción de lo prohibido era evidente.. Segundo detalle que carecía de importancia para ellos.
Llegaron con la luz del día apunto de agotarse. Las esperadas reprimendas de Kiko, al que encontraron acompañado de dos chicos a los que tan sólo conocían de vista, fueron recibidas en el mismo momento en que bajaban del vehículo. Sin haberse terminado el montaje de las tiendas la luz del día expiró.
Fueron cuidadosos con la hoguera pero ese fue el tercer detalle que obviaron, estaba prohibido hacer fuego pero la barbacoa no les resultaba atractiva. Después de una cena regada de cerveza, y de una tertulia amenizada con ginebra combinada y cigarrillos de la risa, la velada estaba siendo de lo más divertida. Sebas, uno de los nuevos, grababa con una cámara cada movimiento del grupo, obligándoles a todos a decir unas palabras y poner caras variadas ante el objetivo. Las carcajadas se desencadenaban prohibiendo el paso de las palabras y provocando numerosos ataques de risa imparables. Robert, otro de los nuevos amigos, fue el primero en introducir una variante más en la diversión. Se levantó de la gran piedra donde se había acomodado, tambaleándose logró quitarse la ropa y con muy poco equilibrio caminó hacia el agua haciendo gestos, como los del capitán de un batallón que ordena a sus valientes soldados comenzar la batalla, invitando a sus amigos a que le siguieran. El cuarto detalle, ligado al segundo, también fue ignorado. El pensamiento de “prohibido el baño en un pantano peligroso y más si vas borracho y fumado” no hizo ni pasarse a saludar por sus mentes.
La cámara de Sebas se encargó de inmortalizar los momentos. El despojo de ropas conjunto y la falta de coordinación física de cada uno de ellos creaban ante la grabadora una escena bastante cómica. Robert se adentró en las aguas y el resto, que todavía no habían llegado a la orilla, podían escuchar el ruido del chapoteo de sus manos y piernas. ¡¡ Ahora vamos !!! -le decían mientras, ya inmersos en el agua, nadaban hacia él. Sebas se había quedado regazado para poder así ir filmando aquel momento. Derrepente, el valiente Robert comenzó a agitar las aguas que le rodeaban chapoteando con fuerza y se le oyó gritar pidiendo auxilio, pero el resto de amigos creyeron que estaba bromeando, que era una tontería más fruto del estado de embriaguez que les invadía a todos. Después de unos breves instantes, los sonidos que Robert emitía cesaron y su silueta a penas discernible en la oscuridad, despareció. El resto comenzó entonces a gritar repitiendo constantemente su nombre, invadidos por el miedo. Pero él ya no respondió . Kiko se volvió y a gritos pidió a Sebas que todavía seguía con su cámara que llamara a alguien, que pidiera ayuda. Pero allí estaban solos, y los teléfonos móviles aparecían sin cobertura.
Salieron del agua desesperados por no haber rescatado a Robert y arrodillados en la orilla e intentando recuperar la respiración notaron como un aire frío comenzaba a levantarse en medio de la noche. Los escalofríos por el cambio de temperatura se hicieron los protagonistas. El colocón se les había cortado de cuajo, pero sus estómagos, al igual que el centrifugado a 1200 r.p.m. en una lavadora, y su cabeza resentida como un bombo después de una actuación, les impedía actuar con lucidez y mucho menos con resolución. Al levantar sus cabezas, el momento de confusión se complicó cuando con estupor, observaron como las brasas de su pequeña hoguera habían tomado contacto con las hojas de periódico sobrantes de haberla prendido horas antes. Sebas corría vociferando y buscando algo eficaz para impedir que el fuego se extendiera ante la mirada de estupefacción de sus compañeros que aunque querían avanzar no podían hacerlo. Exhaustos por toda la situación, cayeron sobre las piedras de la orilla.
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El amanecer llegó con cielo raso, de un azul exultante. El sol se presentaba guerrero, avisando de ante mano que iba a pujar desprendiendo calor por doquier. En la orilla del pantano, los párpados de los chicos fueron abriéndose dejando que sus ojos vieran la luz. Poco a poco sus sentidos fueron despertando y confusos, se miraron unos a otros. Alguien les había tapado, tenían sus sacos de dormir abiertos cubriéndoles por entero. Cuando quisieron incorporarse, sus cuerpos remolones, doloridos y entumecidos no respondieron con la celeridad con la que sus mentes les ordenaban ponerse en marcha.
-¡¡¡ estamos aquí !!! -dijeron unas voces al unísono ….
Giraron sus cabezas y cuando sus miradas se encontraron con los dueños de aquellas voces, la confusión se incrementó. Con un último esfuerzo lograron ponerse de pie y caminando como zombies se dirigieron hacia aquel grupo de tres que sonriendo les inquirían a que se acercaran. Con las brasas de la noche anterior, una cafetera arcaica dejaba escapar el aroma de café recién hecho. Al otro lado, un extintor y una botella pequeña de oxígeno posaban riéndose de ellos.
- ¡¡ Deja de grabarnos, Sebas !!! ¡¡¡ estoy harto de tu camarita !!! , dijo uno de ellos. ¿nos queréis explicar qué pasa aquí?. Por dios Robert …. ¿cómo saliste del agua? Creíamos que te habías ahogado, nos diste un susto de muerte. No pudimos darte alcance … ¿qué ha pasado? -concluyó. Mirando a Kiko, prosiguió … -un momento, claro, esto es una broma, una venganza por lo del verano pasado ¿no Kiko?. Pues te has pasado, creo que no tiene comparación. Ahora sí que, al menos yo, he acabado contigo. Has muerto para mí.
El resto de chicos apoyaron estas palabras y se dispusieron a recoger sus cosas mientras miraban con odio e ira a Kiko.
Kiko soltó una gran carcajada. “NO ES PARA TANTO”, dijo.
Después de tener todas sus cosas recogidas, subieron a la furgoneta y se marcharon dejando allí a Kiko, Sebas y Robert.
- Me temo que esto ha sido demasiado fuerte. Esperemos que no nos denuncien por lo que hemos hecho, les veo capaces, dijo Sebas.
- Sí, creo que nos hemos pasado, debimos pensarlo antes. Aunque esto nos aporte lo que buscábamos… ¿merece la pena lo que ha pasado?
- Tranquilos chicos, se les pasará jajajajajajaja, Crucemos los dedos -respondió Kiko.
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Transcurrió un mes sin que tuvieran relación alguna con Kiko, el enojo evidente no albergaba esperanza alguna de que volvieran a tener contacto con él.
- Hola, buenos días Jose, ¿ has recibido un sobre extraño por correo ordinario?
- No he mirado el correo, he vaciado el buzón pero no he revisado lo que ha llegado.. Espera voy a mirar -dijo Jose. Sí, aquí está, ¿has llamado al resto?
- Sí, les he llamado y hemos quedado a las tres y media. Todos lo hemos recibido … ¿qué querrá ahora éste?, ¿y por qué detalla que no lo abramos hasta estar con él ? no sé si deberíamos.
- No te preocupes, escuchemos lo que tiene que decir. Iremos y a ver que otra sorpresa nos tiene preparada, resiste, no abras el sobre, no leas nada.
- Ok, yo no estoy muy convencido pero, ¡¡ adelante !!.
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- No vendrán Kiko, nos pasamos demasiado, dijo Robert.
A las tres y media, sonó el timbre en casa de Kiko. Los cuatro amigos no podían describir realmente las sensaciones que les rondaban pero cierto era que como denominador común era el recelo lo que les unía. Kiko se acompañaba de sus dos amigos Sebas y Robert.
- Bueno chicos. Primero gracias por haber venido. Sé que lo del otro día fue muy fuerte pero debía ser asi. Fue divertido actuar. Aquella noche, en medio de vuestro colocón, me reía tan solo de ver como vaciábamos Robert, Sebas y yo nuestros vasos en la hierba mientras vosotros, desatados no parábais de beber y como manteníamos vuestros cigarritos especiales entre nuestros labios sin fumar. Fue divertido ver vuestras caras en el agua cuado Robert desapareció. Entre las rocas tenía escondida una pequeña botella de oxigeno que le ayudó a mantenerse sumergido hasta que quedásteis dormidos. Con el extintor lo que parecía haber prendido fue fácil apagar. Sebas fue quien lo prendió, no el viento pero se mantuvo ahí constantemente, tenía todo controlado. Vuestra confusión no os dejó ver con claridad.
- ¿no te parece una venganza exagerada, desproporcionada? Nosotros no dañamos tu alma en aquella ocasión, ni te infundimos terror ni angustia. Al fin y al cabo tuviste la opción de llamarnos y de coger tu coche y largarte. Pasaste allí la noche porque tú quisiste -dijo José.
- Era necesario que fuera así. Necesitaba ver auténtico terror en vuestros rostros, necesitaba vivir de primera mano las consecuencias de cada uno de vuestros actos, necesitaba que todo fuera real ….Enseguida lo entenderéis. Ahora, por favor, abrid el sobre - ordenó Kiko. Todo lo que hay en ese sobre me fue remitido a mí hace dos días. Hice copias de todo para que cada uno de vosotros lo tuviera y conservara.
Los chicos, se miraron como dándose aprobación los unos a los otros para abrirlo. Un Cd. -acompañado de un sobrecito pequeño.
- Esperad, no leáis lo que trae en su interior. Guardaros el Cd, os pondré el mío ahora mismo, dijo Kiko mientras introducía un disco en su reproductor de DVD.
Los siete clavaron sus miradas en la gran pantalla que Kiko tenía instalada en su enorme salón. El film ….comenzó:
DIRECTOR Y PRODUCTOR:
KIKO
ACTORES PRINCIPALES
JOSE
MANU
MIGUEL
JAVIER
SEBAS
ROBERT
KIKO
La escena de aquella terrible noche en plena naturaleza que les llenó de angustia después de haber rebosado de diversión se presentó antes sus ojos hilvanada y sobrehilada creando una perfecta película de terror. Volvieron a mirarse los unos a los otros, sorprendidos e intimidados por verse así mismos ante la adversidad.
- ¿qué pretendes con esto?, dijo uno de ellos dirigiéndose a Kiko.
- Podéis leer la tarjeta del interior del sobrecito, contestó él.
“ ¡¡ Enhorabuena !! Como participante en el proyecto publicitario presentado a concurso convocado por su Ayuntamiento “Cuida de ti, cuida de tu entorno”, tenemos el gusto de comunicarle que tras la apertura de plicas, revisión y valoración de trabajos, su proyecto ha resultado seleccionado y finalmente elegido como el ganador del certamen. Además de un premio en metálico que se hará efectivo a corto plazo, su film publicitario para la concienciación conjunta sobre el abuso de drogas y alcohol y el respeto a la naturaleza será emitido diariamente por el canal local y regional de televisión ".

miércoles, 23 de febrero de 2011

Presencia


   Aquella noche, enojada como acostumbraba a estar desde hacía unos meses, después de haber picoteado algo sin apenas tener hambre, Claudia entró en su habitación con la intención de aislarse en su mundo y descansar. Al abrir la puerta, un olor fétido entró por su nariz invadiendo incluso su estómago que le asestó un par de sacudidas que la llevaron al cuarto de baño:
- ¡¡ Mamá !! - exclamó, ¿qué diablos habéis hecho en mi habitación? ¡¡¡Huele fatal !!
- ¿en tu habitación?, nada hija ¿qué vamos a hacer? ¿huele mal dices? ….Su madre se acercó y prosiguió. “Ya sabes que esta habitación es la más calurosa de la casa, quizá el exceso de calor haya cargado el ambiente. Pero nada más, yo no huelo nada “.
Claudia, cerró la puerta con enfado y abrió la ventana de par en par esperando que aquella estancia se ventilara y le dejara respirar. Ciertamente, además de aquel podrido aroma, se notaba mucho calor. Pulsó el play y en unos segundos, Las Campanas del Infierno, impregnaron el ambiente. Después de unos minutos, cuando el aire parecía haber reciclado la atmósfera y antes de que algún vecino contiguo se quejara del volumen de la música cerró aquella ventana que, para su desgracia, daba al patio interior.. Inconscientemente esperaba la llegada de su tema favorito. Reconocía que Hells Bells y el resto, le ponían el vello de punta pero al igual que le sucedía con otros albumes y otras bandas, siempre había algún tema especial. Se quedó con las ganas, pues cuando el lector del Cd llegó a su canción ….. descubrió un tema imposible de escuchar. Sacó el disco, lo limpió, lo volvió a limpiar y con asombro, y por mucho que se esforzó en observar no pudo encontrar una sola marca que hubiera estropeado la pista. Curiosamente, era la única canción entre todas inaudible y con aquel último enojo terminó un día repleto de enfados. Decidió que quizá la almohada le ayudaría a relajarse pero se produjo el efecto contrario y comenzó a repasar la cadena de pequeñas malas fortunas que le habían rodeado durante toda la jornada.
Estaba claro que aquél no había sido su día sino más bien, todo lo contrario. Por la mañana, en el trayecto al instituto en medio de un paisaje nevado, había resbalado y caído al suelo y aunque no tuvo rotura ni golpe grave quedó con la espalda dolorida para el resto de la mañana. A primera hora, no pudo con el examen de Historia, se le había quedado la mente en blanco y no fue capaz de contestar a una sola pregunta así que firmó el folio limpio y salió de clase. Después del descanso para el almuerzo, el profesor de matemáticas le entregó un examen de recuperación corregido que había realizado la semana anterior con un Insuficiente enorme escrito con rotulador rojo, las mates le iban fatal. Por la tarde, su amiga le dio plantón sin explicación alguna y de vuelta a casa, en el camino, perdió un billete de diez euros. Luego vino el olor a estercolero en su habituación, su Cd rallado ……
Apagó la luz dispuesta a conciliar el sueño pero debía tener el día cruzado. Nada más acomodarse, la bombilla se encendió de nuevo --- ¡¡¡ maldita sea !!! -dijo, ¿también se ha estropeado el interruptor de la lámpara?. Con los nervios ya a punto de hacerle estallar en gritos, volvió a apagar la luz que esta vez no le contestó llevándole la contraria. Estuvo un rato dando vueltas entre las sábanas destapándose y resoplando de calor, le costaba dormir. Era cierto que aquella habitación se caldeaba en exceso y a pesar de haber tenido la ventana abierta momentos antes, el calor seguía acumulado. Al cabo de más o menos hora y media Claudia pudo viajar al mundo de los sueños.
Por la mañana, cuando saltó de la cama tras la llamada del despertador, la sorpresa nuevamente llegó a golpearle los sentidos. El desagradable olor que había encontrado por la noche había reaparecido y su pequeña lámpara de noche estaba encendida. El brazo le molestaba y cuando echó la vista al lugar donde le dolía, observó un arañazo de grandes dimensiones.
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Por la tarde, después de comer, Claudia se apresuró para realizar sus tareas. Había traído del instituto gran cantidad de trabajo que debia entregar completamente terminado al día siguiente. Antes de entrar en su habitación se giró para escuchar;:
- “Tu lámpara no está rota, Claudia”, dijo su padre, “la he estado revisando y está perfectamente. Seguro que te quedaste dormida y olvidaste apagarla”
- Y el olor al que te refieres -prosiguió su madre- ….no sé hija, será fruto de ese pequeño resfriado que tienes porque ni tu padre ni yo, lo percibimos.
Claudia se encogió de hombros y sin responder, dio media vuelta.
Al poner el primer pie dentro su habitación, volvió a ser asestada por el golpe de aquel olor tan desagradable que parecía haberse instalado en su mundo, pero además, en milésimas de segundos notó sobre su cuerpo una corriente de aire helado que movió hasta el más fino de los mechones de su larga melena. El miedo le dejó inmóvil y tras unos minutos, la luz de su lámpara se encendió con autonomía propia y desde su estantería, un Cd, decidió extender sus alas y salir volando, planeó durante unos segundo y cayó a sus pies …“Back in Black”.
Intentó mantenerse firme, al fin y al cabo, ya tenía unos años y debía mostrar sensatez. Debía ser cabal y si se esmeraba un poco podría encontrar una explicación real a todas aquellas sorpresas. Luchando contra sí misma, fingiendo tranquilidad, roció el aire de la habitación con un ambientador y apagó la luz de su pequeña lámpara. Cogió del suelo la caja del compact que se había roto, después el Cd y tras encajarlo todo como pudo, volvió a dejarlo en su lugar. Se sentó ante su mesa de estudio, sacó los libros y cuadernos de su mochila y se dispuso a trabajar. Siempre, hiciera lo que hiciera, la música de fondo se le hacía imprescindible así que, echó mano a la estantería y dubitativa, decidió señalar con los ojos cerrados. Cuando levantó sus párpados sonrió ….siempre era un placer escuchar a Zeppelin pero además, resultaba idóneo porque siendo un REMASTERED con buenísimos temas y teniendo en cuenta el antecedente ocurrido con AC/DC, no había lugar a esperar que su tema especial se rebelara negándose a sonar , puesto que todos y cada uno de los temas de aquel álbum le parecían especiales. Un gusanillo corroedor empezó a cavar en sus entrañas cuando ni una sola canción del aquel Cd, ni del que le acompañaba, (porque eran dos) pudo ser escuchado por sus oídos ni disfrutado por su alma. Claudia pronunció una frase repleta de palabras malsonantes y justo al terminarla, la luz de la mesilla comenzó de nuevo con su juego, y volvió a prenderse. Claudia comenzó a temblar pensando que ya aunque quisiera no podría encontrar explicaciones a todos aquellos fenómenos, cuando menos extraños como antes había concluido consigo misma. Dejó de un lado sus trabajos estudiantiles desconcertada y con temor a que las cosas se complicaran salió de su habitación.
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Claudia no entendía lo que sucedía pero se sentía incapaz de hacer partícipes a sus padres ni a nadie de aquello que le rondaba. Se imaginaba a sus progenitores y amigos incrédulos riéndose de ella o pensando que estaba enfermando mentalmente.
Aquella misma noche las cosas se complicaron, para ella fue terrible. Desde el primer momento en el que entró de nuevo en aquella escena de la que horas antes había huído se sintió totalmente acompañada y vigilada. Se introdujo entre las sábanas de su cómoda cama habituada ya al aroma indeseable y con la mirada puesta en su lamparita de noche esperando una réplica. Se acurrucó en posición fetal y aunque el calor era agobiante se cubrió totalmente con su ropa de cama. Se quedó dormida sin haber sentido ni visto nada fuera de lo normal, acompañada por su miedo, por la oscuridad por el silencio y por algo más que era incapaz de describir. De madrugada, le despertó el sonido monótono de la quinta cuerda de su guitarra. Se incorporó dirigiendo su mirada hacia el rincón que la acogía y de nuevo, la luz entró en juego que como queriendo ayudarle a ver el instrumento de seis cuerdas enfundado, se encendió como por artes mágicas. No daba crédito a lo que estaba oyendo. Quería salir de la cama pero no se atrevía y desesperada, como si se tratara de una niña pequeña comenzó a llamar a gritos a su madre, la cual acudió rápidamente.
-”¿qué sucede?, ¿qué te pasa? “ dijo su madre preocupada.
-shusssssssssss, y señalándole la guitarra le dijo Claudia ¡¡escucha !! ¿la oyes verdad?
- Oir qué, yo no oigo absolutamente nada - dijo su madre mientras miraba sin entender nada en la dirección que el dedo índice de su niña señalaba .
- Es la quinta, es la quinta cuerda la que vibra … ¡¡¡ mamá por dios !!! ¡¡¡ tienes que oirla !!!
Su madre pasó su mano por la frente de Claudia pensando que quizá tuviera fiebre y ésta le hiciera delirar pero la casera toma de temperatura resultó negativa.
-”Cálmate hija, todavía debes estar soñando, son pesadillas …”.dijo mientras abrazaba el tembloroso cuerpo de su hija. Se quedó con ella intentando calmarla hasta que Claudia, cansada de tanto sobresalto volvió a quedarse dormida.
Cuando despertó por la mañana se encontró con el mismo ambiente que venía siendo habitual desde hacía un par de días, Se observó detenidamente y la expresión de su cara al ver que durante la noche había perdido su pijama fue de total sorpresa. Su sueño ligero le permitía siempre ser consciente de lo que sucedía por la noche y no tenía ningún recuerdo de haberse quitado la ropa. Además en su brazo arañado la noche anterior, otra marca había aparecido haciéndole compañía. Claudia dejó escapar unas lágrimas como expresión de su estado de incomprensión y nervios.
-”Buenos días Claudia, ¿cómo te encuentras cariño?, ¿estás bien? las pesadillas te han atacado esta noche, menos mal que pudiste conciliar de nuevo el sueño “
Claudia asintió con la cabeza mirando a sus madre. En verdad, no estaba bien pero no quiso hablar del tema. Desayunó y después de una ducha salió de casa rumbo al instituto.
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Durante los días siguientes, Claudia apenas dormía y la falta de sueño junto con el estado de angustia que atravesaba hizo que no rindiera en sus estudios lo suficiente. Perdió el apetito y la disminución de alimento provocó una notable pérdida de peso. Sus padres empezaron a preocuparse pero no podían imaginar realmente lo que estaba sucediendo con su hija. Le preguntaban por si tenía problemas con sus amistades o en el instituto, indagaron y preguntaron e incluso pensaron en anorexia y otro tipo de enfermedades, pero jamás apuntaron su mirada hacia fenómenos extraños. La pesadilla con la guitarra, según la madre de Claudia, era un pequeño detalle que no tenía importancia, al fin y al cabo, tanto ella como el padre, desconocían el resto porque su hija, había optado por el silencio.
Cada noche, Claudia vivía un calvario. El horrible olor ambiental persistía aunque se ventilara la habitación, su música seguía estropeándose, su guitarra tomaba vida durante las madrugadas, la lámpara seguía decidiendo cuando debía haber luz y cuando no, el número de arañazos en su piel iba aumentando y aparecían en lugares donde ella no llegaba para poder hacérselos y la sensación de estar acompañada cada día que pasaba se acrecentaba más ….. luego vinieron los golpes nocturnos en la pared y la visión fugaz de alguna que otra sombra fuera de lo normal. Pero lo peor estaba por llegar, lo que más desesperó a Claudia sumiéndola en un estado profundo de terror estaba apunto de aparecer.
Su cama estaba arrimada a la pared por lo que pasaba la mayoría de las noches sentada sobre ella y acurrucada en el rincón con la sola protección del abrazo de su almohada. Escondía su cabeza entre sus brazos apoyados en las rodillas y procuraba taponar sus oídos para no poder ver ni oir. Pero el detector de sensaciones quedaba al descubierto y lo más terrible estaba ahí. Una noche, cuando ya estaba en postura Claudia volvió a notar aquella sensación de que un aire helado se posaba en su cuerpo. Notó esta vez como si le entrara por los pies y fuera recorriendo todo su cuerpo hasta llegar a la cabeza pero sin marcharse. Comenzó a temblar pensando que allí había algún final inminente y porque además, aquel aire helado permanecía ocupando cada rincón de su cuerpo. Después de unos instantes albergando ese frío polar, la misma sensación que había notado de entrada se repitió para ir saliendo. Su cuerpo recobró la temperatura pero cuando notó que un pequeño halo permanecía respirando en su cuello, rompió a llorar desconsoladamente. Aquella noche no logró pegar ojo. Esperó y esperó con la esperanza de que no quedara ni un resquicio de aquel soplo.
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Había pasado ya un mes desde que los primeros hechos extraordinarios se iniciaran y Claudia se había acostumbrado a vivir en el miedo, conviviendo cada noche, cada día, cada momento que pasaba en su habitación con aquel aliento pegado en su oído. A veces incluso creía que le seguía fuera de su cuarto. Durante aquellos días comenzó a maquinar en su cabeza que quizá estaba volviéndose loca, leía información sobre enfermedades mentales, centrándose sobre todo en los grados y tipos de la esquizofrenia pues encontraba en los síntomas similitudes con lo que ella estaba experimentando. En algunas ocasiones, buscaba dolencias que tuvieran que ver con las alucinaciones y con las autolesiones inconscientes porque la creencia de que lo que estaba viviendo eran inventos de su mente enfermiza iba cobrando cada vez más fuerza. Y todo esto desde el silencio, sufriendo la agonía en soledad.
Una tarde, dando un paseo por la ciudad, sus pasos le llevaron hasta un establecimiento esotérico donde se vendían libros, cartas del tarot, péndulos … todo tipo de artículos para explorar y experimentar los peligrosos y misteriosos caminos que las ciencias ocultas ofrecen. Salió de la tienda con las manos vacías o al menos eso pareció y con la mirada perdida, continuó su paseo por las calles sin rumbo fijo.
Aquella noche su madre le obligó a comer algo a la hora de la cena. Claudia sabía que debía hacerlo pues se había dado cuenta que a menor comida más debilidad sentía y menos fuerzas tenía para seguir luchando contra eso que fuera lo que fuera estaba dominando su cuerpo y su vida. Al mismo tiempo que cruzaba el umbral para entrar a su tortura, respiro profundamente y pasó con los ojos cerrados. Después de vestirse con su atavío de noche, apagó la luz y se sentó como acostumbraba preparándose para soportar que el aliento que le acompañaba actuara a través de su guitarra, golpeara su pared o jugara con la luz. La madrugada se adueñó de todo y cuando la obra teatral del terror levantó telón, Claudia se puso en pie sobre su colchón, se despojó de la almohada que recogía sus lágrimas y tragándose todos sus miedos exclamó:
¡¡¡¡ YA NO TE TENGO MIEDO, NO SE QUIEN ERES, PERO ESTA ES MI HABITACIÓN, MI CASA, MI VIDA, ESTE ES MI MUNDO, EL DE LOS VIVOS Y NO EL TUYO. VUELVE AL LUGAR DEL QUE VINISTE, AQUÍ NO TIENES NINGUN PODER, AQUÍ MANDO YO Y TE ORDENO QUE TE VAYAS!!!" "¡¡¡¡¡ MARCHATE AHORA !!!!!"
Los padres de Claudia acudieron a su habitación asustados al escuchar los gritos de su hija y al entrar, se interesaron por ella bajándola de la cama y preguntándole que pasaba entre abrazos llenos de cariño. Llevaban días muy preocupados por ella y la situación había llegado a un punto que los tenía devorados interiormente.
- No os preocupéis, gracias, estoy bien, dijo con la voz templada. Solo ha sido una más de mis pesadillas. Pero no temáis, espero que a partir de hoy no tenga ninguna más, esta tarde alguien me vendió un buen consejo sin cobrarme y creo que sabía de buena tinta lo que decía. Volved a la cama, vamos a dormir.
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Eran las ocho de la mañana cuando por todo el patio interior de aquella comunidad se empezó a escuchar rock con una voz femenina que haciendo un duo improvisado con el intérprete original, les cantaba a todos los vecin@s ….. "Let me put my love into you babe....."


 

martes, 22 de febrero de 2011

¿Quien tiene más culpa?



El trágico accidente que intentó cruzarle al otro lado la mantuvo en el hospital durante unos meses. Aquella noche cerrada, un vehículo que circulaba a gran velocidad le golpeó por detrás haciendo que Laura perdiera el control de su automóvil. Después de dar dos vueltas de campana, el vehículo se arrastró sobre su techo recorriendo unos cuantos metros del asfalto golpeando a su vez a un tercer coche que circulaba en dirección contraria. El conductor que provocó el accidente había sufrido un ataque al corazón mientras conducía con la mala suerte de toparse con Laura. El ocupante del vehículo con el que ella chocó, aunque sobrevivió, quedó con daños irreparables. Le acompañaban su mujer y su hijo de 30 años, que a pesar de sufrir heridas de diversa consideración, fueron dados de alta del hospital en un par de meses. El pronóstico de Laura era de elevada gravedad pero ocurrió un verdadero milagro al salir meses después de aquel desastre sin secuela física alguna. La ambulancia la trasladó al centro hospitalario en estado inconsciente.
El conductor que dio alcance con su vehículo a Laura y que al parecer había sufrido un ataque al corazón en pleno viaje, murió instantes antes de la colisión.
El tercer accidentado sufrió una lesión de médula que lo postró en una silla de ruedas de por vida y su esposa, su acompañante junto con su hijo el día del accidente, luchaba por encontrar un culpable al que recriminar y reclamar los daños tanto físicos como morales que habían sufrido y ante la muerte de quien lo provocó, y pese a que tras el atestado, investigación y demás trámites se demostró que Laura fue una víctima más, se empeñó en acusarla moralmente a ella de su desgracia. Se daba la circunstancia de que el matrimonio había conseguido formar parte de manera conjunta de una experiencia nueva en la que habían puesto muchas ilusiones y que ahora se veía truncada. No había día que no apareciera en su habitación del hospital para hacerle todo tipo de recriminaciones absurdas y sin sentido llevada por la ira y la angustia.
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Aquella negra figura sin rostro le mostró su guadaña en la cama del hospital la misma noche en la que todo ocurrió. Se le apareció cuando la madrugada arropaba los sueños de la humanidad. Inmóvil e indefensa, guiada por el miedo y la impotencia, dejó que los gritos de su alma, alertaran a su ángel custodio, que sin perder su luz blanca, apareció vestido con colores de guerra. Durante unos minutos, los dos entes combatieron con sus mentes y finalmente, la blanca luz logró expulsar a la oscuridad que con gesto amenazante abandonó el campo batalla prometiendo con su hoz que volvería para ganar, aquello era tan solo una prórroga.
Fue entonces, al abrir los ojos y recuperar la conciencia, cuando supo que no había cruzado la salida. Aunque su cuerpo permanecía inmóvil y dolorido, la vida le seguía acogiendo.
Las secuelas que quedaron en Laura tomaron forma de temor por la certeza de que la muerte insistiría tras haberla burlado en esa ocasión, con esa imagen tan clara del ejecutor amenazando con su vuelta y la angustia por la sinrazón de la mujer que le culpabilizaba de la desgracia de su marido.

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Afortunadamente, cuando Laura salió del hospital, las recriminaciones de aquella mujer cesaron. Laura pensó que el tiempo le habría dado sosiego y le habría devuelto la sensatez a pesar de la desgracia sufrida. Se escucharon voces a cerca de que el matrimonio sólo, se había trasladado a miles kilómetros buscando paz y tranquilidad para sus almas y de un día para otro, se habían esfumado. En realidad, Laura se sentía mal por las consecuencias de aquel trágico suceso pero cierto era que nada más se podía a hacer y que ella, estaba claro que ni era la culpable ni no pudo evitarlo. Durante un tiempo, dentro de sus sueños, recordaba a aquella mujer y a su marido haciendo pactos con la muerte para ayudarla a llevarse a Laura al infierno. Con tratamiento psicológico, Laura continuó con su vida. Se incorporó de nuevo al trabajo e intentó olvidar sin llegar a conseguirlo del todo. Las visitas al psicólogo fueron frecuentes. Aquel señor que la escuchaba e intentaba ayudarle a espantar sus miedos, a cambio de una determinada cantidad de dinero, olvidó la norma número uno y poco a poco se convirtió finalmente en algo más, sometiéndole a Laura a terapia en su propia casa. Pocos fueron los meses que tardaron en decidirse a convivir juntos. Laura se sentía tan locamente enamorada que a penas le importó no conocer a la familia de Miguel ni que él conociera a la suya, le bastaba con conocerle a él y saberse protegida y cuidada. En realidad, nadie sabía que habían unido sus vidas, prefirieron mantenerlo oculto haciendo mil malabares para que no se supiera. Las malas lenguas no tendrían piedad con la relación médico-paciente surgida en una consulta.
Aquella tarde, Laura llegó a casa como otros tantos días asustada. Encontró a Miguel preparándose para el viaje.
- Lo he visto otra vez, en el parque, donde siempre, -dijo Laura. “Desafiante me ha vuelto a señalar con su guadaña y me ha hablado con la mente. Me ha dicho que pronto le acompañaré”. ¿Por qué lo sigo viendo? ¿Por qué mi mente puede escucharle? Este tratamiento que me has recetado no funciona, cada vez veo al representante de la muerte más cerca y más a menudo. Demasiadas dosis diarias que están destrozando mi estómago, me provocan ansiedad y no relajan mi mente. Empiezo a creer que esto está sucediendo de verdad, que ni tú ni yo podemos evitarlo, que no hay tratamiento posible porque es la realidad.
- Cálmate Laura, pronto pasará. Tiempo al tiempo. El accidente fue duro, y los momentos en los que estuviste inconsciente y en los que tanta gente tiene visiones extrañas quedan grabados para siempre -explicó él. Afortunadamente tu cuerpo se ha recuperado rápido, estás muy activa, rebosas energía, no lo confundas con ansiedad.…. esto pasará, ya verás.
- Si, lo sé, cada mañana salgo de casa deseosa de hacer cosas pero a veces tengo la sensación de que me persigue, de que lo tengo justo detrás de mí. - prosiguió Laura- . Además, ya sabes, el proyecto en el que estoy ahora, se está viendo perjudicado. A veces me siento incapaz de disimular y me resulta difícil continuar. A veces pienso que vivo en otro mundo, que vivo en otra dimensión ajena al resto de la gente que me rodea. Mañana cerramos el contenido y es lo más duro, sabes el entorno en el que se va a realizar y no sé si podré hacerlo. ¿Y si en el último momento mi mente vuelve a traicionarme?. Además, hoy me ha llamado “el jefe”, me ha dicho que Luis se rompió ayer el peroné esquiando. En su lugar, ya hay otra persona,. Por lo que se ve, conoce el proyecto a pesar de no haber estado en él y han añadido personal de apoyo que no figurará, aconsejados por el nuevo miembro que opina que así aseguraremos que el término del proyecto obtenga el mejor resultado. ¡¡ menuda suerte la mía !!. Y para colmo, tú no podrás estar …. ¿de veras tienes que irte ya? ¿no puedes al menos quedarte a dormir y salir temprano?
- Tranquila, es solo una noche, contestó él.
- Si, pero te echaré de menos. Prosiguió ella. Y saldré más nerviosa por no haber obtenido tu beso de buena suerte.
- Yo también te echaré de menos, dijo Miguel, pero sabes que debo hacer este viaje, es importante para mi trabajo. Un congreso muy interesante. Y no te preocupes, conduciré toda la noche así que te llamaré para que despiertes. Podrás hacerlo, nena, estoy seguro. Todo te saldrá bien. Ten fe en ti misma y sé fuerte.
Faltaban veinte minutos para que el amanecer despertara a la luz. Llevaba un rato levantada cuando Miguel la llamó para desearle buena suerte y enviarle un beso a través de las hondas telefónicas. Se sentía nerviosa pero feliz, con ganas del nuevo día. Hacía una tres cuartos de hora desde que había tomado su medicación y parecía encontrarse animada. Cogió sus cosas y salió de casa..
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Entró en el parque como todos los días … era un paseo agradable, casi siempre, a pesar de la hora temprana, varios corredores salían a hacer footing. Pero era miércoles y ya sabía que ese día iba a estar más solitario, los miércoles, ignoraba el por qué, salía menos gente a correr. Realmente la soledad del paraje junto a la oscuridad y el silencio cuando ya había avanzado unos metros le propinó el primer escalofrío.
El primer movimiento que observó fue de reojo. Creyó ver una silueta cruzar de un árbol a otro intentando esconderse agazapado detrás del tronco. El miedo empezó a apoderarse de nuevo de su mente pensando en que la muerte que le venía avisando diariamente desde el accidente, le iba a dar alcance. Sacó de su bolso otra dosis de su medicina líquida y se la tomó. Comenzó a aligerar el paso. Su mirada, bailaba en todas las direcciones creyendo ver movimientos y sombras por doquier. Al posar sus ojos al frente, lo primero que pudo dilucidar fue la fuente que a eso del mediodía solía llenarse de pájaros que adornaban su silueta. Ahora, lucía gris y tétrica y por uno de sus extremos asomaba una especie de rueda, quizá la bicicleta de algún paseante que paró a beber agua. Aquello le hizo ver la luz y comenzó a correr hacia ella deseando verse acompañada. Pero a pocos metros de llegar, la rueda se movió y en un instante, la mujer del accidente con los rasgos deformados apareció empujando la silla de ruedas donde su malogrado compañero posaba totalmente deforme. Ambos le sonrieron satisfechos de haberle encontrado …
Los gritos que salieron de la garganta de Laura fueron desgarradores. Su cuerpo, ahora inmóvil por el pánico tomó el impulso necesario para girarse e intentar echar marcha atrás pero cuando su mirada se cruzó con la de Miguel quien encapuchado y vestido de negro blandía un cuchillo en la mano con el que le amenazaba, el último halo de voz de Laura cogió impulso para ser expulsado y con un alarido de terror enloquecido, cayó al suelo.
- ¡¡¡ CORTEN, CORTEN !!!, ¡¡ Laura, fantástica … has estado genial !!!dijo el director mientras se acercaba a ella. “¡¡ Sabía que podías hacerlo, eres una actriz maravillosa !!!
Cuando “el jefe” como ella le llamaba llegó a donde estaba Laura, comenzó a chillar pidiendo que alguien llamara a una ambulancia. Laura, yacía en el suelo y su imagen era la de una muñeca de grandes ojos azules que si pestañear, transmitían todo el terror que habían vivido. No respondía a las palabras, no escuchaba las voces que la nombraban, estaba totalmente ausente. Ni el tacto suave de las manos del director intentando que respondiera resultaban efectivas. Le tomó el pulso, afortunadamente vivía. El resto del equipo, cámaras, sonido, maquillaje … etc, fueron acercándose haciendo un corro alrededor de Laura y de su director. Mientras tanto, el coprotagonista y los figurantes de la escena recién interpretada se escabulleron del grupo y abandonaron el paraje.
- ¡¡¡ Eres un genio, hijo !!! ¿Cómo lo has conseguido? Dijo la mujer sonriendo de satisfacción.
- Mis estudios de farmacia me ayudaron. LSD, madre, LSD, que administrado diariamente y en la cantidad justa provocan sensaciones que hacen que la realidad se distorsione. La alucinaciones y las ilusiones son frecuentes, amén de otros efectos, -contestó el supuesto Miguel.
- ¿ Has sido cuidadoso?, ¿cómo conseguiste la droga? preguntó ella.
- No te preocupes madre, en la consulta de psiquiatría nadie nos vio nunca entrar o salir. El titular y su secretaria vuelven mañana de sus vacaciones. Me aseguré de que todo estuviera como él lo dejó. El cómo conseguí las llaves y la droga que le suministré a Laura, es otra historia que ya te contaré, -contestó él.
- Muy bien hijo, habló ahora el padre desde su silla….. Nos fastidió los papeles en aquella obra teatral pero la de hoy, has sido la puesta en escena y la interpretación más magistral de nuestras vidas.
ES MUY TRISTE QUE SIEMPRE SE TIENDA A BUSCAR CULPABLES DE NUESTRAS DESGRACIAS. HAY SITUACIONES DURAS QUE NOS IMPULSAN A HACERLO PERO QUE A SU A VEZ, NOS INTRODUCEN EN EL ERROR Y LA OFUSCACIÓN Y EN EL PEOR DE LOS CASOS EN EL ODIO, LLEVÁNDONOS A COMETER ACTOS INJUSTOS DE LOS QUE SÍ SOMOS CULPABLES PERO SE JUSTIFICAN. AFORTUNADAMENTE, NO ASÍ COMO DICE MI RELATO PERO SÍ DE OTRAS FORMAS.

Desaparición

Después de un par de años de matrimonio, el esposo y compañero sentimental de Sara, desapareció sin dar explicación alguna y lo que fue peor, sin dejar huella, ni un rastro que llevara a localizarle. Ella quedó hundida. Aquello era verdadero amor y no entendió en absoluto que él se esfumara. No había explicación. Al hecho de su desaparición no precedieron indicios, estaban realmente enamorados y atravesaban tiempos de felicidad .
El último recuerdo que tenía de él fue el de aquella noche. Habían cenado a la luz de la velas, en un ambiente totalmente bañando de romanticismo y después de dar rienda suelta a sus deseos, quedaron dormidos fundidos en un abrazo, acariciados por la suavidad de aquella alfombra y abrigados por el calor de la chimenea. Al amanecer, ella despertó y al abrir sus ojos comprobó que su compañero había dejado su cuerpo huérfano sin su abrazo, ya no estaba a su lado. Le llamó pero no hubo respuesta. Miró a su alrededor, su ropa había desaparecido. incluso su abrigo. Se levantó y pronunciando de nuevo su nombre recorrió la planta sin obtener contestación. Subió con velocidad las escaleras que le llevaban a la segundo piso. Al igual que en la planta baja, todo estaba en orden. Bajó envuelta en su albornoz pensando en el sótano, donde Mario pasaba horas y horas con sus pequeños trabajos de marquetería, pero nada, allí tampoco estaba. Salió al porche y de nuevo gritó su nombre, pero tan solo el silencio le respondió … Pensó entonces que algo había ocurrido, que un imprevisto le había hecho salir en plena noche, ¿qué habría pasado para que se largara sin avisarle? … Pasadas 48 horas sin noticias y embargada por la preocupación, denunció su desaparición convencida de que algo le había sucedido.
   Durante un tiempo, vivió poseída por la tristeza y la desesperación. Aquella casa tan repleta de recuerdos y desde la que no cejaba de desear que Mario volviera, ahogaba su alma. Imaginaba a cada instante que entraba por la puerta principal con aquella dulce sonrisa que acostumbraba a lucir. A veces, le veía en la ducha, o a su lado en el lecho y cerrando los ojos, aún podía sentir el tacto de sus caricias y la calidez de sus besos.
   Sus vecinos contiguos, Rafa y Alicia, a los que además de la vecindad les había unido una sincera amistad cuidada y cultivada a través de los años, le ofrecieron su abrigo e intentaron mitigar su angustiosa soledad aunque en los últimos meses, parecían más afectados ellos por la pérdida sin sentido de Mario que ella misma. Alicia, era una mujer maravillosa, dispuesta en todo momento cuando se le necesitaba y cuando no. Se dedicaba en cuerpo y alma a su hijo, un chaval de 16 años que desde su nacimiento había presentado problemas a nivel comunicativo cuyo principal cobijo era su madre. A veces, durante el día e incluso la noche, desaparecía varias horas refugiándose en cualquier rincón escondido de la casa. En cambio con Rafa, aunque Sara pensara que era una gran persona, el chico no tenía buena relación y por supuesto, tenía que ver con que él, no era su verdadero padre. Aaron, que así se llamaba, ayudaba a Sara en pequeñas tareas y a pesar de sus problemas de comunicación e introversión, le regalaba su compañía. Antes de la desaparición, estuvo ayudándoles con la reforma del sótano ya que querían adecuarla para que Mario tuviera un lugar donde expresar y disfrutar de sus hobbies. Además, Aaron se había ilusionado con una enorme casa de muñecas que llevaba en el sótano desde antes de que Sara y Mario compraran aquella vivienda. Ellos no la querían, iban a deshacerse de ella pero Aaron pidió que le dejaran arreglarla y equiparla como regalo para su madre seguro de que le iba a encantar.
   No hubo día que no se pusiera en contacto con el inspector de policía que se había hecho cargo del caso para incidir en la búsqueda de su marido o para informarse del estado en el que estaban las investigaciones, pero nunca llegaban buenas noticias .Durante ese tiempo, en la casa, cada estancia, cada rincón, le embargaba de recuerdos del amor perdido. Después de dos años de búsqueda infructuosa, a pesar de que nunca se dio por vencida y aunque siempre esperó que Mario diera señales de vida, a efectos legales tuvo que solicitar la Declaración de Ausencia.
   Transcurridos alrededor de nueve meses de aquel primer paso que dejaba tambaleando su esperanza, Sara recibió otro golpe con el fallecimiento repentino de su amiga Alicia. Su hijo, aquel chaval que siempre había necesitado más atenciones que las necesarias para cualquier muchacho de su edad debido a sus problemas de aislamiento, sus extrañas conductas y su silencio, apenas expresó sus sentimientos. Sara sabía el varapalo que había supuesto para él, la muerte de su madre, pues era ella quien realmente le cuidaba, comprendía y procuraba por todos los medios hacerle avanzar. Aaron, encontró en Sara el jarabe sustitutivo del perdido con la marcha de su madre, obviando a su padrastro por el que nunca sintió simpatía alguna y mucho menos, cariño. Rafa, que había perdido a su compañera de vida y Sara, con el alma devorada por el desasosiego de haber perdido a su amor, consolaron su tristeza mutuamente. Con el paso de los meses, sin darse cuenta, surgió un tímido amor entre los dos.
   Fue entonces cuando comenzaron a manifestarse fenómenos extraños en casa de Sara. En ocasiones, fugaces sombras aparecían ante su mirada, las fotografías enmarcadas que a lo largo de los años se habian hecho con sus vecinos y en las que Rafa aparecía, sin haber hecho ruído, se presentaban reposando en el suelo bocabajo, llamadas de teléfono con número oculto desestabilizaban a Sara al ofrecerle voces de ultratumba que hablaban de asesinos ….
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   Aquella noche, Sara volvió tarde del trabajo. Después de sus tareas habituales terminó la jornada laboral con una reunión importante. Al terminar, salió a comer algo con sus compañeros. Rafa se reencontró con ellos a eso de la medianoche que les pilló alternando en un par de bares. Tampoco tenía prisa por volver a casa, al día siguiente era sábado. La oscuridad era dueña ya de la noche. Tenía ganas de darse una ducha, ponerse cómoda, descansar y dormir, sobre todo dormir. Con la necesidad de no ir muy deprisa con la relación que acaba de iniciar con Rafa, se despidió de él a la entrada de su casa. Cuando entro en su habitación, una puñalada de temor recorrió todo su cuerpo. Contuvo la respiración al observar que la puerta del baño que incorporaba su alcoba, estaba abierta de par en par y dejaba ver la luz prendida y se podía escuchar el ruido del agua al correr. ¡¡¡ MARIO !!! exclamó, y se apresuró a entrar. El agua de la ducha se precipitaba vertiginosamente y Sara corrió a deslizar la corredera de la mampara. El grifo abierto daba paso a la lluvia torrencial de agua pero nadie gozaba de su tacto. Cuando consiguió calmarse un poco, se puso de pie, cerró la llave y al girarse lentamente para salir de allí, en el espejo cubierto de vaho pudo leer: …“¿YA ME HAS SUSTITUIDO, SARA?”
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   Eran las diez y media de la mañana cuando el timbre pulsado insistentemente le despertó. Con dificultades para levantar sus párpados, se mantuvo unos minutos inmóvil y cuando logró levantarse, con el recuerdo de la noche anterior, levantó la persiana y retirando las cortinas, se acercó para observar. Allí, de pie en su jardín estaba Rafa que intuyendo que ella iba a asomarse, tenía la mirada fija en la ventana. Sara abrió una de las hojas: - buenos días princesa….te invito a un sano y delicioso desayuno, dijo acompañando sus palabras con la mayor de sus sonrisas … Te espero aquí, prosiguió … Ella, sin pronunciar palabra, devolviéndole la sonrisa y lanzándole un beso, cerró la ventana, se vistió con un chandal y bajó a encontrarse con su nuevo idilio.
   -¿seguro que no lo has soñado?, es muy raro …. ¿no sería que bebimos demasiado anoche? dijo Rafa contestando a la escena que Sara le había descrito acerca de lo sucedido en su habitación la noche anterior.
   - ojala, contestó ella entregándose a su abrazo, ojalá.
   Con la cabeza por encima del hombro de Rafa, Sara pudo observar a Aaron que permanecía de pie en el porche de su casa, con la mirada fija en ellos, esa mirada perdida que siempre le había caracterizado.
   - ¿por qué no has traido a Aaron? Preguntó Sara …
   - Ya sabes, nunca me ha querido. Cuando Alicia vivía me trataba con desprecio aunque no utilizara palabras … Ahora que su madre no está, actúa como un extraño, me ignora a pesar de que hago todo lo posible porque las cosas le vayan bien.
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   Después de una película en el cine y un paseo nocturno, volvieron a casa abrazados hablando de cómo habían surgido aquellos sentimientos.
   Al llegar, Sara volvió a reprimir sus deseos y luchando contra ellos por temor a equivocarse, no invitó a Rafa a entrar en casa. Cuando cerró la puerta se encontró con la bolsa de basura que había olvidado sacar antes al contenedor y volvió a salir para depositarla a pesar de que el camión de recogida ya había pasado. A su regreso, no pudo evitar mirar a la casa contigua pensando en Rafa y allí, asomado en una de las ventanas, estaba Aaron, observando. Sara le saludó con la mano pero él, que permanecía ausente, ni se inmutó. Subió las escaleras y mientras ascendía, su olfato se percató de que el ambiente estaba impregnado de un aroma agradable que le resultaba familiar. Era el olor de aquel perfume que meses antes de la desaparición de Mario, ella le había regalado. Entró en su habitación y la misma escena de la noche anterior volvió a repetirse. El baño volvía a estar en activo, con la luz encendida y la ducha dejando caer el agua de forma torrencial. Entró con aires de desesperación y tropezó con el frasco que contenía aquel perfume que invadía todo con su aroma. Levantó la vista hacia el espejo que posaba sobre el lavabo, y de nuevo, en el cristal empañado otro mensaje le aguardaba:,”RAFA ES MI ASESINO”.
   - ¡¡¡ MARIO, ¿POR QUÉ HACES ESTO? !!! exclamó Sara agarrándose la cabeza con las manos.
   Llamó a Rafa que acudió al instante y que tras observar aquel espejo quedó estupefacto. La mirada de Sara parecía estar intentando penetrar en su mente para juzgarle.
   - ¿No irás a creerte esto no?, espera, espera un momento … dijo - Siempre has desconfiado de mí, en el fondo pensabas que yo tuve algo que ver con su desaparición y después de enamorarte de mí, no tenías valor para confesarlo. Así que te has inventado este teatro para ver si logras hacerme confesar … ¿estás loca?. Enfurecido por aquella insinuación, salió de la casa gritando que lo mejor sería dejar de verse y olvidarse de su relación. Sara bajó detrás de él, disculpándose aludiendo a su estado de nervios y a los temores que aquellos fenómenos le infundían pero él, la ignoró completamente. Después de permanecer unos minutos en el jardín dejando que la lluvia la empapara, la resignación apareció y volvió a entrar.
   Pasaron los meses y Aaron, tras un tiempo alejado por la relación que habían mantenido Sara y Rafa, volvía a los brazos de ella buscando cobijo, cariño y comprensión. La visitaba cada día para disfrutar de su compañía. Mientras tanto, Rafa continuaba con sus vida procurando coincidir lo menos posible con Sara.
   Y un mal día llegó una de esas llamadas que desgarran el alma por el dolor pero que al mismo tiempo le devuelven la paz que la angustia del no saber le terminan robando. La policía, realizando investigaciones a cerca de otra desaparición había encontrado un cadáver en el fondo del gran lago que el paraje que rodeaba el pueblo acogía. Estaba hundido en el fango del fondo y rodeado de plantas crecidas y enredadas. Las pruebas de ADN demostraban que se trataba de Mario. Aquella misma tarde, ante las expectación de la vecindad, efectivos de la policía se llevaban a Rafa esposado que como todo asesino, a pesar de haber sido cuidadoso había dejado alguna prueba de su delito que sólo la brigada científica pudo dilucidar. Sara ofreció todo su apoyo Aaron que ahora, quedaba absolutamente huérfano ante las adversidades con el problema añadido de sus dificultades sociales.
Rafa terminó confesando
   Al día siguiente, los pajarillos que posaban en las ramas de los árboles del jardín de Sara le despertaron con sus cánticos. Sus párpados adquirieron la energía suficiente para elevarse y dejar que sus ojos vieran la luz. Se sentó en la cama y una nueva sorpresa le dio los buenos días. No podía creer lo que estaba viendo. Aquél barco pirata en miniatura que Mario tenía en el sótano para hacerle varios arreglos, lucía sin terminar encima de su cómoda. Se acercó para verlo de cerca y observó que del lateral colgaba un pos-it con una lista escrita a mano de arreglos necesarios. Algunos estaban tachados, puesto que habían sido realizados, y otros tantos, sin tachar a falta de arreglarlos. Lo tomó de ambas puntas y lo levantó en el aire. Otro pequeño pos-it pendía de la base del barco. Parecía no corresponder con aquella maravilla, daba la sensación de que se había adherido ahí por accidente. En el se leía: “ARREGLAR FONDO”. Retiro la nota y se la guardó en el bolsillo de su pijama.
   Antes de acomodar su estómago con sus matutinas tostadas, bajó al sótano armándose de valor pues desde que Mario había desaparecido, no había vuelto a bajar. Se situó en el centro del cubículo y se puso a repasar …. ¿a qué habría que arreglarle el fondo?. Sonrió cuando vio que aquella casa más o menos de su altura, dulce refugio de unas cuántas muñecas, todavía seguía allí, con una nueva y renovada estética, y colores renovados. Abrió sus puertas y cual fue su sorpresa al comprobar que los departamentos que hacían de habitaciones habían desaparecido. El fondo parecía desencajado y de él, pegado con un pequeño trozo de celo pendía un sobre. Sara lo tomó, estaba abierto. Sacó el manuscrito que contenía y se dispuso a leer:

“ QUERIDA SARA: SIENTO LA DUREZA DE ESTA CARTA, PERO TE LO DEBO..
MI PADRASTRO SIEMPRE PENSO QUE MARIO Y MI MADRE MANTENÍAN UNA AVENTURA.
LA REALIDAD ERA QUE MI MADRE ESTABA LOCAMENTE ENAMORADA DE MARIO PERO EL, SIEMPRE LE DEJÓ CLARO QUE A QUIEN AMABA ERA A TI. TENÍAN ENCUENTROS PERO NUNCA SUCEDIÓ NADA ENTRE ELLOS. EN REALIDAD, CUANDO FUERON ADOLESCENTES TUVIERON UNA RELACIÓN QUE DURÓ MÁS DE TRES AÑOS Y QUE TERMINÓ MAL PERO MI MADRE, AL VOLVER A CRUZARSE SUS VIDAS, REVIVIÓ TODO AQUELLO QUE UNA VEZ SINTIÓ POR EL. RAFA SE ENTERO DE LOS SENTIMIENTOS DE ALICIA Y AUNQUE NO FUE UN AMOR CONSUMADO, SENTÍA LA TRAICIÓN AMENAZANDO SU ALMA. ASI QUE AMBOS, MI MADRE POR NO SER CORRESPONDIDA Y MI PADRASTRO POR SENTIRSE TRAICIONADO SENTIMENTALMENTE, VIVIAN EN LA AMARGURA.
AQUELLA NOCHE EN LA QUE MARIO DESAPARECIÓ, HABÍAN QUEDADO EL Y RAFA EN LEVANTARSE MUY TEMPRANO PARA IR A PESCAR. TU MARIDO OLVIDÓ COMENTARTE ESE DETALLE Y CUANDO SE MARCHÓ PREFIRIÓ NO DESPERTARTE. RAFA LLEVÓ A MARIO HASTA NUESTRO SÓTANO Y MIENTRAS PREPARABAN LO NECESARIO, ALICIA, APARECIÓ SIGILOSAMENTE . EN ESE MISMO INSTANTE MI PADRASTRO, ARMADO CON UNA VARA DE HIERRO, ASESTÓ A MARIO UN GOLPE CERTERO EN LA CABEZA. MI MADRE SORPRENDIDA POR EL TERROR, EMITIÓ UN CHILLO QUE RAFA CORRIÓ A AHOGAR PONIENDO LA MANO SUBRE SU BOCA. DESPUÉS ENVOLVIÓ EL CADAVER EN UNA SÁBANA Y LO CARGÓ HASTA EL GARAJE.LO INTRUDUJO EN EL MALETERO DE SU COHCE JUNTO CON LOS APEROS DE PESCA Y EL ARMA ASESINA. ARRANCÓ Y SE FUE. MI MADRE, INMERSA EN UN ATAQUE DE NERVIOS Y LLORANDO AMARGAMENTE, COMENZÓ A LIMPIAR LAS MANCHAS DE SANGRE SALPICADAS.
ALICIA FUE CÓMPLICE AYUDANDO AL ASESINO MATERIAL CON SU SILENCIO. LA ANGUSTIA Y LOS REMORDIMIENTOS LE PROVOCARON AQUEL DERRAME CEREBRAL QUE ACABÓ CON SU VIDA. NINGUNO DE LOS DOS SUPO NUNCA QUE YO PRESENCIÉ ESTA ESCENA. ESTABA AHI, DONDE TU ESTÁS AHORA, AGAZAPADO EN TU CASITA DE MUÑECAS Y OBSERVANDO A TRAVÉS DE ESTE FONDO DESENCAJADO. YO TAMBIÉN FUÍ CÓMPLICE CON MI SILENCIO. TENGO QUE PAGAR IGUAL QUE ELLOS.
SIENTO LO DEL FRASCO DE PERFUME DE MARIO, SE ME CAYÓ CUANDO NOTÉ QUE ENTRABAS EN CASA.”

Sara, con el cuerpo tembloroso y el alma tiritando de tantas emociones juntas, extendió su mano y empujó aquel endeble fondo. Con tan solo un par de pasos, apareció en el sótano de sus vecinos. Prosiguió en busca de Aaron. Aquella carta además de golpear su mente y su corazón le había parecido una despedida. Ya en la planta baja, el ya familiar sonido de la ducha llamó su atención. Subió corriendo las escaleras y entró en el cuarto de baño de donde provenía. Observó con horror que el cuerpo sin vida de Aaron descansaba en la bañera al tiempo que el agua a alta temperatura caía sobre él. Miró entonces al espejo empañado … “ LO SIENTO “

Los Errores del Silencio

Llevaban juntos desde los 17 años. Se conocieron en un concierto, cuando ambos, habiendo abandonado a sus amistades, se adentraron en las primeras filas para disfrutar todo lo posible de su banda preferida. El roce, los chillos de euforia y sus movimientos uno al lado de otro hicieron que surgiera lo que nunca hubieran imaginado.


Cuando ambos tenían 32 su única hija tenía doce años, Ana.
El padre de la chiquilla trabajaba de sol a sol en un pequeño negocio familiar. Tras la muerte de sus dos socios, sus hermanos, quedó al cargo de todo y aunque su esposa le ayudaba unas horas, la mayor parte del trabajo y de las gestiones las realizaba él. Así que, las decisiones con respecto a la niña, sobre todo las que había que tomar de forma inmediata, recaían sobre la madre. Además él, gustaba de delegar el cuidado de la niña a su esposa alegando que con un trabajo que le ocupaba todo el día lo que quería era llegar a casa y olvidarse de toda preocupación. Casi todos los fines de semana, los pasaba fuera, como decía él desahogándose, y aunque a ella le rondaba la idea de que había otra mujer, procuraba obviarlo o pasarlo por alto. María siempre le acusó de egoísta y de no querer a su hija, de no ocuparse de ella como cualquier padre lo hacía con sus hijos.
Así que, desde hacía ya un tiempo, las cosas no iban bien. Cada noche, cuando él llegaba a casa, cualquier motivo les llevaba a discutir y pelear, levantando sus voces y terminando siempre enfadados y distanciados, acudiendo en direcciones contrarias. En las últimas ocasiones, él recurría a menudo a los insultos e incluso llegó a levantarle la mano sin llegar a agredirle. Estaba claro que la agresividad comenzaba a brotar y Ana, la dulce Ana era la desafortunada espectadora de tales escenas.
En aquellos días, una llamada telefónica vino a empeorar la situación, cuando al otro lado del teléfono, una mujer desesperada aseveraba a la madre de Ana, que su marido, había mantenido y seguía manteniendo una relación paralela con ella y que tenían una hija en común casi de la misma edad que Ana.
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Los grandes y azules ojos de Ana, hacía un tiempo que habían perdido la chispa que a su edad, debía iluminar su hermoso rostro. En casa, se había vuelto más callada, y daba la sensación de que vivía sumergida en la tristeza. No dormía bien y cada noche, cuando la hora de abrigarse en su cama llegaba, parecía guiada por el terror.
En el colegio, donde cursaba el último año de primaria antes de ir al instituto, los profesores, ajenos al ambiente que vivía Ana en su hogar, no se explicaban el porqué de su cambio. Pasó de ser la chica más encantadora de todas por su dulzura y sus buenos sentimientos hacia el resto de sus compañeras a aislarse en su mundo y a echar con aires destemplados a toda aquella que se le acercara. Ante el cambio de Ana decidieron ponerse en contacto con los padres de la niña, y previo consentimiento de la madre, acordaron someterle a encuentros con el psicólogo del centro educativo así como con el orientador. .
Tras varias pérdidas de clase para ser atendida por los especialistas del colegio, la dirección del mismo se puso de nuevo en contacto con la madre de Ana para citarla a una reunión informativa sobre la situación de su niña insistiendo en la importancia de la asistencia de ambos progenitores. Aunque María habló con su compañero, el día de la cita y como de costumbre, el padre no apareció. Ella, guiada por el temor, se deshizo en palabras para disculpar a su esposo excusándolo por su trabajo e insistiendo en que había hecho todo lo posible por asistir.
Los especialistas le explicaron, que después de varias sesiones estudiando y dialogando con la chica, averiguaron que su situación familiar no era la más adecuada y de que si bien ellos, los padres, no habían podido hasta ahora evitar esos malos tragos a su hija, había llegado el momento de tomar una determinación, al menos cara a Ana, a la que la situación le estaba afectando hondamente sumergiéndola en la introversión. La madre de Ana tuvo que admitir su deterioro matrimonial y corroborar las palabras de los psicólogos.
Después de una charla atormentada con su marido sin consenso, sin comprensión y sin acuerdo, la infelicidad de Ana y la existencia de otra familia en la vida de él, fue la que decidió.
 
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Las tormentosas circunstancias de la separación, y con el fin de que las cosas no empeoraran, consiguieron que Ana y su madre se trasladaron a la otra punta de la ciudad. La vida de la chica se transformó considerablemente. Además de ver a su padre los días estipulados en el acuerdo de separación, cambio de colegio y debió aclimatarse a pasar más horas sola, ya que su madre, que afortunadamente pudo encontrar un empleo lejos del negocio de su ex, duplicó sus horas de trabajo.
Su padre no perdió el tiempo, y a los poco días de que Ana y su madre se fueran, instaló a su otra familia en casa, al fin y al cabo …era una vivienda heredada, su vivienda.
Durante unos años, Ana se resistía a pasar los días que la custodía compartida brindaba a su padre. El tiempo que pasaba con él y con su nueva familia le hacían volver a los brazos de su madre siempre con lágrimas y temores.
La compañera de su padre no era la culpable de que Ana no estuviera a gusto. En realidad, era una mujer agradable. Cuando Ana pasaba los días con ellos, el cariño con que se encontraba por parte de ella era excepcional. Era una mujer callada. Ana pensaba que vivía con la amargura guiando sus días y devorando su alma, pero le parecía de lo más normal, puesto que vivir con su padre empezaba siendo un martirio para acabar transformándose totalmente en una tortura. Marina, su hermanastra, a penas tenía un año menos que ella y era un tanto especial. Ana se resistía a reconocerla como hermana. Era una chica distante y malhumorada. Se irritaba por cualquier cosa y la mayor parte del tiempo que estaba en casa se aislaba refugiándose en su habitación con la música a tope. Mostraba total desinterés por conocer a Ana y durante mucho tiempo, la relación entre ellas fue nula. Pero el peor, sin duda alguna, era su padre. Cuando Ana rebuscaba en su corazón, descubría que realmente le odiaba y a medida que iba creciendo tomaba más conciencia del comportamiento autoritario, agresivo y abusivo de su progenitor. Además, se había percatado de que Marina, tampoco tenía buena relación con él, huía de su lado y si sus miradas se cruzaban, ella reflejaba en sus ojos una expresión entre temor y odio.
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En el instituto, Ana gozaba de numerosas amistades, todas ellas del género femenino. No le gustaba relacionarse con sus compañeros del sexo contrario y a pesar de que los años transcurridos le habían convertido en toda una señorita, ya tenía 16 años, parecía carecer de las inquietudes coquetas y picaronas típicas de su edad. Sabía que la actitud de su padre no era la común entre el resto de personas del sexo masculino, pero le resultaba difícil aceptarlo. Aquel padre y esposo que tuvieron la desgracia de tener ella y su madre, sin duda, había dejado un profundo socavón difícil de tapar.
Su madre había comenzado una relación con un hombre hacía ya unos años y convivía con ellas. A pesar de los intentos de acercamiento por parte de aquel hombre, Ana mantenía las distancias y su relación era con él fue fría desde que entró en su casa. Reconocía que era una buena persona y que ante todo y lo más importante, quería a su madre. Él era abogado y se habían conocido en el local donde su madre servía cafés todas las mañanas. El amor surgió entre desayunos y por primera vez, en mucho tiempo, Ana volvió a ver que su madre, rebosaba felicidad.
El odio hacia su padre, creció con el paso del tiempo. La relación con él, también con los años, fue decreciendo hasta hacerse casi desaparecer. Había crecido y ya no la manejaba a su antojo. En cambio, el roce y la afinidad con Marina, acabó convirtiéndolas en hermanas de corazón, implicándose mutuamente en sus vidas.
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El día que María, la madre de Ana, escuchó en las noticias la muerte de su ex - marido a manos de su compañera, tiró la taza de café que mantenía entre sus manos extendiendo el líquido por la alfombra. No podía creer lo que estaba oyendo y paralizada permaneció unos instantes sin tan siquiera parpadear.
Recordó las discusiones sobre la tenencia de aquella pistola en casa. Ella se empeñaba en que había que deshacerse de ella como fuera pero él, no accedió nunca a sus deseos.
El día del entierro, Marina, abrigada de familiares de su madre y amigos, lloraba desconsoladamente. Una de sus tías le rodeaba con los brazos acogiéndola en su regazo, besando su cabeza y regalándole pequeños gestos de cariño.
Ana acudió con su madre y su padrastro. La ceremonia se realizó bajo un cielo gris que salpicaba agua con gran intensidad.
Terminada la despedida, Marina pidió a los presentes que la disculparan pero que necesitaba quedarse allí mismo en soledad.
Excepto Ana , que con sus brazos impidió a su madre y a su compañero seguir a los demás, el resto de asistentes respetaron su decisión y con paso lento, dieron media vuelta dejando a la chica bajo la protección de un negro paraguas e inmersa en su pena.
-¿qué haces Ana ?, Marina desea estar sola ¿no le has oído? ¿no ves como se van los demás?, dijo María a su hija ante la mirada interrogante de su compañero
Ana, haciendo caso omiso a las palabras de su madre, acercándose a Marina y poniéndole desde atrás la mano sobre su hombro, la invitó a darse la vuelta.
- Marina no llora por nuestro padre, dijo Ana y proseguió ..solo espero que algún día puedas perdonarme mamá.
-¿vamos a dejar que tu madre cargue con esto?, le dijo Ana a Marina.
- ¡¡ Ana, ¿qué estás diciendo? !! - protestó María.
- Mamá, fue Marina quien disparó a nuestro odioso padre.
- ¡¡¡ Pero qué estás diciendo …. Ana por favor !!!, gritó su madre.
- Ana continuó ..-”Marina y yo planeamos deshacernos de ese cerdo inmundo. Le hablé de la pistola que tenía y de donde la guardaba. No habíamos trazado el plan cuando Marina, la última noche ya no aguantó más. Se me adelantó. Esto era cosa de las dos. Claro está que su madre se ha autoinculpado para proteger a Marina, pero las culpables somos nosotras” se volvió hacia su hermana y mirándole a los ojos le dijo -” No te preocupes Marina, Pedro es abogado, dijo mientras señalaba a su padrastro. El nos ayudará ¿verdad Pedro? “
- ¡¡¡ no entiendo nada !!! ¿queréis explicarme qué sucede aquí? dijo desesperada María.
Ana y Marina se fundieron en un abrazo mientras daban consuelo mutuamente a sus almas y dejaban que las lágrimas desconsoladas de sus corazones hablaran de su dolor, del dolor acumulado noche tras noche en la oscuridad de sus habitaciones, en la intimidad de sus sábanas ....

- ¡¡¡ Ese cabrón no volverá jamás a abusar de una niña !!!

Jardín Enamorado

Helena tenía 20 primaveras recién cumplidas. Su hermosura, fruto de la juventud, se irradiaba por dentro y por fuera. Enamorada de la vida y del amor, su rostro, elegante y delicado espejo, reflejaba su alma henchida de felicidad

Cuando el amor y la plenitud de aquellos sensacionales años le hacían lucir con el brillo y el esplendor de la rosa más bella y radiante, Javier le abandonó.
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Con los primeros rayos de cariño, latiendo unidos su corazón y el de su primer amor lograron el amanecer de un jardín de aromas intensos, en el que sembraron los sentimientos más puros y a los que no dejaron de regar, abonar y mimar manteniéndolos vivos durante tres años, tres maravillosos años. Los rosales se levantaban hermosos representado la belleza de su amor con sus tallos salpicados de pequeños pinchos que lograban ser salvados con el cariño de ambos. Un grupo de amapolas de colores diferentes eran la sencillez que tiempo atrás les había unido y las blancas margaritas, salpicadas por toda la extensión, alimentaban la sinceridad de la que nació su amor. Los misteriosos gladiolos apostados a lo largo del muro, prestaban elegancia a la relación y las blancas y voluminosas hortensias transmitían la pureza que brotaba de su enlace. El Sauce Llorón que reinaba en una esquina del jardín, les acompañaba en sus lágrimas cuando brotaban, dándoles cobijo y consuelo. Las ortigas que de vez en cuando brotaban, morían afectadas por la intensidad de los sentimientos pero antes de fallecer, se antojaban la infusión perfecta para reforzar la unión.
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Hacía unos meses que él permanecía sumido en el silencio y la distancia, y había dejado de prestar atención a aquella flora sentimental que tanta felicidad les había dado. A pesar de que ella seguía entregada en cuerpo y alma a sus cuidados, parte del jardín comenzó a ajarse dejando paso a las malas hierbas. Poco antes de que Helena dejara atrás los 19, se dio cuenta de que los latidos de su amado parecían haberse desmarcado de los suyos, provocando amargas arritmias amorosas. El miedo a que ambos corazones ya no volaran al unísono apresó su alma. Sus temores se confirmaron cuando Javier, una oscura y triste tarde, se acercó al jardín y arrancando de cuajo sus marchitados sentimientos y arrastrando con ellos sus raíces, se marchó sin mediar palabra. Pasadas unas lunas, descubrió que los sentimientos de Javier lucían y florecían en otro jardín. La luz que desprendía la bella mirada de Helena perdió su intensidad. Su corazón se encerró en la soledad de sus latidos y su alma embargada por el dolor, se refugió en los recuerdos olvidando el cruel presente que le había despojado de su gran amor.
El cariño, el tesón y la bondad del abrazo de la amistad, lograron abrir las rejas que encarcelaban a Helena, lograron romper el candado que custodiaba su alma y la vida volvíó tímidamente a sembrase en su interior, aunque su herido corazón seguía buscando sus recuerdos como una necesidad vital.
Durante un tiempo, la nostalgia de Helena se empeño en acoger a vendedores de semillas con almas solitarias en aquel jardín que deteriorado y marchito reposaba en la oscuridad del olvido. Ella albergaba el deseo de volver a cuidar un paisaje frondoso, lleno de color y aromas de felicidad. Lo intentó en varias ocasiones, pero la simiente que sus pretendientes inseminaban en su dañada tierra no prosperó y siempre, acudía vestida de desilusión junto a su sauce llorón que a su pesar, a penas le daba cobijo pues él también estaba sumido en la tristeza.

Un atardecer, un corazón relleno de bondad se acercó a Helena ofreciéndole el secreto para volver a empezar. No era un interesado vendedor como el resto, a penas pedía gran cosa a cambio, tan solo una sonrisa y la satisfacción de haber sembrado un granito de esperanza que fructificara con la fe de ver amanecer de nuevo la vida. Helena le abrió las puertas de su jardín y él, con las manos rodeadas de magia, libró la tierra de las malas hierbas, extrayendo del alma de Helena los sentimientos de rencor que albergaba, arrancó las raíces podridas que aún permanecían enterradas en el corazón de ella en forma de sentimientos de culpabilidad. Limpió y allanó el jardín abriendo los ojos de Helena, secando sus lágrimas y mostrándole que sólo en ella misma residía el secreto de la felicidad. Tan solo cuando consiguiera limpiar su alma de las amarguras del pasado reservando tan solo un trocito para albergar los buenos recuerdos, tan solo cuando su alma y su corazón moraran en armonía y satisfechos de vivir sin la necesidad de otro amor, solo entonces podría comenzar de nuevo. Le mostró el porqué de que una semilla sembrada en tierra resentida y afectada de enfermedad, acababa enfermando de igual modo haciendo imposible su brote. Le explicó que la tierra cobijada en su jardín necesitaba ser regenerada y mimada hasta que lograra rebosar de vida por si misma. Luego, estaría lista para volver a crear …..

Premoniciones

Había decidido salir el día siguiente a dar un paseo por la naturaleza, en soledad, con el fin de despejar su mente y reflexionar con tranquilidad, rodeándose de un aire un poco más puro que respirar así que, se metió en la cama temprano con el fin de madrugar.
Se fue muy temprano, poco después del amanecer. Cargó su pequeña mochila en los hombros y salió dispuesta a que la madre natura le ayudara a encontrar alguna respuesta o le mostrara algún camino a seguir para poder así sobrellevar la carga emocional que le había tocado llevar consigo dentro de sus sueños.
Llevaba casi un año lamentando aquel don maldito que un buen día se había instalado en su mente y que a través de sus sueños le delataba la realidad más negra que estaba por venir. Durante su travesía se cruzó con varios caminantes, algunos solitarios, otros, tal fue el caso de un vecino de su comunidad, acompañados de sus perros , incluso, familias o padres con niños que habían salido a disfrutar también de aquel maravilloso entorno la mañana del domingo.
Mientras caminaba, iba recordando lo que meses atrás empezó a atormentarle. Comenzó desde el inicio, buscando los porqués de algo en que un principio no tenía otra explicación que la que se refería a haber adquirido una capacidad sobrenatural indeseable.
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La pesadilla que le mostró la primera premonición de una realidad próxima, oscura y triste se manifestó en sus sueños con meses de antelación a ser cumplida. Al despertar de aquel terrible viaje, pensó como en otras ocasiones que había sido una mala pasada de su subconsciente en estado REM y solo cuando la realidad desvelada en su viaje durmiente llegó, solo entonces supo que aquello había sido una premonición. ¿Cómo iba a imaginarse que en verdad ocurriría?. Cuando a los cuatro meses aquella sobrinita de su amiga falleció repentinamente, se dio cuenta de que quizá ella había sido la primera en saberlo. Los remordimientos por no haber pensado que su pesadilla pudiera hacerse realidad e intentar evitarla, apretaban cada vez más y Laura sentía la sensación de que acabaría ahogándola. Quedó totalmente consternada pues al trágico suceso se le unía una anticipación onírica de la que ignoraba si había sido fruto de la casualidad o si desgraciadamente era el inicio de una serie de augurios.
La segunda premonición se declaró pasados dos meses desde que se cumpliera la primera. Además, se repitió durante varios días, todas las noches la misma representación se escenificaba en su mente. Un amigo del pasado con el que había tenido un malentendido no solucionado y del que se había separado hacía ya más de dos años, sufría un grave accidente de tráfico del que no podía discernir si salía con vida. La pérdida de contacto con él hacía muy difícil su localización. Las últimas noticias que tenía hablaban de que había salido de la ciudad y que andaba de un lugar para otro. Tenía que avisarle de que su sueño podía cumplirse, no importaban los errores del pasado ni que la tomara por loca. Los nervios empezaron a apoderarse de ella. No tenía ninguna referencia. Recordaba que sus padres ya no vivían y el resto de amigos comunes también habían perdido contacto con él. Después de un par de días de desconsuelo, recordó la existencia de una hermana. La recordaba vagamente pues tan solo le había visto en un par de ocasiones. No estaba segura de que siguiera en aquella ciudad pero comenzó indagando por ahí, intentando darle localización. Después de multitud de idas y venidas, solicitando información en instituciones, llamadas de teléfono y otras pesquisas, aquella chica pelirroja de melena rizada apareció. Tímida y de mirada entristecida por las circunstancias que atravesaba, le informó de que hacía una semana le habían llamado para comunicarle que su hermano permanecía en un hospital en estado de coma tras haber sufrido un terrible accidente en el carretera.
La angustia por no haber podido llegar a tiempo borró por unos días el miedo a un nuevo y fatal augurio. Volvieron a remorderse sus entrañas por no haber podido localizar antes a su amigo pues estaba segura de que su sueño, le había dado el tiempo suficiente.
Había ascendido un tramo extenso y decidió sentarse a reposar en unos troncos caídos que descansaban en un punto del recorrido. Sacó de su mochila unas barritas de cereales bañadas de chocolate y su bebida isotónica e inmersa en su pensamientos, continuó recordando.
Cada noche intentaba poblar su mente antes de dormir con bellos argumentos con la esperanza de que fueran el único equipaje que el estado de consciencia se llevara consigo antes de cruzar al otro lado poseida por Morfeo. Durante un tiempo, sufrió pesadillas sin sentido que ella se empeñaba en convertir en acertijos o adivinanzas, relacionándolas con la realidad, buscando dobles significados o metáforas y escudriñando cada detalle. No podía permitir que estando en sus manos el evitar una desgracia … no pudiera hacerlo. “El tiempo se le antojaba ORO” .
Pero la tercera le sorprendió y fue para ella un castigo por no haber llegado en las dos ocasiones que la precedían a tiempo de salvar las vidas de los protagonistas de sus films nocturnos de terror. No le dio tiempo a pensar. Aquella misma noche, el desarrollo de su pesadilla, fue acompasado con la realidad y cuando la muerte onírica le hizo cruzar al mundo consciente, la consciencia le recibió con un augurio cumplido. Un ser querido, había fallecido durante la noche ……..
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Se estaba empezando a levantar un aire fresco que Laura aceptó con gusto, ya que, llevaba un ratito sentada y había notado una especie de mareo que achacó al calor acumulado durante la primera etapa de su paseo. Quiso parar de pensar, pero su mente echó mano de su autonomía y se impuso a su voluntad continuando con su historia.
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Después de aquella última premonición que compartió sus instantes de proyección onírica con la realidad, y tras la pérdida de aquel familiar al que le unía además de la sangre, los sentimientos más puros, sinceros y llenos de amor que pudieran imaginarse, comenzó a soñar con su propia muerte. Los sueños en los que perdía la vida ocuparon todos los viajes de su subconsciente en los días siguientes, pero nunca sucedían de la misma forma así que, había llegado a la conclusión de que en cualquier momento, de forma inmeninte y en cualquier circunstancia la muerte iría a buscarle sin poder evitarlo. Ya no había tiempo para esquivar al destino desvelado, sus sueños jugaban con ella, revelándole con cada viaje una muerte diferente. Así que, su estado mental la tenía sumergida en el miedo y la desesperación. Mientras revivía la peor parte sobre el cariz que sus sueños habían tomado, iba notando punzadas y dolores por cada parte de su cuerpo. Le faltaba el aire, su corazón latía rápidamente y con un terrible y repentino dolor de cabeza intentó pedir ayuda desesperadamente intuyendo su final, su muerte anunciada. Cayó fulminada. Cuando su alma abría la puerta del más allá, una especie de cálidos e húmedos besos invadieron su cuello y su rostro y unos alaridos desesperados semejantes a los aullidos de un lobo, fueron la despedida que sus oídos escucharon.
Despertó atormentada con los gritos que le llevaban al otro mundo y el escandaloso sonido de su despertador que al unísono, tomaban el ambiente acústico de su habitación. Eran las seis y media de la mañana. Sin moverse de la cama estiró el brazo para apagar aquel chillido intermitente e intentó recordar qué día era y a dónde debía acudir. Tras frotarse suavemente los ojos, atemorizada por la muerte que acaba de soñar una noche más, una opresión en su cabeza le azotó. Observó que frente a ella, bien acomodadas en su silla, su chandal, las botas de trecking y su pequeña mochila estaban esperándole. Por la noche, lo había dejado preparado para lo que había previsto como un encuentro con la naturaleza clarificador. Notaba su cuerpo dolorido, y recordó la sesión de Aerobic del viernes después de meses sin hacer ejercicio. Las agujetas hicieron mella en cada lugar de su fisonomía. Además le dolía la cabeza y sentía su alma totalmente devorada. Boca arriba, con la respiración agitada cerró fuertemente los ojos llenos de lágrimas y maldijo una y otra vez y sin saber a quien, pidió y volvió a pedir que todo aquello fuera una pesadilla a punto de finalizar desde su primera y real premonición hasta el sueño mortal que acaba de tener.
Cuando dejó de presionar sus párpados y sus ojos volvieron a ver luz, notó que su cuerpo, incluída su cabeza que parecía una olla a presión a punto de estallar, permanecía paralizado. Intento moverse pero no pudo.. El rostro de su hermana apareció en su campo visual, con una sonrisa en los labios al mismo tiempo llamaba a alguien diciendo “¡¡ha despertado, ha despertado !!”. Laura no entendía nada y balbuceando logró decir ¿Qué pasa? ¿Dónde estoy?. Tranquila cariño … estás bien, eso es lo que importa -dijo su hermana rebosando dulzura … Saliste a dar un paseo campestre y todo apunta a que te quedaste dormida en unos troncos del camino. Sumergida en tus sueños debiste moverte y caíste unos metros golpeándote todo el cuerpo con las piedras y la maleza del terreno. Un árbol frenó tu descenso pero te golpeó la cabeza. Perdiste el conocimiento. Fue el perro de nuestro vecino quien te encontró en una de sus incursiones por la maleza. Intentó despertarte lamiéndote el rostro y el cuello y terminó llamando a ladridos a su amo ......

Fobia

Roberto, ya en la habitación donde Jorge quedaba ingresado, rodeado del personal sanitario que trabajaba con él en la clínica dijo:
- Todos sabemos que con una identificación a tiempo del problema y el tratamiento adecuado, se puede llevar una vida normal sin más necesidad que el control correspondiente. La falta de ambos puntos ha llevado al paciente a una fase avanzada por este motivo se ha hecho imprescindible su ingreso en este sanatorio. Veremos como reacciona al tratamiento, tengo muchas esperanzas y además me consta que el paciente va a ponerlo todo por su parte. Gracias a todos.”
Desde que era niño, Jorge había sufrido terrores nocturnos que le crearon estados de ansiedad y nerviosismo. Los pediatras decían que no había que darle mayor importancia, muchos niños los sufren durante una época pero luego, igual que vienen se van. En la adolescencia, aquellos problemas se transformaron en diversos trastornos del sueño que Jorge mantuvo en silencio y que gracias a la flor de la juventud fue superando poco a poco. Pero al llegar a la edad adulta, volvieron y la metamorfosis de sus problemas nocturnos tomó un cariz que a pasos de gigante y en los últimos tiempos había terminado por desequilibrarle, llevándole a un deterioro psíquico y físico difícil de sanar.


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Jorge vivía solo y no se le conocía familia alguna. Su casa, donde llevaba establecido muchos años, estaba en la parte antigua de la ciudad. En los últimos tiempos se había convertido en un temido personaje solitario y atormentado. Había dejado el tratamiento que el médico le había recetado contra la ansiedad y que a pesar de no ser suficiente por falta de identificación del grado del problema, impedía el avance de su dolencia. Su empeoramiento fue vertiginoso. Durante el día se encerraba en casa aislándose del mundo y tan sólo por la noche, se animaba a salir a la calle. El vecindario, con sus lenguas sucias e ignorantes hablaban de que el mismo demonio le tenía poseído. Sus amigos, hartos de no dejarse ayudar con sus continuas negativas y sus brotes psicóticos terminaron dejándolo de lado.
- “ ¡¡Tienes que ir al médico Jorge !!, no puedes seguir así “ le recordaba cada día Esther, la única vecina de la comunidad cuya sensatez no le permitía ignorarle. ¡¡ no debiste dejar el tratamiento, tu ansiedad te está dominando !! ”Seguro que hay una solución para esto, seguro que pueden ayudarte “ Además …. ¿te has mirado al espejo?, estás desmejorado, y cada día que pasa estás peor “
- “ ¡¡ Ni hablar !!, seguramente me tomen por loco y me encierren para siempre. O quizá quieran ingresarme en la unidad del sueño atiborrándome de somníferos y relajantes para estudiar el ritmo de mis sueños y mis sueños ….. son mi propia muerte.
- “ Creo que estás exagerando ¿no te parece?
- ¡¡ No, te lo parece a ti !!
- Pues si en verdad es tan grave, razón de más para que acudas a un especialista. Te estás devorando por dentro y en tus manos está llegar a tiempo. Dudo que tu muerte esté en tus sueños pero lo que es seguro es que tus estados físico y psíquico serán tus verdugos.
Esther, se negaba a dejarle en la lista de personas perdidas y sin solución. Tenía que aguantar los insultos del resto de vecinos que no entendían como se ofrecía a prestarle atención. Procuraba ver a Jorge todos los días y tristemente, comprobaba como día a día su estado de salud empeoraba y cómo seguía en su postura de no buscar ni aceptar ayuda.. En más de una ocasión, fuera la hora que fuera y temiendo por su vida, había ido a buscarle al parque, lugar que le recogía en sus momentos más duros. La situación se estaba desbordando. Las ojeras de Jorge habían borrado de su rostro ese atractivo que siempre le había caracterizado, había perdid peso, fuerzas y energías. Su cabeza se había habituado ya al dolor y su estómago cada día aparentaba estar más delicado. El estado de nervios y estrés sin tratar había empeorado su estado mental.
Aquel día, al caer la oscuridad, se había esforzado como otras noches en mantener sus ojos abiertos y la mente despejada pero el cansancio acumulado y la necesidad de reposo le vencieron. Cada noche en la que el sueño le vencía, sus viajes por el subconsciente se le antojaban terribles delirios dispuestos a llevarle a la demencia..
 Se había convertido en un@ de es@s chic@s de aquella saga de películas de terror, “Pesadilla en Elm Street” con la diferencia de que su miedo no lo creaba un ser con jersey a rayas, la piel quemada y afiladas cuchillas en lugar de dedos, lo ejecutaba la sombra del destino y en lugar de quitarle la vida de un plumazo como Freddy Kruger, el sino actuaba lentamente, le entrecortaba el aliento impidiéndole respirar, le alargaba la tortura cuando la salida se hacía visible y cuando la muerte le fundía con sus garras y el terror último se apoderaba de él, le devolvía a la consciencia derrepente dejándole sobrevivir en el trayecto onírico para ir muriendo atormentado con cada sueño por venir y con cada atisbo de vida. Así pues, aquella noche, de madrugada, en el primer descuido del ángel ejecutor que custodiaba sus pesadillas, levantó sus párpados cansados y salió de casa para que el aire de la noche le diera un respiro . No podía volver a dormir pues la muerte quizá fuera inminente. Encajando su rostro en el abrazo de sus extremidades superiores y peleando con la angustia a la que el monstruo que habitaba su mente le estaba sometiendo, se acomodó en aquel paraje bajo la luz de luna llena esperando sumergido en la consciencia la llegada del amanecer. Y así, en uno de los bancos que bordeaban el sendero, acompañado por el silencio y la oscuridad se adentró en las horas de la vigilia obligada por su tormento.. En su alacena mental, un pensamiento se había rebelado hacinando al resto en la cárcel del estante del olvido y en su corazón, un sentimiento de terror se nombró así mismo amo y señor sometiendo a los demás a su voluntad.
El helado y blanco invierno que meses atrás había recogido el testigo del ocre regazo del otoño, se acercaba ahora al fin de su travesía. La hermosa primavera vestida con sus mejores galas y engalanada con una dulce y floral fragancia, esperaba impaciente en su estación para tomar el relevo e inundarlo todo con su esencia. Era tal su impaciencia por tomar las riendas que aquél día lanzaba en forma de anticipo cintas irisadas y cálidas impregnando el ambiente de color y brillo haciéndolo realmente acogedor.
El camino del parque no era visible en su totalidad pues surcaba toda la extensión serpenteando y creando así una travesía natural extraordinariamente atractiva. Numerosos viandantes que paseaban animados por la belleza y el cálido abrazo de aquel regalo primaveral en plena recta final del invierno disfrutaban del milagro. Los setos que lo separaban del cuidado césped y de los árboles centenarios lucían con un verde especial. En el pequeño estanque, un grupo de ánades picoteaba migas de pan que los niños entre risas enviaban al agua y los pajarillos, revoloteaban entre los árboles contribuyendo con sus sonidos a que la melodía de la estampa fuera una hermosa sinfonía.
A Jorge, el amanecer le pasó desapercibido. Pasadas unas horas del bello acontecimiento y ajeno a la espléndida mañana que se había presentado, permanecía sentado casi en la misma postura con la que había dado las buenas noches a la luna. El mismo estado de histeria interna que le devoraba el alma, cegaba también su mirada con un manto negro de temor, ensordecía sus oídos con endiabladas voces y con amargos efluvios le privaba de los aromas a vida que se respiraban en el aire. Cuando levantó la cabeza su mirada se topó con la imagen de un motero aparcando su Harley en un mini parking a la entrada de aquel paraíso. El terror asomó en sus ojos cuando aquel diablo negro se le acercó. Se levantó del banco y de pie, inmovilizado por el horror, cerró fuertemente el puño. Frente a frente, cuando cruzaron sus miradas le escuchó decir “ha llegado tu hora” . Jorge, levantó el brazo y le asestó un golpe en el rostro antes de echar a correr por el sendero. La víctima de su puño corrió detrás de él intentando darle alcance mientras la sangre como en una cascada realizaba el salto desde su barbilla. Jorge corría evitando los márgenes del camino, pues los frondosos setos se le antojaban plantas vivientes que con sus finas garras pretendían asfixiarle.



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- Somnifobia, dijo Roberto, sin verle y estudiarle no puedo asegurarlo, pero juraría que se trata de Somnifobia.
- ¿Somnifobia?preguntó Esther … ¿puedes darme más detalles?
- La Somnifobia es el miedo persistente e injustificado a dormir por el temor del ensoñador a perder la vida durante el sueño, temor a no despertar, temor a dejar de respirar. Toman sus sueños como delirios terribles que en algunos casos consiguen llevarles a la locura. Su deterioro mental y físico es impresionante. Es una de las fobias más serias.
Esther, desde hacía días se mantenía en contacto con Roberto, buen amigo y buen profesional. Trabajaba en una clínica psiquiátrica y telefónicamente, él le había ido aportando pequeñas posibilidades, detalles e impresiones sobre la situación de Jorge solo por los síntomas que ella era capaz de describir. A Roberto, el caso le interesaba, y deseaba establecer un diagnóstico determinante a pesar de que, como ya le cometara a Esther, estaba casi seguro de la fobia que atormentaba a su vecino. Así pues aquella mañana se acercó a casa de Esther con el fin de aprovechar la circunstancia de su cercanía con la vivienda de Jorge e intentar hablar con él, aunque era consciente de que quizá no aceptaría.
Cuando Esther y Roberto llamaron al timbre nadie respondió. Ella golpeó la puerta y al mismo tiempo en alta voz dijo: “ soy yo Esther, ábreme Jorge por favor”. A ella, jamás le había dado con la puerta en las narices.
Ante el silencio como respuesta, Esther pensó en el parque y le dijo a Roberto que le siguiera, que estaba casi segura de donde encontrarle.
 
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Corría desesperado con la mirada fija en el horizonte buscando ansioso el final del camino. El sudor frío recorría su cuerpo empezando por su rostro. A la altura del estanque observó como los pequeños siervos del diablo que le pisaba los talones, que alimentaban con podridas entrañas un pequeño lago de lava se reían de él y sin mirar empujó al fuego líquido a dos de ellos … Echó la vista atrás para calcular la distancia que le separaba del gran demonio que ahora debía de estar más enfadado por haberse desecho de alguno de sus pequeños diablillos con la esperanza de que parase a recogerlos. Y así fue, el agredido motorista paró para ayudar a aquellos niños que derrepente se vieron apurados dentro del agua y a sus padres que intentando auxiliar a sus hijos y muy asustados se deshacían en chillos pidiendo a los paseantes que atrapasen a aquel desalmado. Jorge notaba como se quedaba sin aliento …..Sentía que se obstruía su garganta y el aire que respiraba pujaba formando un tapón que lo matenía alejado de sus pulmones. Ahora, además del innombrable, cientos de sus vasallos intentaban frenarle en su huída y el los empujaba hacia los lados con todas sus fuerzas. Miraba desesperado el final del camino en el horizonte pero cuando lo alcanzaba, una vez tras otra, con cada corte se compinchaba una curva burlona que le devolvía de nuevo a la senda. El sendero iba y venía, no tenía fin y Jorge con un nudo en la garganta sintió que no había sitio para el último respiro. Pequeños sonidos estridentes salían de entre las ramas de aquellos árboles que le observaban durante su carrera y con sus manos presionaba sus oídos para evitarles tal tortura. Sin cesar de correr, cerró los ojos temiendo su inminente muerte y en su desesperado último esfuerzo, chocó con una fuente de piedra que reinaba a la vera del camino. Rebotó golpeándose el cuerpo con la fortuna de librar la cabeza.
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Esther y Roberto llegaron a la entrada principal al mismo tiempo que lo hacía la policía. Una ambulancia había llegado con antelación, se la podía ver a lo lejos con las sirenas en modo visual. Ella preguntó qué era lo que sucedía a un agente que corría portando un Walky Talky en la mano pero no obtuvo respuesta. Una mujer que paseaba por allí ante el silencio del policía, le dijo: - un hombre que se ha vuelto loco, viene mucho por aquí pero nunca se había comportado de esta manera. Ha golpeado a una persona en la nariz simplemente porque le ha preguntado la hora, ha arrojado al agua a dos niños que reían dando de comer a los patos, se ha abierto paso por el camino emprendiéndola a golpes con los paseantes que intentaban pararle en su huida y al final, ha tenido un accidente, creo que se ha golpeado con algo y ha caído al suelo.“ Los nervios se apoderaron de Esther y mientras Roberto le acogía abrazando su cintura, ella hablaba consigo misma repitiéndose una y otra vez “por favor, por favor, que no sea él“ . Aceleraron el paso hacia aquel tumulto que podían discernir al fondo. Cuando llegaron al lugar donde Jorge permanecía tumbado, alegando con engaño que era un familiar acompañada de un médico le dejaron acercarse. Hundió sus rodillas en el suelo y se inclinó para acercarse a su cara. Jorge estaba consciente y al verla, con la voz temblorosa y entrecortada le dijo: “ no dejes que el ángel negro me robe el aire que respiro por favor, prometo seguir tu consejo y buscar y aceptar ayuda”. Esther, dejando escapar unas lágrimas por la emoción, le besó en la mejilla agarrando suavemente su cabeza y acercándose a su oído le contestó … “ no te preocupes, el ángel negro ha huido al enterarse de que vas a luchar por seguir respirando, por ganar la batalla “.
Los efectivos de la ambulancia la apartaron para subir la camilla al vehículo.
- Olvidé decirte una cosa… le dijo Roberto mientras observaban como se llevaban a Jorge, - esto me confirma el diagnóstico del que ya te había hablado.
- Tú dirás, contestó con temor

- La tercera fase ….cuando los delirios nocturnos se encuentran tan solos que aprietan y aprietan hasta lograr acompañarse de alucinaciones diurnas o en estado de vigilia. Esperemos que haya sido la primera, hay muchas esperanzas de que su tormento desaparezca en favor de la aparición de una nueva vida. No te preocupes, yo me encargo.