miércoles, 31 de octubre de 2012

Ana y yo


Nos conocimos en el Instituto y desde entonces, unidas por la misma pasión y por una amistad cultivada,  hacíamos honor a eso de ser como uña y carne hasta el punto de ser inseparables.
Ambas vivíamos en la ciudad, en el piso de los padres de Ana, que una vez huérfana había heredado. Nos había unido nuestro afán de triunfar o de dedicarnos a lo que más nos gustaba …. las artes escénicas. Pero la vida artística no pintaba nada fácil, y aun sin ninguna pretensión (excepto en sueños, porque soñar es gratis), de subir a lo más alto, ganarse la vida con nuestras aptitudes se había convertido en algo imposible de conseguir. Ambas acabamos trabajando en lugares que distaban totalmente de nuestros deseos y para lo que realmente nos sentíamos preparadas. Por lo que a mí concierne, a pesar de estar en los ficheros de datos de numerosas agencias, había dejado ya hacía tiempo de presentarme a castings y otras pruebas de selección. A veces, aun sabiendo que yo ya había renunciado a seguir intentándolo, me apuntaba sin decirme nada a todo lo que ella se presentaba y cuando teníamos la suerte de ser seleccionadas para hacer una prueba, ella continuaba, generalmente sin suerte, pero decía que nunca dejaría de intentarlo y que haría todo lo que fuera. De hecho, se enfadaba conmigo por el desinterés que yo había alcanzado y me recriminaba que los sueños a veces, se hacían realidad pero si creíamos y luchábamos por ellos.  La verdad, yo estaba con falta de ilusión o con el interés bajo mínimos,  y con la certeza de perder el tiempo me dedicaba a lo que me daba de comer, al fin y al cabo y tal como estaban las cosas, quedaba demostrado que yo no era tan siquiera buena como para conseguir un anuncio de salchichas.

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Ana pasó la adolescencia sumida en un infierno. Cuando tenía 18 años, su madre, harta de los insultos y los golpes a los que su marido les sometía tanto a ella como a su hija, se hizo con una pistola y le metió un tiro entre ceja y ceja una noche cuando dormía. En prisión duró apenas unos años, pues un cáncer agresivo acabó con su vida. Ana siempre pensó que aquella enfermedad también era culpa de su padre, pues solía decir que todo lo  que su madre había soportado, todo el sufrimiento provocado por su padre durante años se había ido acumulando dentro de ella y terminó por saliendo en aquella forma tan letal. En los años posteriores, Ana necesitó de ayuda especializada. Los daños producidos por el comportamiento de su padre tanto con ella como con su madre, la muerte de él a manos de ella, ver a su madre entre rejas y perderla poco después no fue una experiencia fácil de sobrellevar. Las pesadillas, las alucinaciones se repetían constantemente en su cabeza y aunque olvidar fuera imposible, la búsqueda por superarlo y madurar el dolor, todavía luchaba  y vivía dentro de ella misma.
Cuando tenía problemas, cuando el trabajo le fallaba etc… todo volvía a atenazarla, le secuestraba la ansiedad y terminaba en una depresión que la remitía de nuevo a todo lo vivido. Era entonces cuando yo me sentía perdida, cuando veía que mi ayuda era insuficiente y que irremediablemente necesitaba de nuevo a su psicólogo (del que nunca se desligaba totalmente) de forma más específica e intensiva quien siempre, tuviera Ana mejor temporada o peor, le día … “Ana, intenta sacar algo positivo de tu experiencia”.
 Por el contrario, el tiempo en el que ella se encontraba bien, era irrefrenable. Sonrisa en labio constantemente y siempre optimista, incluso con unas ganas desmesuradas de bromear y divertirse, como si quisiera aprovechar todo ese tiempo a tope por lo que podría venirle después.
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No obstante, la resolución de algunos problemas, situó a Ana en un estado psicológico y anímico muy bueno y yo me encontraba bien por ello.  Había conseguido un trabajo y con su sueldo y el que yo obtenía aguantando las pésimas condiciones de la empresa de limpiezas que me había contratado, habíamos conseguido subsistir  no sin sacrificios, pero al fin  y al cabo, subsistir.
En aquellos días, Ana estaba espléndida. Recuperó aliento y vida el día en que a pesar de no ser un trabajo ni bien pagado ni interesante le contrataron en la hamburguesería. Ya había pasado un año y en ese tiempo, ella se encontraba psicológicamente estable. Rebosaba ganas de vivir, de seguir luchando aunque tuviera que seguir asando hamburguesas, friendo patatas o sirviendo kepchup o mostaza. Había conocido a alguien que claramente había alegrado sus días, Erik, un joven que trabajaba en un taller de reparación de aparatos  cercano al lugar de trabajo de Ana y que casualmente vivía en el mismo edificio que nosotras en régimen de alquiler desde hacía muy poco tiempo. Casi todos los días, al cerrar el taller, entraba en el Burguer a comer algo aunque después, no solo era el hambre el que le llevaba a sentarse en una de aquellas mesas .  Además, su tratamiento psicológico ya llevaba un tiempo reducido tan solo a terapia, a palabras, a comprensión y a consejos,  puesto que la medicación había ido siendo suprimida poco a poco ante los avances conseguidos. Nunca se descartaba volver, sus altibajos habían quedado más que demostrados anteriormente pero ante tanta mejora durante mucho más tiempo del que había conseguido en ocasiones anteriores,  cabía esa esperanza de tener el tema controlado y si no se libraba de la ansiedad, a la que todos en un momento u otro nos vemos sometidos,  al menos aprendería a controlarla sin que desbordara y le provocara daños mayores que le hicieran regresar a su pasado.

La suerte me sonrió, nos sonrió, cuando encontré la oportunidad de cambiar de trabajo, de dejar aquella empresa de limpiezas, para incorporarme en una nueva ocupación. Se trataba de una fábrica, donde indudablemente debía trabajar más horas, el trabajo era pesado pero la compensación económica y las condiciones mejoraban el anterior. Ana, por su parte, complementó su trabajo del Burguer al que acudía por las tardes, ejerciendo de canguro con bebes cuyas mamás trabajaban por la mañanas. Por fin, pudimos hacer algunas cosas pendientes, entre ellas y aunque parezca insignificante, volvimos a dar de alta la línea telefónica, aquella que causó baja (nos la cortaron) cuando el exceso de gastos y la falta de ingresos nos obligaron  a dejar de pagar. Tiempo después, se llevaron hasta el teléfono.
Todavía recuerdo aquella tarde, cuando al volver a casa me encontré a Ana en el rellano, sonriendo y hablando con aquel amigo especial que portaba una pequeña caja de herramientas y que gustosamente se había prestado a regalarnos e instalarnos un aparato que no utilizaba y que descansaba cubierto de polvo en una estantería de su taller. Así además nos ahorrábamos el importe del alquiler del teléfono.
-          ¡¡Buenos días Marta!! – me dijeron los dos al mismo tiempo con brillantes sonrisas vistiendo sus labios. Y ella continuó riendo …. -¡¡ya nos pueden llamar!!
-          ¡¡Siiiiiiiiii!! –exclamé contagiada de su alegría. ¡¡Buenos días a los dos!!, muchas gracias Erik!!


Pero los tiempos en los que Ana parecía ser feliz  ….. terminaron un buen día, de la noche a la mañana con un fuerte episodio. Cierto era que llevaba unos días antes demostrándose nerviosa y distinta, con una conducta un tanto extraña pero derrepente …..
El día que empecé a comprender que todo había comenzado de nuevo llegué a casa a última hora de la tarde, cuando la noche asomaba y saludaba. Tras mi jornada laboral en la fábrica me entretuve con un grupo de amigos con los que después de ir a comer a un restaurante cercano, compartí mesa, risas y unas jarras heladas de refrescante rubia en una de las cervecerías que más solíamos frecuentar. Llamé a Ana cuando mis amigos se marcharon. Yo estaba entonada y si ella accedía, podíamos quedar y tomar algo antes de ir a casa. No me contestó,. No me extrañó, probablemente estaría por ahí con Erik con quien siempre volvía al terminar en la hamburguesería o quizá con Sara, esa rubia despampanante de cutis perfecto que tras acabar sus estudios de estética se vio sin la posibilidad, al igual que nosotras, de trabajar aplicando sus recién graduados conocimientos. Había pensado en montar su propio salón de belleza pero para hacerlo necesitaba dinero, tanta cantidad como para endeudarse lo menos posible. Acabó también trabajando en el Burguer, compaginando su trabajo allí con cursillos afines con su formación , beneficiada por la manutención de sus padres con los que vivía. Aquello  le permitía ahorrar poco a poco la cantidad mínima a alcanzar para poder subir el primer escalón que le llevara a cumplir su sueño.
Así  pues, sin muchas ganas, tomé camino a nuestro hogar. Cuando, un tanto abrumada, conseguí abrir la puerta, me encontré la casa totalmente a oscuras. A tientas logré encender la lamparita del recibidor. Mis ojos me devolvieron una imagen que aun hoy me estremece cuando la recuerdo. Ahora pienso que si aquella tarde no me hubiera tomado esas jarras de cervezas, el miedo hubiera hecho que me desmayara. Ana estaba allí, frente a mí, fue como una aparición inesperada. Como en esas películas …  Estaba de pie, cubierta con un camisón blanco. Sus pies desnudos sobre el suelo parecían pegados a él soportando el rápido temblor de sus piernas. Un pequeño charco de agua los rodeaba y trozos de cristales yacían en la alfombra. El cabello negro y liso de Ana  caía sobre su rostro, un rostro que además de pálido mostraba una profunda mueca de terror. Volví mi mirada hacia el lugar donde sus ojos se posaban fijos, sin pestañear. Y allí, al final del pasillo,  la luz encendida del baño y el ruido del agua cayendo me propinaron uno de los escalofríos más intensos de mi vida. No sé qué fue lo que realmente me hizo reaccionar pero abracé a mi amiga, la llevé hasta el sofá donde conseguí que se sentara y diciéndole “no pasa nada, tranquila, no pasa nada,  voy a cerrar el grifo” la dejé allí sin dejar de repetir la frase.  Pero conforme avanzaba, aquella frase dejo de ser para ella para pasar a ser dirigida a mí misma, que me sentía totalmente aterrada. A mitad del pasillo la angustia me hizo volver sobre mis pies, tomé a Ana del brazo y abrí la puerta del apartamento dejando escapar un grito en nuestra huida. No pudimos cruzar el umbral … Erik tenía la mano a punto de presionar el timbre y chocamos con él…..
           Eran las tres de la mañana y después de tres tilas y la compañía de Erik, ambas habíamos recuperado algo de tranquilidad. Al contarle a Erik la situación, el valiente caballero entró en la casa y con decisión se dirigió al baño. Mientras lo hacía, yo entraba de nuevo a la sala abrazando a Ana que seguía sin articular palabra y sentándome con ella. El se encargó de todo, de solventar el problema que el agua había ocasionado en el cuarto de aseo, de recoger los cristales a pie de entrada y de tranquilizarnos, al menos lo suficiente, como para que Ana pudiera decirnos algo y yo pudiera escuchar.
-     Iba a darme un baño … he salido mientras se llenaba la bañera a por un vaso de agua y al         volver … al volver …- y Ana comenzó a llorar-,
-          ¿al volver qué cariño?, tranquila.- le dije-
-    Al volver he sentido como algo ha cruzado mi cuerpo, me ha traspasado dejándome cada milímetro de piel helado, me he mirado hasta llegar a los pies y al levantar la vista de nuevo he visto cómo mi padre entraba en el baño y …y … y ha vuelto su cara, estaba ensangrentada y me ha dicho … ¡¡ven aquí!!.- dijo sin dejar de llorar-
Erik y yo nos miramos atónitos.
Ana, durante sus períodos de crisis jamás había tenido alucinaciones de este tipo, sus
episodios solían tratarse de pesadillas y pequeñas visiones que continuaban durante unos minutos al despertar de ellas. Insistió en no comentarlo con su psicólogo, nos pidió que no lo hiciéramos tampoco nosotros. Explicó que ella seguía encontrándose bien, que estaba recuperada y que aquello que había sucedido era un hecho aislado y totalmente diferente. Respetamos sus deseos no sin dejar de vigilarla. Yo, de todas formas … estaba asustada, mi propia casa había empezado a asustarme.
                En los días que siguieron, Ana parecía no haber vuelto a tener una alucinación parecida. A veces la notaba nerviosa pero no aparentaba estar entrando de nuevo en crisis. Hasta aquella otra noche que …..
                Llegó acompañada de su compañera de trabajo, Sara y de Erik. Iban a cenar en casa pues tanta hamburguesa les tenía saturados. Cenamos los cuatro, y animados por el hecho de que era sábado y por las cervezas que cayeron después de la cena, estuvimos de tertulia, riendo y divirtiéndonos. La verdad es que yo estaba cansada y decidí la primera irme a dormir. Les dejé en la sala de estar de muy buen rollo y me despedí de ellos haciéndoles prometer que bajarían tan solo un poquito su tono.
            Las sábanas me engulleron y el frescor de mi almohada me llevó sin demora a los brazos de Morpheo. En mitad de la madrugada, ruidos que provenían de la habitación de Ana me sacudieron al mundo consciente.  Arrugué el ceño, miré la hora … las cuatro de la mañana. Pensé que Erik se habría quedado a dormir y que ambos todavía estaban de juerga. Vociferé protestando que no metieran tanto ruido pero Ana contestó con un alarido.
                Salté de la cama temiendo volver a encontrarme una dura escena como la de noches atrás. Salí de mi habitación y al abrir la puerta del cuarto de ella pude observar como su pequeña cama, sin levantarse a penas del suelo, se movía al mismo tiempo que las patas de su canapé golpeaban por turnos la tarima. Derrepente paró. Ana estaba sentada sobre la cama, con las piernas cruzadas y los brazos extendidos con el propósito de aferrarse a los lados del colchón. Lloraba y chillaba al mismo tiempo. Por un momento creía que la “niña del exorcista” estaba frente a mí y ya estaba imaginándome la cara de Ana cuando levantara su cabeza para mirarme. Pero cuando lo hizo, su cabello negro no me dejó ver su rostro. Me acerqué aterrada, reuní sus brazos extendidos para tomar sus manos entre las mías …. Me agaché y al retirar el gran mechón de pelo que cubría sus ojos y su frente no pude contener un grito de angustia. Los ojos de Ana estaban totalmente en blanco y su mejilla presentaba un golpe que ya empezaba a amoratarse. Grité y grité y volví a gritar presa del miedo. Entonces sus ojos volvieron, me miraron y dijo temblando:
-          Ha vuelto, y me ha pegado, como hacía cuando vivía.- ¡¡¡ sácame de aquí
-          ¿Quién? ¿tu padre? Pregunté sabiendo de antemano la respuesta y muerta de miedo –
-          ¡¡Si!! –exclamó-. Pero ¡¡salgamos, salgamos de aquí!! ¡¡¡Ayúdame!!!
La cama volvió hacer mención de traquetear de nuevo, tiré de Ana y salimos de aquella
 habitación. Nos encerramos en la cocina, expectantes …. Escuchamos el ruido de una puerta cerrándose y ya … el silencio volvió a apoderarse de nuestro alrededor.
            -          Llamaré a Erik, .-dije.
-         No, no lo hagas, déjalo, se fue tarde de aquí. Estará durmiendo y además ¿qué va a poder hacer él?
El psicólogo tuvo que incluirme a mí en el tratamiento de terapia de Ana. Yo estaba
asustadísima, incluso más de lo que parecía estar ella. Había contemplado con horror los ojos en blanco de mi amiga pero un estado nervioso extremo podía ocasionarlo, había visto el golpe en la mejilla, podía encontrarle explicación, con el movimiento de la cama puede que Ana se golpeara con la mesilla o la lámpara que posaba sobre ella pero el caso era que …. la cama se movía …. ¿qué explicación podía encontrar a eso?  Yo lo había visto con mis propios ojos.
           Conforme los días pasaban, mis temores iban creciendo. Procuraba estar poco en casa y durante las noches, Ana y yo dormíamos juntas. Me extrañaba su serenidad frente al miedo, en cambio, a veces me daba la sensación de que me ocultaba algo, de que tramaba algo porque en ocasiones, cuando topábamos parecía como si no quisiera que viera lo que hacía. Tuve que hablar con el psicólogo, temía que tanta serenidad y tanto secretismo frente a esta situación y frente a mí, escondía algo grave.
            Una noche, cuando volví a casa después de salir por ahí un rato, me encontré a Ana en compañía de Sara, quien hacía lo imposible por consolar su incipiente llanto. Estaban abrazadas. Cuando se dieron cuenta de mi presencia, deshicieron su abrazo y me apresuré al lado de Ana al ver su rostro golpeado de nuevo. Sus brazos desnudos también mostraban algunas magulladuras. Levantó su rostro, y con la mirada perdida, comenzó a tiritar ……….
Los palos de ciego del psicólogo y los daños que atenazaban a Ana, nos llevaron a la
conclusión a quienes estábamos sufriendo con ella, que debíamos buscar a alguien que se dedicara a temas de ésta envergadura.
-          Ha venido de nuevo .-dijo-. Ha empezado a golpearme, yo chillaba, le rogaba que me dejara en paz pero él no ha parado de pegarme.
-          Hasta que he llamado yo a la puerta de entrada.-interrumpió Sara y continuó.- Ana ha salido un poco antes del trabajo, le dolía mucho la cabeza. Cuando iba a cerrar me he dado cuenta de que se había dejado el móvil. He pensado en traérselo de paso que iba a la academia, ya sabes, mi cursillo ... He pasado primero por mi casa, para coger mis cosas de prácticas y he venido hacia aquí. Nada más acercarme a la puerta he notado algo raro que salía de dentro. He puesto el oído  y he podido escuchar un golpe seco, después un grito y por último llanto. He aporreado la puerta hasta que Ana ha abierto.  Y cuando la he visto ….. ¡¡¡ dios ¡!!
-          ¡¡ no sé cuando demonios va a acabar esto!!.- exclamé.-

        Erik decidió sacar a Ana de aquella casa. Si su padre seguía allí después de muerto, seguramente quería algo y estaba claro que lo que deseaba era llevarse a Ana con él. También me invitó a marchar con ellos pero yo, me negué, al fin y al cabo, estábamos al lado y si algo sucediera su ayuda llegaría pronto. Me quedé porque pensé que si Ana no estaba, esa fuerza que se suponía era su padre y que nada tenía que ver conmigo, se marcharía, o al menos, al no ser yo el motivo de su venganza, me dejaría tranquila.
Pero nada más lejos de la realidad. Ana era el principal objetivo de aquella fuerza sobrenatural pero estaba claro que  las sensaciones que yo percibía día a día, los episodios que vivía no habían ido tras de ella, seguían en casa y me tenían inmersa en lo más profundo del miedo. Empecé a escuchar en cualquier momento del día ruidos extraños, como si las cosas cayeran o golpearan las paredes.  A veces oia voces, gritos …. Me estremecía con cada uno de ellos y siempre acababa acurrucada en el rincón más cercano, encogiéndome sobre mí misma hasta que cesaban.
          Recuerdo la última noche, el último momento de esta historia sobrenatural. La madrugada lucía oscura e invernal, sumida entre los rayos y los truenos de una enorme tormenta. El viento, zarandeaba las gotas de lluvia y las estampaba contra los cristales de las ventanas. Aquella noche, la naturaleza se alió con nuestros fantasmas convirtiendo cada estancia, cada rincón de nuestro piso, en una horrible escena de terror. Parecía como si algo terrible, como si el fin fuera a suceder. Y estaba sola ... Entré en un estado de ira que me hizo gritar dejando que mi voz alcanzara los registros más altos. Como si la angustia y el terror acumulado hubieran sido mezclados en una coctelera y se hubieran convertido en zumo de rabia. Una fuerza que no sabía que tenía salió por cada uno de mis poros y me sentí valiente. Comencé a correr por la casa, encendiendo todas las luces y entrando en cada estancia, recorriendo cada centímetro al mismo tiempo que gritaba …
-       ¡¡¡BASTA YA, BASTA YA!!! Fuiste un hijo de puta en vida, hasta que la víctima de tus malos tratos se tomó la justicia por su mano, pero ahora estás muerto, este no es tu sitio y no voy a permitir que sigas jodiendo.
          Empecé entonces a dar golpes, a tirar pequeños muebles al suelo, a estampar objetos varios contra las paredes mientras mis cuerdas vocales no cesaban de expulsar mi voz desgarradamente. Parecía como si la locura se hubiera apoderado de mí mente y de mi cuerpo. Caí rendida después unos minutos. Después, presa de los nervios y de lo que acababa de hacer, comencé a llorar y a reir al mismo tiempo. Así permanecí un buen rato olvidándome de aquello que me había hecho comportarme de aquella salvaje forma. De pronto callé, como si volviera a la realidad después de un viaje fantástico y me dí cuenta de que, el silencio reinaba. Nada se oía, absolutamente nada. Sonreí y la tranquilidad que experimenté después me llevó a los jardines del subconsciente.
Cuando desperté, mi cabeza estallaba de dolor. Al mirar alrededor me dí cuenta del desastre ocasionado la noche anterior intentando combatir a aquella fuerza sobrenatural. Pensé en hacer las maletas, aguantar por más tiempo aquella situación iba a terminar conmigo aunque en el fondo, había empezado a sentirme menos cobarde y con fuerzas para seguir combatiendo hasta que consiguiera echar a aquel malvado de allí. Pero me fui.  Ana,  intentó indagar para ver si alguien conocía a alguien que pudiera ayudarnos y que no resultara un gasto económico, pero a mí, la idea de que alguien se entrometiera no me gustaba porque creía que despertaría quizá más fuerzas desconocidas y con una, ya teníamos suficiente. Además, siempre había pensado que el mundo de los médiums, parapsicólogos etc… era una mundo lleno de farsantes.
             Aquella tarde, sonó el teléfono.
-          ¡¡Hola Marta, soy yo!! .-dijo Ana y prosiguió-. Tenemos que vernos ahora, tengo que contarte algo y presentarte a alguien. No preguntes por favor. Tú ven.
Me dio una dirección y salí hacia el destino. Por el trayecto iba pensando que quizá, Ana había conseguido una cita con algún parapsicólogo o alguna médium. Me asustaba la idea de que una persona así, entrara en la casa y se dedicara a hacer ese tipo de cosas que solo había visto en las películas. ¡¡qué horror!! Pensaba.
Subimos al tercer piso. Ana parecía intranquila. Me sonreía con ese tipo de sonrisa nerviosa que demuestra que hay algo que confesar o que perdonar. “Entren sin llamar” rezaba el cartel de la puerta. Una mujer de unos 40 años nos recibió en primera instancia y nos instó a esperar unos minutos. Después, un tal Señor Morún, nos recibiría. Yo iba viendo a gente ir y venir, risas, teléfonos, visitas …. Miraba a Ana desconcertada, quien por mucho que yo mirara o preguntara permanecía en el mayor de los secretismos hasta que en un momento determinado me dijo:
-          Te voy a pedir un favor Marta. Nos recibirá este hombre y diga lo que diga, tú
que sí a todo, no preguntes y aunque te resulte todo extraño, no digas ni media palabra, por favor. Yo luego te explico…
Estaba claro que aquello no era el lugar apropiado para que un parapsicólogo o algo parecido tuviera su sede de trabajo cosa que me tenía desconcertada pero más aunme desconcertaron las palabras de Ana.
-          Pero ….. .-iba a responder cuando Morún apareció frente a nosotras.
-          Siento haberos hecho esperar,.- dijo un hombre que se acercó a nosotras tras esperar unos diez minutos-. “¡¡venid conmigo!!” .- continuó diciendo.-

Le seguimos y lejos de recibirnos en un despacho, nos llevó a una sala amplia, con espejos en las parades y suelo entarimado. Había un par de mujeres y tres o cuatro hombres, vestidos de forma extrafalaria, examinando unos cuántos papeles que posaban encima de una gran mesa redonda y discutiendo pacíficamente mientras cada cual exponía sus inquietudes o formas de ver. Les miré sin disimular … entonces Morún dijo:
-          En estos momentos estoy haciendo pruebas ….

¿Pruebas? Me dije a mí misma. Miré a Ana y ella, me hizo un gesto para que guardara
silencio.
-      Bueno querida Marta, .- dijo aquel hombre con una cinta de vídeo en la mano.- debo de confesarque tu última escena ha sido sensacional. Me ha gustado toda tu interpretación a lo largo de los días, pero la última estuvo genial. Tus gestos, tu rostro, esa locura que manifestaste ….. totalmente creíble. Y tú Ana, perfectamente en tu papel … tienes que decirme quien te caracterizó así, debe de recibir alguna clase más jajajaja .-rió.- pero está claro que funcionó.- concluyó.-
-       Ya recibe clases Señor Morún, .- contestó Ana.-, está realizando un cursillo y sus prácticas las ha hecho conmigo.
-      Bueno, ¡¡los papeles son vuestros!! .-exclamó.- Empezaremos a rodar el corto en unos días. Aquí tenéis el glosario y lo que concierne a vuestros personajes. Hay diferencias con lo que me habéis presentado pero nada que no podáis abordar.
Se levantó de su asiento, nos dio la mano y se despidió de nosotras…..
-          ¿Pero quieres explicarme que está pasando? .- grité.-
-          Chusssssssssssssss, calla, espera … salgamos de aquí y te cuento .- contestó Ana .-

Bajamos, salimos de aquel portal y mis nervios estaban  a punto de hacerme estallar, a
flor de piel. Incluso lágrimas de rabia comenzaron a asomar por mis ojos. Me sentía engañada, cruelmente engañada, un treta retorcida que no podía entender. Pero quería saber, quería saber cómo lo había hecho todo.

-         Lo siento, lo siento Marta, de verdad que lo siento … ¿pero acaso no te alegra a ver conseguido esto? Por algo se empieza ….dijo.
-       Me utlizaste, utilizaste tus problemas, aquellos que tanto me preocupaban para reírte de mí ¿cómo has podido? Después de todo lo que has pasado, de lo que has sufrido ¿no te avergüenzas de ti misma? –contesté alteradísima.-
-      Es que… Marta, entiéndelo … .-y prosiguió.- Yo quería conseguir esto y no cesaba de intentarlo. Me enfadaba que tu hubieras claudicado y… ¿no recuerdas lo que me dijo el psicólogo? Me dijo y lo sabes que utilizara mi pasado de forma positiva, que intentara sacar algo bueno de todo aquel infierno. Pues bien, eso es lo que he hecho.
-          Has sido cruel Ana, muy cruel….. dije voz en grito.-Y, ¿Cómo lo has hecho? Te ayudaron Sara y Erik, ¿verdad?.  Ahora entiendo …. El maquillaje, la esteticien que trabaja en el Burguer y como sus estudios no son suficiente para encontrar un trabajo a fin con ellos se dedica a hacer cursillos relacionados …. ¡¡¡ qué buenas prácticas ha hecho contigo!!! Y qué bien has disimulado. ¿Cómo lo hiciste para grabarlo todo?, dime, ¿cómo?
-          Erik …. .- comenzó a explicar.- Recuerda trabaja en un taller de reparación de aparatos de vídeo y sonido. El día que vino a instalarnos el teléfono colocó las cámaras y al mismo tiempo se las ingenió para accionar grabaciones que él mismo había hecho con golpes y gritos y todo aquello que oías ….
-          Un momento …. ¿y la cama? Yo ví con mis propios ojos cómo se movía … .-pregunté.-
-          También fue Erik .. .- y continuó.- recuerda que te pedí que me sacaras de allí y que momentos después, encerradas en la cocina oímos como una puerta se cerraba. Fue él quien tras salir nosotras, se fue. Me dijiste que ibas a llamarle y te contesté que no le molestaras, que se había ido tarde.
Le pedí que me dejara sola. Se marchó. Me dirigí a un parque cercano y me senté en un banco. Después de mantenerme un rato con los ojos cerrados intentando poner mi mente en blanco. Desconecté durante unos segundos. Me encendí un cigarro y me puse a estudiar mi guión.

jueves, 8 de marzo de 2012

Sin retorno

             
             Había salido de la jaula porque quería tener un mayor contacto, pero las cosas se pusieron feas y  justo cuando la muerte entre las fauces de aquél  tiburón cobraba la mayor de las realidades, logró alcanzar las rejas e introducirse dentro justo en el momento en que la  jaula  ascendía guiada por el marino que esperaba en el barco ….
              La vida de Darío se había transformado de la noche a la mañana. Procedía de una familia muy adinerada, de alta clase social. El tiempo y las enfermedades se llevaron a sus familiares hacía un tiempo y era uno de esos solteros millonarios que podía permitirse todo lo que quisiera.  Ahora su existencia, se había convertido en un laberinto lleno de pasillos oscuros, arriesgados y peligrosos ….y eso, desde que conoció a Spash, quien en muy poco tiempo le introdujo en numerosas aventuras que a decir verdad, despertaron en Darío todo aquello que le hubiera gustado hacer y que por motivos varios, nunca se había atrevido. Spash se informaba, barajaba las posibilidades, las opciones, medía el peligro y calculaba como aumentarlo. Sabía perfectamente que Darío estaba dispuesto a todo y cada vez que le proponía algo, éste aceptaba entusiasmado. Spash era un cerebrito. Atesoraba tres carreras en su haber intelectual. La más extendida fue la de medicina, de la cual había realizado varias especialidades. Le apasionaban la aventura, las empresas arriesgadas, los retos que entrañaban peligro ….pero una enfermedad, le apartó de aquella vida de sobresaltos. Pasó a vivir aquellas aventuras de otra forma ….a través de Darío a quien le sobraba el dinero y podía costearse los gastos de inicio de cada aventura y el pago a Spash por sus investigaciones y preparación de aventuras. La relación de ambos se había convertido en un intercambio ….Spash amortizaba su inteligencia y Darío su aburrimiento.

Después de haberse librado por los pelos de ser manjar de tiburones, de salir de un safari salvaje a punto de ser devorado por una leona, de sobrevivir durante largo tiempo en la selva acompañado exclusivamente de sí mismo y sin ningún recurso, de solventar una peligrosa  situación entre traficantes y mafiosos … etc,  aquel planteamiento confuso de Spash de pasar una noche en la casa abandonada del monte que ya se había bautizado popularmente como “mansión sin retorno”, a Darío le pareció muy poca cosa, y pensó que tal vez, se trataba de alguna broma. Aunque Spash no estaba totalmente seguro de la seguridad en aquella experiencia y después de aconsejarle que esperara un poco más para intentar recabar más información y perfeccionar la aventura, éste decidió probar aquella experiencia. Aun así, decidió comprobar en propia esencia lo que Spash le contó de aquel lugar, fuera en serio o una de sus bromas, al fin y al cabo, era quien aportaba más alicientes a su vida.
Cuando la puerta con un chirrido inusual se cerró detrás de él nada más cruzar el umbral, Darío pensó que aquello en lugar de resultar peligroso y aterrador, pintaba la mar de divertido.
 Se quedó a oscuras. En aquella casa la electricidad estaba desahuciada pero por suerte, la luz que brindaba la luna llena podía colarse por entre las finas rendijas que dejaban las tablas clavadas para anular las ventanas. Entre curioso y desconcertado, se volvió sin mover los pies hacia esa puerta que se había cerrado sin su intervención.  Giró el pomo ….
-“No te molestes, no abrirá… necesitas la llave” – le susurró una voz de niña …
Darío volvió a girarse sorprendido por aquellas palabras y la imagen que se presentó en frente suya le hizo temblar.  Una figura luminosa y semitransparente, a través de la cual podía ver lo que había detrás, le miraba fijamente. Era una niña, de cabello oscuro y lacio, vestida con un camisón blanco rasgado salteado con manchas de lo que parecían restos de  sangre. Su cabeza estaba inclinada hacia atrás, pues su cuello presentaba un corte de enormes dimensiones y la mantenía unida a su cuerpo etéreo tan solo por unos centímetros. Sus ojos negros aparecían hundidos y rodeados de un surco oscuro que los hacía tenebrosos. La piel de su pálido rostro, mostraba heridas caducas. Antes de que él pudiera pronunciar palabra perdido en un escalofrío de terror, aquel espectro continuó….
-“Bienvenido al mundo de nunca salir, ni vivo ni muerto ….” – y una sonrisa macabra afloró de aquellos amoratados labios.
Las experiencias adquiridas de aquellas arriesgadas aventuras que anteriormente Spash le había propuesto y  en las que el terror de tener a la muerte pisándole los talones zafándose de ella en los últimos segundos….no le aportaban claves, ni pistas para poder orientarse en esta ocasión. No sabía qué le esperaba pero estaba claro que leones, tiburones, mafiosos, ríos inexcrutables, tribus caníbales,etc….pertenecían al mundo real, se combatían con armas o recursos reales, podías vencer, escapar o irremediablemente perder, perder la vida, a eso se exponía siempre, pero en ese momento, la aventura en la que se había embarcado se escapaba a la realidad, podía adivinar que aquel mundo … no pertenecía al de los vivos y sabía perfectamente que no estaba preparado para aquello pero su orgullo ….le impedía claudicar en la lucha aventurera.
-¿quién eres tú? ¿dónde  está la llave? ¿dónde estoy? -preguntó titubeando Darío-.
-Soy Mina, -contestó aquella aparición-. Un día vine aquí con mis amigas, nos escapamos una noche de verano hasta aquí. Ellas no se atrevieron a entrar, pero yo si. Mi atrevimiento me costó la vida y la muerte.  No podía imaginarme que una vez que esta puerta se hubiera cerrado tras de mi ….quedaría atrapada  y condenada por toda la eternidad. Alguien me habló de la llave, pero no pude alcanzarla. En esta casa el horror y el peligro aflora por cada rincón, a cada momento. Uno de esos rincones me hizo esto….¿lo ves? -dijo aquella niña agarrando su cabeza con las manos y moviéndola haciendo círculos-. Desde que estoy aquí, he visto entrar a muchas personas y ninguna ha vuelto a salir. Intenté ayudarles, darles pistas para encontrar la llave, pero muertos y vivos no hablamos  el mismo idioma …no descifraron ni tomaron en serio mis palabras, el horror, les pisaba los talones, vigilante y amenazador, procurándoles  sufrimiento, angustia y finalmente, la muerte. Quedaron atrapadas aquí, incluso después de su muerte, tal y como me sucedió a mí, tal como te  sucederá a ti. Intentaré ayudarte, pero ………
En aquel preciso instante ….una cadena de ruidos y sonidos inquietantes invadieron el lugar …
 -“¿ves?, continuó diciendo aquella niña espectral ….los habitantes de esta casa ya saben que estás aquí, ¡¡comienza el juego!!
-“¿el juego?¿qué juego?” dijo Darío con voz de desesperación
-“El  juego de …” ¡¡ vamos ven ¡! dijo el fantasma …. Aquí, en la cocina debe haber una linterna por algún lado. Necesitarás ver por donde andas, incluso como va ser el momento de tu muerte y el aspecto de tu asesino. No recuerdo que pasó con ella pero creo que fue aquí abajo donde la última persona que entró en la casa la perdió. ¡¡  Espera !!, quizá nos lo diga ella misma …..
Darío estaba aterrado, no podía creer lo que le estaba sucediendo ….” Teme a los vivos y no a los muertos …”- se repetía constantemente-, pero no podía vencer su miedo. Los continuos ruidos penetraban en su mente como una taladradora, haciendo que su corazón derramará lágrimas de horror. Se agarró la cabeza al mismo tiempo que encogía su cuello, cerró los ojos e intento recuperar el aliento y la serenidad. Cuando volvió a recuperar posición, con su cabeza ya erguida y sus ojos abiertos, comprobó que la niña había desaparecido, pero no tardó en verse asustado por otra aparición. Una mano ensangrentada emergió de la pared y segundos después ….el cuerpo al que iba unida. En esta ocasión, el espectro correspondía a una mujer adulta. Lucía una abertura en su tórax que cruzaba de lado a lado el tronco de su cuerpo.
-“¡¡ Mira, ahí !!, -le dijo aquel nuevo fantasma señalando un rincón de la estancia-, “ojalá te sea de ayuda  aunque para vencer a estas fuerzas malignas….te hará falta algo más. A mí me dio algo de seguridad en su momento, pero no me sirvió para escapar………….Busca la llave, es tú única opción para salir de aquí vivo. Está más a la vista de lo que puedas imaginar … pero es muy difícil llegar sin perder la vida, esta casa está llena de obstáculos y él acecha en cada rincón, oculto en la oscuridad. ”.
Darío miró en la dirección en la que aquella mujer  señalaba. Al fijar su mirada en aquel punto, una luz cuya intensidad se escondía en el hueco de los bajos de un mueble le desveló la ubicación de la linterna. De la misma forma que había aparecido, aquella mujer del otro mundo comenzó a hundirse en la pared y conforme iba desapareciendo……
-“¡¡Espera!! ¡¡ no te vayas por favor  !! gritó Darío.
-“Debo irme, el mal no debe enterarse de que intento ayudarte” .. pero no te preocupes, una vez que caigas entre sus garras o entre las de cualquiera de sus vasallos … nos veremos por toda la eternidad y ….me temo que eso sucederá muy pronto”-concluyó.- Y se hundió en la pared ….
Los sonidos y ruidos que venía escuchando desde hacía un rato pararon de repente. Por unos instantes Darío creyó que encontrar la llave no debía de ser tan difícil, y que aquello de las fuerzas malignas del que le habían hablado esa especie de almas etéreas no sería un impedimento.  Intentaban hacerle creer que algo o alguien del otro mundo podría acabar con su vida, pero él estaba seguro de que mientras estuviera vivo, aunque le rodearan esas fuerzas del otro lado, su vida no estaría en peligro, a no ser que el terror le produjera una parada cardíaca u otro fallo orgánico y que por muy aterradores que fueran a ser los momentos por pasar, lograría superar la situación. Así que … recordando programas y lecturas, llegó a la conclusión de que las amenazas del más allá se quedarían en eso, en amenazas y pensó que debía salir de aquel lugar para contarlo y demostrarle una vez más a Spash que era capaz de enfrentarse a todo lo que le propusiera y salir triunfante o al menos con la vida intacta como hasta entonces. Salió de aquella cocina destartalada, y con aire recompuesto y por pura curiosidad, volvió a girar el pomo de la puerta principal pero con media vuelta se dio cuenta de que en verdad, aquella salida, de momento, estaba descartada.
-“Ya te dije que es inútil … si no hay llave, no hay libertad. Debes comenzar a buscarla y encontrarla antes de que el mal te de alcance ….aunque me temo que será difícil, si la encuentras, él será más rápido, llegará al mismo tiempo que tú, pero con unos instantes de antelación, los suficientes como para robarte la vida. No quiero desanimarte, pero ya te dije que nadie lo ha conseguido de momento.” –dijo Mina que había vuelto a aparecer a su lado sin previo aviso-.
-“no me creo esa historia del mal, de almas malditas, ya no se escuchan ruidos ni percibo nada aterrador en estos momentos.”, contestó Darío y añadió:”debí equivocar a mis oídos debido a la confusión del momento”.
-“¿crees que el mal acabará contigo sin hacerte temblar antes?. Cuando creas que ya no pueden pasarte más cosas, cuando creas que ya has sufrido suficiente, cuando creas que el  miedo y el terror ha llegado al límite, cuando creas que estás a punto de alcanzar esa llave … …….aparecerá ante tus ojos, escucharás el horrible ruido de su arma asesina y creéme, no tendrás escapatoria, será la última imagen que veas antes de abandonar tu mundo vital”.- concluyó ella.
Tras unos momentos de silencio, en los que Darío intentó controlar sus emociones, aquella figura fantasmal le indicó el primer paso a dar con la mirada. La linterna enfocó, y ante los ojos de Darío una gran escalera, con algún escalón desaparecido, le invitaba a subir una altura más en aquella mansión. Pisó el primer escalón con tiento, despacio y aferrado a la desvencijada barandilla temiendo la inestabilidad de aquellos peldaños. Se suponía que debía moverse rápido, que no había tiempo, que debía encontrar esa llave cuanto antes,  pero tardaría mucho más si por ir con prisas, si por no ser precavido cayera desde media altura al piso de abajo. Mina ya le esperaba arriba, su ventaja como espíritu le permitía moverse en décimas de segundo. Cuando Darío llegó al piso de arriba, lo primero de lo que se percató gracias a su linterna, fue de un socavón impresionante en el que si hubiera caído, habría acabado de golpe y porrazo no en el piso de abajo, sino en el suelo del sótano mismo. Sorteó aquel enorme agujero pero a penas había espacio entre el final de la escalera y la pared frontal. Parecía como si le hubieran quitado al rellano unos cuántos metros cuadrados. De puntillas, apoyado en la barandilla por la espalada para no caer en aquél abismo. Enfocó en ambas direcciones y pudo observar como a cada lado, el espacio se ensanchaba y … comprobó  a la izquierda, un pasillo salteado de puertas ….a la derecha, otro tanto de lo mismo.
-“Tú sabes dónde está la llave Mina … ¿por dónde debo empezar? …- dijo el buscando a la niña con la mirada-.
-“Sí, sé dónde está, pero no puedo decírtelo …”, contestó ella.
-“Dijiste que me ayudarías …” exclamó él desconcertado
-“Dije que te ayudaría, y te ayudaré pero no puedo decirte dónde está, él se daría cuenta  y …. Intentaré señalarte el camino, guiar tus pasos pero … ¡¡oh no!! Ahora debo irme, lo siento .. ¡Por la izquierda, ve siempre por la izquierda.  ! Ya volveré …”- y desapareció entre las sombras.
Darío, de nuevo perplejo, comenzó a gritar irritado ..
                -Pues … ¿sabes qué, maldita Mina?, creo que eres una farsante, con ese juego de aparecer sin avisar y desaparecer de repente. Me dijiste que sabías donde estaba la llave, que me ayudarías …. Si se entera él dices …. ¿y qué si se entera? ¿qué más puede hacerte? … TE RECUERDO QUE YA ESTÁS MUERTAAAAAAA ¡!! Creo que mientes, ¡¡ no iré hacia la izquierda ¡!.
                Ahora, malhumorado se apresuró a adentrarse por el pasillo de la derecha. Observó que la primera puerta de la izquierda estaba entreabierta. Nada más dar tres pasos comenzó a escuchar un sonido extraño envuelto en el ambiente. Moviendo  su linterna en todas direcciones se percató de que por las paredes de aquel corredor resbalaban litros y litros de sangre ennegrecida . Como si manara lava de un volcán, aquél fluido fue abrasando las paredes hasta conquistar el suelo empezando por el final del pasillo. Darío vio horrorizado como a gran velocidad avanzaba hacia él. Quiso correr y volver hacia atrás, pero para su sorpresa, un muro se había alzado tras de sí, tapiando la salida hacia la escalera central. Se abalanzó sobre aquella primera puerta que había visto entreabierta justo antes de que aquél fluído abrasador alcanzara su cuerpo.
                Aquella sala resultó más oscura si cabe que el resto de estancias anteriores. Darío se había apostado a un lado de la puerta mirando hacia abajo temiendo que aquella sangre hirviente se colara por entre la rendija inferior. De pronto, se apartó de la pared esperando que la situación en esa habitación fuera la misma y que sus paredes comenzaran también a rezumar. Después de unos minutos, cuando vio que no sucedía nada e intentado recuperar la respiración comenzó a gritar de nuevo:
                -“¡¡ Mina, Mina …. ¿dónde te has metido? ayúdame por favor, siento lo que dije!!
                -“Tus disculpas no sirven de nada”, se oyó.
                Darío no reconoció a Mina en esa voz, lejos de ser dulce, aquello sonó a ultratumba. Cuando iba a levantar su linterna para localizar a quien le hablaba, el resplandor de otra figura espectral le deslumbró. Apareció de entre la oscuridad. Tembló de horror ..
                -“Mina no transita por este ala de la casa. Esto es el purgatorio. Aquí solo hay almas condenadas a sufrir por toda la eternidad, nunca saldrán de este infierno. Yo soy el guardián. Mina es un alma blanca, está condenada a no cruzar a la luz, pero tiene privilegios. Procura no enfadar al mal absoluto porque sabe que podría castigarla con un pasaje sin retorno a este sitio como destino.
                Darío no pudo evitar sentirse culpable, sus gritos de hacía un rato habían sido injustos para con aquella criatura que le recibió cuando llegó a la casa.
                -¡¡ Sólo quiero encontrar esa maldita llave!! ¡¡ Sólo quiero salir de aquí !!, exclamó desesperado.
                -La llave no se esconde en este lugar, debiste buscar en el otro ala de la casa como te aconsejó Mina. Ahora estás más perdido, será difícil que salgas de aquí …  jajajajajajajajaja jajajajajajajaja ¡¡ feliz infierno !! ¡¡ ya vienen a buscarte !! -gritó aquella figura- y como ya era costumbre para los ojos de Darío ….desapareció.
                Tras unos breves  instantes  envuelto en el silencio, a los oídos de Darío llegaron lejanos  lamentos que poco a poco fueron acercándose hasta resonar muy cerca de él. De pronto, de entre la oscuridad, unas enormes sombras deformes pretendían abalanzarse contra él, con lo que parecían brazos extendidos y escalofriantes garras. Unas gruesas cadenas cayeron ruidosa y estrepitosamente desde el techo quedando colgadas de él. Una de ellas era más fina y más clara, parecía ser novata en esa horrible sesión. Adivinó que aquello tenía pinta de ser una reserva a su nombre que le garantizaba una tortura lenta y desgarradora. Su rapidez mental le permitió intentar una vía de escape. Después de haber estado perdido en la selva anteriormente, se sentía entrenado. De un salto se encaramó a una de esas cadenas, a esa que desde el primer momento llamó su atención, se balanceó y cogiendo impulso apoyando sus pies en la pared y como si de una liana se tratara, atravesó la habitación. Recorrió unos metros en vuelo libre después de soltar la cadena y el temor, la angustia, la improvisada fuga y la falta de luz, le impidieron ver donde caía ….
                Con su caída, una fina barra de hierro se clavó en su muslo derecho y el resto de su cuerpo acabó  molido a golpes.
                -“¡¡ Mina, Mina !! , ¿ puedes oírme ? necesito ayuda …. ¡¡ por favor !!
 Cuando Darío, estremecido por el dolor de su pierna observó la avería, lejos de venirse abajo, apretó los dientes, se preparó y tiró de la barra que había invadido su cuerpo de un tirón para sufrirlo todo de una vez. Nada más deshacerse de ese visitante, la sangre comenzó a brotar de la herida a borbotones. El dolor era insoportable. Tenía que hacerse un torniquete pero no tenía ya fuerzas ni para arrancarse la ropa y utilizarla de primer auxilio. Cerca de él, los restos de unos cortinajes dorados descansaban en el suelo resaltando entre la oscuridad. Solo tenía que estirar la mano …. pero desfalleció.
Tras unos minutos, recupero la conciencia y abrió los ojos lentamente. Por unos instantes no supo reconocer donde se encontraba pero una voz que intentaba despertarle con desesperación logró hacer que volviera a su realidad …
-“Vamos Darío, ¡¡despierta!!, no hay tiempo, debes parar la sangre, yo no puedo ayudarte, no puedo tocar las cosas ni a las personas, soy aire …… -le dijo Mina-.
Darío reaccionó de inmediato. Agarró aquellas cortinas, rasgó un retal con la dimensión que creyó oportuna y lo amarró a su muslo. Logró ponerse de pie apoyándose en la pared.
-“Mina, ¿pero qué haces aquí?, el espectro que me habló hace un rato dijo que no  transitabas por este lado de la casa “ – recordó Darío-.
-“Ya no estás en aquél infierno … eres inteligente y arrojado, supiste encontrar la salida, observaste, pensaste, fuiste ágil ….y te acompañó la suerte. Y todo eso en a penas un par de minutos. Además, en esta ocasión fuiste hacia a la izquierda, eso abrió una posibilidad para poder salir. No quieras saber que te hubiera esperado en cualquier habitación del otro lado del pasillo”, contestó Mina-.
-“¿Quieres decir que logré salir de allí? ¿así de fácil? ….¡¡¡BIEN!!!, exclamó. Y prosiguió … “Gracias Mina, quizá no sea  mi inteligencia la culpable de mi escapada …. mis aventuras anteriores me ejercitaron, aprendí a sobrevivir, a observar, a arriesgar en lugar de esperar a que las cosas pasaran, he tenido y tengo un gran maestro, Spash”-relató. La verdad, es que la suerte me ha acompañado quizá más de lo que merezco …. Te pido que me perdones, fui muy injusto contigo, muchas gracias por venir”.
Y dime …. ahora ….ahora ¿dónde estamos?.
                -“Ahora estamos en la sala de tránsito … la estancia que separa el purgatorio del resto de la casa” dijo Mina
-“Creí que lo que separaba a ambos era el rellano de la escalera” contestó .
                -“Así es …, este es el rellano” afirmó ella
                Darío recapacitó unos segundos y se habló a sí mismo … ¡¡claro!!, por eso no había espacio en el rellano, aquellos metros  que parecía habérsele quitado a la casa …¡¡esta sala está oculta!!-
                -“¡¡Exacto!!, exclamó Mina … ya te he dicho que eres inteligente….”- Prosiguió-
                -“¿qué? ¿qué dices? ¿a qué te refieres Mina?”
                -“Olvidé decírtelo …. Puedo leer tu mente…y si, estuvimos al otro lado de esta pared, cuando subimos la escalera central. Esta sala no puede verse, sólo la ve, quien la conoce, quien sabe donde está y ahora ….quien ha caído en ella sin querer. Ya puedes ir hacia el ala izquierda. Yo te señalaré por donde entrar desde aquí”.
                Le hizo una seña para que le siguiera … y  mientras avanzaban, ella continuó:
-“Te deseo mucha suerte … ahora, las almas que encuentres  serán almas hijas del mal, fuertes, temibles, aterradoras. Te engañaran, con juegos y alucinaciones, te inyectarán esencia de terror, intentaran sin descanso mandarte al otro lado y una vez lo consigan, tratarán de enviarte para siempre al purgatorio, ese horrible infierno al que has entrado y del que has salido gracias a lo que ya te he dicho antes    Es casi imposible escapar a ellas, y si no escapas de ellas … tampoco encontrarás la llave. Procura estar atento, por cada horror que consigas vencer, una pista acerca del paradero de la llave te será desvelada, pero no es fácil descifrar esas claves. Ojalá seas el primero en poder salir de este mundo, de esta casa … Ahora debo marcharme otra vez, espero que lo entiendas ….. si me dejo ver junto a ti puede que acabe en el purgatorio. Pero si no puedes continuar .. llámame, ya te he dicho que puedo leer tu mente, grita con tu pensamiento ….intentaré encontrar la forma”. –concluyó.-
                De nuevo, Mina desapareció, se desvaneció.
                Darío abrió la puerta aparentemente invisible que le comunicaba con el pasillo en el que debía haber entrado cuando Mina se lo dijo la primera vez. Se quedó unos momentos  quieto, sin dar un solo paso,  dominado por un nuevo pensamiento. No sabía si los nervios, las apariciones de Mina, los aconteceres terribles vividos… hubieran hecho que el sonido de fondo que escuchaba le pasara desapercibido o realmente, era en ese mismo momento cuando se iniciaba. No se trataba de los iniciales ruidos que le asustaron al entrar en la casa, no .. Aquello era una melodía, encadenada por notas graves y resonantes. Parecía como si alguien estuviera jugando con él y quisiera aumentar sus temores poniéndole música acorde con la situación, que aumentara la tensión de los momentos por vivir como si de una película de terror se tratara.
                Respiró hondo, miró su pierna lastimada y se dijo así mismo que tenía que intentarlo, que tenía que lograrlo. Comenzó a caminar. Tenía que encontrar esa llave y si para ello debía escrutar cada rincón de aquella casa maldita pues lo haría. Tenía media docena de habitaciones por examinar pero no se planteó en ningún momento elegir. Si aplicaba los consejos de Mina, tres de ellas quedaban descartadas ….. “siempre por la izquierda”. Dio los primeros pasos dentro del corredor. De nuevo, algo le sorprendía. La primera puerta de su derecha se abrió dándole un nuevo sobresalto. Cuando se colocó delante de ella, pensando si debía entrar, una luz terriblemente cegadora le obligó a taparse los ojos con las palmas de sus manos  e incluso a dar un salto hacia atrás. Cuando se atrevió a  mirar de nuevo, observó cómo lo que parecían miles de llaves levitaban dando vueltas en un vórtice acelerado. Su mirada se acomodó a aquella luz y se preguntó si realmente alguna de esas llaves era la que buscaba pero … ¿cómo iba a averiguar cuál era? No podía discernir, contando que en verdad la llave fuera una de las que ahora giraban ….¿cuál elegir? ¿acaso la que abría la puerta a su libertad tenía una forma especial? Y si era así ¿qué forma tenía?. “Tiene que ser una trampa, no debo mirar, y irme a la izquierda…. siguió pensando. Pero perdido en el mar de dudas en el que le habían sumergido sus pensamientos, y como atraído por un imán o hipnotizado de forma incosciente, sumergió la mano en aquel abismo tanteando e intentando al mismo tiempo alcanzar una de las llaves. El efecto de atracción se hizo más fuerte y comenzó a tirar de él. Darío, estaba totalmente ausente, había perdido el dominio de sí mismo ….se dejó llevar involuntariamente. La voz de Mina retumbó en su mente … “jugarán contigo, jugarán contigo”, pero ya nada podía hacerle reaccionar.

                Un sonido estridente …. Piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii Piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii Piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii, provocó que Spash soltara una carcajada escandalosa.  A Darío también le alarmó, quien al abrir los ojos, lo único que pudo ver ante su mirada fueron los caracteres electrónicos que componían y que mostraban intermitentemente la frase:

GAME OVER…. TIME OUT ….TRY AGAIN

                Spash salió de la sala en la que se encontraba desde la que a través del espejo, había estado controlando gracias a sus conocimientos médicos y tecnológicos, los efectos producidos por la situación de riesgo adquirido durante la experiencia virtual en la que había embarcado a Darío como tantas otras veces. Le quitó aquel casco interestelar y todos los electrodos que había colocado en su cuerpo sin dejar de reir.

                -Esta vez …. No has optimizado tu tiempo …. Tendrás que probar de nuevo, pero no he guardado la partida jejeje. Supongo que querrás encontrar esa llave, tu orgullo es devastador, lo sé, pero debo decirte que, si vuelves a jugar, ya sabes, desde el principio. Nunca habías quedado fuera ….fuera de tiempo, siempre por los pelos pero ciertamente, era complicado. Espero que esto no sea un impedimento para cobrar mi nómina … es un buen videojuego jajajajajaja. Por cierto …. ¿te ha gustado mi F1?
                -Buffffffff.-contestó Darío.- ese comando de ayuda …. Mina, qué miedo me dio en su primera aparición.