domingo, 29 de mayo de 2011

Cambios


   Descubrió un pueblo en fiestas, repleto de gente deseosa de divertirse celebrando la festividad de su patrón. Las calles lucían repletas, niños y adultos compartían las aceras e incluso la carreteras a penas transitadas de aquella localidad. Vendedores de globos, artistas callejeros, charangas, pitonisas improvisadas que leían el futuro ….
   Había salido aquella tarde invadido por la desolación. Caminaba cabizbajo sorteando a la multitud, con la pena recorriendo sus entrañas y las garras de la soledad adheridas en su alma. Las lágrimas contenidas parecían no querer asomar en el balcón de su mirada temerosas de ser descubiertas … “los hombres no lloran” se repetía constantemente. La depresión que estaba atravesando pujaba con fuerza contra la medicación que recibía para combatirla.
   No recordaba que estaban en plenas fiestas patronales, en realidad, en su mente, tan solo se fraguaba un pensamiento que ahogaba su voz, controlaba sus oidos y limitaba su mirada. Ella, le había dejado ….
   No pudo evitar el deseo de refrescar su garganta, ya no era dueño de sí mismo, y detuvo su andadura para dialogar con unas copas de alcohol sentado a una de las pequeñas mesas y abrigado por la oscuridad de aquel antro. Ahogaré mis penas en los brazos ardientes del whiskey, pensó. No estaba acostumbrado, casi nunca bebía, así que los efectos de un sinfín de tragos mezclados con los antidepresivos que tomaba abrazaron su mente obligándola a dejar la realidad sin soltar de su mano su último billete …..….
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   Sus cavilaciones ahora embriagadas, le impidieron ver el camino que tomaba y después de un par de horas de vagar, cuando su mirada encontró una pequeña tregua, observó que una multitud concentrada le recibía ….. Quiso buscar un hueco despejado y después de avanzar hacia un claro a base de empujones, encontró el aire solitario que necesitaba. Había perdido el dominio de su caminar, sus venas emborrachadas y dopadas se habían adueñado de su cuerpo y de su mente confusa. Alguien le ofreció cobijo sin demasiada preocupación por su estado desapareciendo al minuto siguiente.
   Su nivel de embriaguez le impedía articular palabra y había encarcelado su pensamiento convirtiéndolo en una tortura de la que no podía escapar. “tienes que cambiar, tienes que cambiar y ella volverá”.
   Estaba perdido en la desorientación … avanzaba golpeándose con todo aquello que le rodeaba y le daba la sensación de estar caminando en círculos, dando vueltas y vueltas al mismo lugar, al igual que su atormentada mente. .
   A punto de esforzarse en liberar un grito comenzó a correr despavorido, cayendo y golpeándose mientras que ante su mirada esclavizada por el pensamiento comenzaban a pasar imágenes de su cuerpo sufriendo una metamorfosis continuada que variaba a cada instante. Sus piernas, arqueadas y cansadas, se estiraban para momentos después empequeñecer deformando su espigado cuerpo. Su cuidada cintura aumentaba hasta llegar al borde de la explosión, deshinchándose seguidamente sin quedar espacio para el aire que respiraba. Su rostro cambiaba primero desenfocándose, volviéndose borroso…. Después, la imagen se aclaraba desproporcionándose su nariz y su boca, comprimiendo y dilatando sus ojos para acabar por desfigurarse por completo, invadiéndole asi un sentimiento de oscuro terror. De vez en cuando, algunas personas se cruzaban en su odisea, experimentando sus mismos cambios pero ajenas al horror que él sentía. Y lejos de ayudarle, señalándole con el dedo, vociferaban y rompían a carcajadas mofándose de él y de todo lo que les rodeaba. Notó gravitar y verse así mismo volteado con la cabeza sobre el suelo y sus piernas caminando sobre el techo. Con cada cambio, él tocaba su cuerpo invadido por el terror. No podía eliminar esas imágenes de su mente, ni parar aquellos cambios que hacían que su sensaciones se retorcieran de terror. Con cada paso, su imagen variaba pero aquel recorrido que le atenazaba no terminaba nunca.
   Empezó a faltarle el aire, arcadas comenzaron a amenazarle y sin llegar al vaciado de estómago, el conglomerado de factores que invadían la situación le hicieron caer fulminado.
Despertó atacado por la agresividad del vómito. Unas palabras cálidas retumbaron en su hueca cabeza y notó como la dulzura de una mano se posaba en su frente intentando darle calor.
   - ¡¡ Necesito cambiar, necesito cambiar !! .. exclamó
   Cuando pudo abrir los ojos, sus pupilas encontraron la luz en la mirada de Sara….
   - Todavía soy A.A. en tu teléfono móvil …dijo Sara
   - ¿Sara ? ¿qué? ¿dónde estoy?, dijo susurrando él …
   El feriante, que no tenía escusa por haber dejado que un borracho se introdujera en su atracción, se deshacía en disculpas intentando que Sara no actuara en consecuencia.
   - Estás a la entrada de “la casa de los espejos”. LLegaste aquí desorientado, con un billete en la mano. Este avispado te dejó pasar y aprovechando tu estado no te devolvió ni el cambio….. Necesitas cambiar, pero no precisamente de esta manera. Tranquilo, eran solo espejos que se aliaron con tu variada sobredosis ……..

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