viernes, 6 de mayo de 2011

El libro




Los médicos le habían ordenado guardar reposo y tras varios soles encamada, empezaba a sentirse cansada y aburrida. Además llevaba una semana con aquellos terribles dolores de cabeza que noche tras noche impedían que sus sueños pudieran conciliarse y que día tras día acompañaban sus minutos atormentándola. La medicación no parecía hacer efecto. Aquella mañana se despertó con la sensación de que el dolor era menos intenso y su esperanza porque su cabeza le diera una tregua asomó por su mente. Aquél episodio de migrañas le había impedido dedicarse a la lectura, su pasión, por lo que además de sentirse atenazada por el dolor, el aburrimiento poblaba sus horas.
En la mesilla, permanecía el último libro que le habían regalado. Kristina le había dicho que se preparara para pasar miedo, que ya en el primer capítuloo, su mente comenzaría a sentir un ligero temor. Clara, se sumergía en las lecturas de tal forma, que siempre acababa sintiéndose la protagonista con un realismo exagerado. Siempre le había sucedido así, hasta el punto de que cuando leía, nada ni nadie podía distraerla ni sacarla de su personalidad de fantasía y una vez fuera de la lectura, seguía sintiéndose parte de la historia en su propia realidad. Estiró el brazo y recogió el libro que, desde hacía días, le esperaba dormido encima de aquella mesita, lo abrió después de observar con atención su tapa, y comenzó a leer.

“El cielo se había vestido aquella mañana de un azul intenso. No había nubes complementando su vestuario. El único adorno que portaba era un espléndido sol que a modo de broche, brillaba con gran intensidad y desprendía cálidas caricias. Las praderas se presentaban ante sus ojos con una hermosura extraordinaria. Las flores esparcidas compartiendo espacio con la hierba teñían de color el terreno por el que sus pies avanzaban. En el horizonte, podía distinguir una amplia gama de verdes, claros y oscuros que plantaban ante sus ojos un lienzo precioso. Los árboles se antojaban parada obligatoria ya que ofrecían esa sombra que después de una caminata bajo el sol, necesitaba su cuerpo. Sus ramas pobladas de colorido, atestadas de hojas y flores que después darían paso al fruto, conformaban un techo acogedor bajo el que descansar …. Los pajarillos, parecían tertuliar con sus innumerables cánticos y escalas de sonidos. De vez en cuando, mariposas revoloteaban cerca de ella, pudiendo apreciar la maravilla de sus naturales diseños, llenos de color y formas.
Se acomodó en el regazo del árbol más frondoso. Sus ramas, caían con belleza como queriendo alcanzar el suelo. Se descalzó poniendo así sus pies al dulce remojo del alivio. Abrió su pequeña mochila, y después de que con su mano explorara el interior, rescató su botellín de agua y una barrita de cereales, regando así la garganta y engañando a su estómago para que aguantara hasta la hora de comer. Saboreó, los frutos jugosos de un pequeño arbusto que había encontrado por el camino. En el abrazo de aquel paisaje su mente olvidó pensar y su alma sintió como un pequeño balanceo la mecía con ternura.
Justo cuando Morfeo se disponía con su lazo a adueñarse de su consciencia ….”

Clara, empezó a notar que el dolor de cabeza había aumentando y ni tan siquiera le había dado tiempo a leer el primer capítulo. Los párpados, castigados por el dolor frontal en su cabeza, comenzaban a pesar, haciendo que su lectura adquiriera gran dificultad. Sabía que llegados a ese punto, debía sumir la habitación en la oscuridad pero luchaba por terminar aquellas dos páginas que le dejarían en puertas del segundo capítulo del libro.

“ un dolor agudo en el estómago le sobresaltó, y espantó al dulce guía de los sueños dejando que la mente volviera a poner en marcha la maquinaria de pensar. Su cuerpo sufrió una convulsión impulsado por un profundo sentimiento de terror generado al notar una rayada dolorosa en su vientre. Abrazó su estómago queriendo mitigar el dolor y pasados unos cuántos segundos, se calmó. Intranquila, a la espera de que aquella calma durara, intentó serenarse, convenciéndose asimisma de que podía deberse a un cúmulo de gases de aquellos que de vez en cuando solían atacarle. Pensó en las bayas que había tomado, habría jurado que las conocía y que no entrañaban ningún peligro. Pronto empezó a notar que el tronco de aquel árbol que hasta ese momento había sido su respaldo, comenzaba a hacer mella en su zona lumbar iniciándose lentamente un dolor añadido. Quiso levantarse pero una nueva e intensa rayada se lo impidió, volviendo a envolver su estómago entre sus brazos. No pudo evitar emitir un grito causado por los dolores y la necesidad de desfogarse. Cuando volvió a calmarse, tomó entre sus dedos una de las bayas que había dejado sin comer para más tarde y la escudrinó con la intención de asegurarse, tanto de su acierto como de su posible error al arrancarlas de su madre y llevárselas a la boca. El dolor de espalda cobraba intensidad a pasos agigantados
y empezaba a notar como una fiesta macabra se urdía en sus entrañas. De nuevo, las ráfagas dolientes se convirtieron en horrendos gusanos que cavaban túneles en su interior. Pronto, su garganta se convirtió en una válvula de escape que brindaba libertad a su voz retorcida y encolerizada. Estaba angustiada. El paisaje dejó de embelesarla y su amarga mirada, buscaba con desespero ayuda en forma humana. Quiso levantarse y escapar del regazo de aquel árbol ……“

Clara, estaba sumergida totalmente en el papel de la protagonista de su historia, como acostumbraba. Su mundo había dejado de existir y ahora formaba parte de un maravilloso paraíso terrenal en que estaba viviendo momentos casi infernales e inconscientemente, su cuerpo expresaba con increíble exactitud todo aquello que dentro del libro estaba sucediendo y que ya en esos momentos, no sostenía en las manos sino que reposaba encima de sus rodillas puesto que el dolor de espalda de la mujer que sufría entre las frases, le había obligado a separarla de su acomodo.

“ Los dolores intermitentes en su vientre y su malestar intenso y continuo en la espalda, hicieron que a punto de ponerse erguida sobre sus pies volviera a caer retorcida de dolor, explotando con su trasero la botella de agua que había estado de pie apoyada en su pierna mientras descansaba. Intentó secarse con sus manos pero parecía como si toda el agua hubiera quedado atrapada entre su piel y sus pantalones. No pudo evitar gritar para llamar la atención de aquella silueta que apareció derepente seguramente alertada por sus contínuos alaridos… Había mantenido oprimidas en su puño el resto de bayas no ingeridas y abriéndolo con gesto de culpabilidad…….“.

De forma inconsciente, Clara comenzó chillar con más fuerza en su realidad y poseída por la protagonista del libro, y creyendo ver a aquel hombre que se acercaba a auxiliarla, repetía una y otra vez presa del dolor y de las lágrimas:- ¡¡¡ Han sido las bayas, han sido las bayas !!!.
- ¡¡¡ Tranquila, Clara !!! - espetó una voz ronca -. Esto es el colmo, ya es increíble que vivas con tanto realismo tus lecturas, pero que no logres discernir la realidad ….. Una cosa es que vivas el sufrimiento y las sensaciones de las palabras que lees, el sufrimiento que sientes es pura sugestión pero olvidarte de identificar tu realidad propia…… ¡¡ que estás de parto …… !!¿no te has dado cuenta de que has roto aguas ?

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