martes, 12 de abril de 2011

PRISIÓN


La consciencia abandonó sus sueños y cruzó el umbral hasta volver a la realidad. Intentó elevar sus párpados, pero éstos no le obedecieron. La oscuridad se convirtió en alimento de su ceguera. No sabía donde se encontraba y la confusión se adueñó en unos momentos de su mente. Su desorientación aumentó cuando sintió su incapacidad de movimiento. Su cuerpo entumecido se quejaba con rayadas de dolor. Intentaba mover sus extremidades pero sus esfuerzos resultaban inútiles. Notaba un fuerte dolor de cabeza y respirar, se le hacía una tarea difícil. Sentía un frío helador por cada rincón de su cuerpo. Intentó gritar, pero sus labios no podían despegarse y su voz se ahogaba encerrada en su boca. La angustia se apoderó de su alma en unos instantes. Se rindió ante su desorientación, y pulsando el eje de su mente, intentó recordar los momentos que antecedieron a su supuesto sueño presa de esa desesperación que busca un punto de luz por el que salir … Y comenzó a recordar los meses atrás …..
“Ana se había empeñado en salir del país antes. No estaba de acuerdo con aquel último atraco y de hecho se negó a participar. Dejó a Luis inmerso en esa nueva aventura, nunca había participado en el robo de un Banco. Los atracos á joyerías y otros varios, siempre los había planificado bien, pero esta vez se había asociado con dos novatos de los que ella desconfiaba. Decidió marcharse sola y esperarle allí donde fundara su nuevo hogar. El fruto de varios atracos a joyerías, tráfico de cuadros etc, etc, le harían vivir en un paraíso para el resto de sus días.
En el mismo día del atraco a mano armada, uno de sus compinches fue detenido. Se había quedado rezagado y afortunadamente para Luis y su otro compinche, la policía no pudo seguirles la pista y lograron escapar con el botín. Separaron sus caminos llevándose Luis todo el dinero sustraído. Consciente de que su camarada detenido acabaría por confesar, y que sus características físicas le hacían más fácil de reconocer, ya en su casa, dividió el dinero en tres partes iguales. Le constaba que la familia de su camarada detenido vivía de forma precaria y aquella porción del botín les solucionaría gran parte de su situación. Así pues, comenzó a maquinar el raparto. Cuando iba a ponerse en contacto con su compinche libre, las noticias le informaron de que había sido localizado. Había sido tiroteado cuando emprendió la huida con el fatal resultado de muerte. Pensó que no tardaría en caer como el resto y que había muchas posibilidades de que las cosas salieran mal, así que, pensando en un futuro probable, decidió esconder la parte de su amigo muerto en lugar seguro. Tomó lo que correspondía al camarada detenido e intentó hacérselo llegar a la familia pero a mitad del trámite, lograron atraparle. La policía logró recuperar dos tercios del botín. Luis insistía que su amigo muerto ya había cobrado lo suyo y que tan sólo él sabría donde lo había escondido. Las investigaciones policiales no pudieron dar con ese tercio del dinero que faltaba y lo que era aún mejor y más temía Luis, no pudieron involucrarle en ningún de los atracos que había realizado tiempo atrás y que habían quedado impunes. El camarada de Luis, compañero de prisión, falleció en la penitenciaría víctima de una puñalada por la confusión causada por una reyerta.
Hacía un par de meses que había salido de la cárcel. Su condena se había reducido por buen comportamiento y diversos atenuantes. Tres años pasó encarcelado. Durante su estancia en prisión, su madre había fallecido con la fortuna de ser el único heredero. Así que, cuando su pena caducó, salió con casa propia y una pequeña cantidad de dinero que su madre había atesorado durante años. Lo primero que hizo fue ponerse en contacto con Ana y lo logró. Ella le dio una serie de pautas que debía seguir para reencontrarse y compartir juntos aquel pequeño paraíso que la rodeaba. Había sido incluido en un plan de reintegración con el fin de reincorporarse a la sociedad, asistiendo a cursos y proporcionándole posibilidades para introducirse en el mundo laboral. Mientras el empleo no llegaba, vivió de su herencia ya que, las circunstancias no le concedieron la ayuda que recibían los expresidiarios. Salió bajo libertad vigilada. Durante un tiempo, estuvo vigilado noche y día. Siempre había un coche apostado enfrente de su casa que tan sólo se movía cuando él salía de su hogar. El cumplía con todo lo establecido pero no podía llevar a cabo sus planes.
Pasados unos meses desempeñando el trabajo que consiguió gracias al plan de reintegración, la policía le informó que su período de vigilancia había expirado y que podía vivir con toda libertad exceptuando la salida del país. Preguntó si eso le permitía pasar unos días con unos familiares en la montaña, para cambiar de aires y la respuesta fue positiva. Llevado por la emoción, cogió sus herramientas y subió a su habitación. Retiró su cama y comenzó a aporrear esa tarima que tan cuidadosamente había cerrado años atrás, hasta no dejar signos. Levantó unas cuántas tablillas y se introdujo en el doble suelo que recorría toda la extensión de la casa. Cuando volvió a salir, portaba una bolsa de basura.
Durante los días siguientes, y aprovechando su libertad sin vigilancia, pudo ponerse en contacto con antiguos colegas dedicados a la falsificación de documentos. Quería salir del país con otra identidad, pero para ello, primero debía ocuparse de su rostro. Localizó una clínica de cirugía estética de la que Ana le habló cuando salió de prisión y en la que encontró aquello que necesitaba. Numerosas ventajas que le venían como anillo al dedo. Podían hacer desaparecer sus numerosas cicatrices y con un pequeño trasplante de hueso reconstruirle su nariz sin grandes problemas. Habían aceptado como forma de pago un anticipo días antes de la operación y el resto el mismo día en el que la intervención se llevara a cabo. Con lo que le había quedado de la herencia de su madre, constituyó el anticipo, sabía que el dinero atesorado del robo no podía utilizarlo, sería su perdición pero confiaba en que si lo entregaba como pago del resto, no descubrirían su estafa hasta pasados unos días. Pensaba permanecer unos días escondido mientras su rostro se recuperaba y poder así completar sus documentos y eso, justificaría su salida de visita a sus familiares de la montaña. Durante los días previos a la operación Luis volvió a sentirse vigilado. Un coche sospechoso, se apostaba diariamente frente a su casa y le seguía a todas partes. Pensó que la policía había jugado con él haciéndole creer que le daban rienda suelta cuando en realidad esperaban al acecho por si el dinero que había desparecido en su tiempo volvía a sus manos o permanecía escondido cerca de él. Quizá, sus viajes a la clínica despertaron sospechas sobre una posible huida. Cuando se puso en contacto con el comisario, éste le afirmó que no estaban vigilándole pero que indagarían al intruso. La mañana que Luis observó a través de su ventana que la policía se llevaba al individuo que aguardaba en un vehículo frente a su casa, respiró profundo aliviado y dejó pasar unas horas antes de llamar para informarse.
La policía no le informó de nada, no le dio explicaciones, tan solo le dijeron que aquel individuo no le vigilaba a él.
Por fin había llegado el momento. Le había llamado el doctor que iba a practicar la intervención informándole que habían adelantado la operación una hora. Sabía que aquella operación marcaría un antes y un después y ya se sentía deseoso de comprobar los resultados. Llevaba toda su vida esperándolo, desde aquel accidente que le desfiguró cuando a penas era un niño, pero ahora tenía más razones, la libertad y la riqueza.
Cuando salió de casa aquella mañana, le tranquilizó comprobar que nadie se apostaba dentro de un coche vigilando sus movimientos. De sus hombros colgaba una mochila, donde presumiblemente, llevaba el dinero que debía pagar. Una vez llegó a la clínica, después de los rigores últimos antes de la intervención, traspasaron el área de recibimiento. Cruzaron un par de quirófanos modernos y bien dotados hasta llegar una pequeña sala. Allí, el médico que debía practicar la intervención se agachó queriendo enganchar algo del suelo ….”
- ¡¡ maldita sea !! ¿ que pasó después ?, no logro recordar ….¿cómo acabé aquí? ¿dónde estoy?.
El dolor en todo su cuerpo, sobre todo en la espalda y en la cabeza, empezaba a ser insoportable. La angustia de no saber, de no poder moverse y la falta de aire que respirar estaban a punto de hacerle perder el conocimiento. Entró en un estado de semi-inconsciencia y entre su tira y afloja, derepente, escuchó varias voces ….
- ¡¡¡ Debe estar aquí !!! Exclamó una voz …
Acto seguido se hizo la luz sobre Luis, que desconcertado observaba como tres rostros se asomaban para verle.
Le sacaron de aquella cámara frigorífica y lo tumbaron sobre la mesa en la que un rato antes se suponía le habían colocado para practicarle la intervención.
Le quitaron el trapo que amordazaba su boca y le cubrieron con una manta. Una ambulancia apareció minutos después, y tras momentos de dificultad para sacarlo de aquel sótano, lo trasladaron al hospital.

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- ¡¡ Ha tenido usted suerte !!, dijo el doctor, no les dio tiempo más que a extirparle un riñón.
Acto seguido, el inspector de policía decidió actuar ante el rostro atónito de Luis.
- Ha sido necesaria tu puesta en libertad para descubrir y esclarecer varios hechos. En primer lugar te diré, que gracias a ti, hemos pillado a estos médicos sin titulación y empezado a desgranar esta trama de tráfico de órganos. Las operaciones de cirujía estética eran una tapadera que había funcionado durante un tiempo. Tu amiga Ana se había olvidado de ti por completo en estos tres años. Disfrutaba de una vida lujosa y con un hombre que te había sustituido. Sabía de la actividad de esta clínica, y después de recomendártela a ti, se puso en contacto con ellos. Por suerte, una brigada de la policía secreta, llevaba tiempo detrás de este centro y cuando vieron que tú apareciste por allí, decidieron seguirte. Ellos eran quienes vigilaban tu casa estos días atrás. En esa Clínica iban a deshacerte como un puzzle. Si no hubieran adelantado una hora la operación, hubiéramos llegado a tiempo de salvar tu riñón. Cuando llegamos, al doctor avisado por la recepcionista, le dio tiempo a terminar de extraer tu riñón, guardarlo donde acostumbra y meterte en aquel arcón. Confiaba en que fuera una visita rutinaria, pero se equivocó. Sabían lo de tu dinero, pero no les importó, tus órganos era lo que realmente iban a aportarles unas cantidades interesantes y a Ana, el que no volvieras nunca más a reencontrarte con ella. Ya hemos hecho los trámites correspondientes que reclaman el patrimonio atesorado allí y fugado desde aquí y los necesarios para su deportación. Tenemos las pruebas necesarias para condenarte de nuevo. Ana y tú, tenéis muchas culpas que pagar, muchos robos sobre vuestras espaldas y además, hemos recuperado el dinero desaparecido. En cuanto a tu riñón, los médicos creen que podrá ser reimplantado de nuevo. Afortunadamente, en su oculta y delictiva actividad siempre fueron cuidadosos, presentando garantía con cada uno de sus órganos.

4 comentarios:

  1. Creo que un forense de la misma policia es quien le extirpo el riñon, a parte de atraparlo recuperar la pasta lo vacian, aki se masca la tragedia.
    Jijiji.
    ;)

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  2. jejeje, ¡¡¡ bien pudiera ser !!!, aquí hay mucho tomate ;) ¡¡ Saludos, Albert !!

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  3. ¡¡¡Y yo que pensaba ponerme pectorales!!!, besos reina, otra que va para el foro.

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  4. jajajaja.... ¿pectorales? anda que .... déjate, déjate que no creo que tengas ninguna necesidad. Gracias ... !!!!!

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