lunes, 28 de marzo de 2011

El precio del éxito -- Parte primera



    Cuando Álvaro echó mano del archivador de expedientes con casos pendientes de investigar, cerró los ojos y escogió una carpeta al azar. Dentro de ella aguardaba el asunto sobre el que su equipo de grabación de psicofonías y psicoimágenes debía indagar para incluirlo en su programa “El tunel hacia lo desconocido” que se emitía semanalmente y que él mismo dirigía.
Rafa, tomó la carpeta que su jefe le ofrecía y citó al resto de su equipo de investigación en la sala de reuniones esa misma tarde.
    - Bueno chicos, esto es lo que ha tocado esta vez. Se trata de un pequeño parador abandonado hace muchos años. Lleva tres declarado en ruinas, pero por el volumen de llamadas recibidas a nuestra redacción, correspondencia postal y correos electrónicos, el interior del edificio no debió morir ni con el paso del tiempo ni con los escombros de parte de sus paredes interiores derruidas. La historia de este pequeño hospedaje cuenta que, un invierno se hospedó en él un grupo de excursionistas que no calcularon que la noche les caería encima antes de llegar a su destino y que inesperadamente y para su posterior desgracia, les acogió. La leyenda dice, que el antiguo cocinero junto a dos de sus ayudantes, a los que habían despedido hacia unos meses ante el cierre del hospedaje, llevados por la locura y armados con los cuchillos de matarife que ellos mismos solían utilizar, fueron deshaciéndose uno a uno de todo el grupo. Desde entonces se tiene la creencia de que las almas de aquellos excursionistas, unas veces ríen, otras lloran e incluso en ocasiones, lanzan los alaridos que emitieron a manos de sus asesinos y qué estos, aparecen día a día para darles muerte representándose las escenas una y otra vez. La gente de los alrededores afirma en sus testimonios telefónicos y postales, que los ruidos son numerosos y que aunque el alumbrado eléctrico en el hotel esté anulado, se pueden observar luces a través de sus ventanas. Hablan de voces, masculinas y femeninas entremezcladas, que en ocasiones se transmiten por medio de gritos y lamentos y otras veces, en forma de carcajadas interminables. Tenemos fotografías que testigos de estos hechos nos ha enviado adjuntadas a sus correos y aunque ya sabemos que los trucos fotográficos hoy en día, son del dominio de cualquiera, nuestro trabajo en este caso es comprobar su autenticidad. Básicamente corresponden a la fachada del hotel, y en la mayoría de ellas, además de apreciarse el estado de ruindad del mismo, en algunas de sus ventanas, se aprecian lo que podríamos llamar sombras o espectros.
Rafa tomó las fotos y las fue pasando a sus compañeros.
    - Por supuesto, -siguió diciendo- debemos programar un viaje con todo nuestro equipo para ver lo que podemos sacar en claro, pero tenemos un problema, el Ayuntamiento de la zona no nos da permiso. El edificio como ya os he dicho, esta declarado en estado de ruina y hay peligro de derrumbamiento. Yo diría que tenemos dos opciones: hablar con Alvaro y comentarle esta circunstancia, con lo que se olvidará de este caso y nos asignará un nuevo trabajo, o simplemente, no ponerle al corriente del imprevisto, obviar la negativa del Ayuntamiento y entrar allí con todas las consecuencias. Ya lo hemos hecho otras veces, yo voto por ir y vosotros … ¿qué decís?
    - Si, ya lo hemos hecho otras veces Rafa, - dijo Juanjo- pero la última quedamos avisados. Hubo que pagar una buena multa y además, las consecuencias no fueron mayores porque tuvimos la gran suerte de que aquello resultara todo un éxito. Pero si las cosas hubieran salido mal, la cadena habría salido muy perjudicada. No sé, yo creo que deberíamos informar a Alvaro. ¿Qué más da?, hay cientos de expedientes por investigar. Yo voto NO.
    - Yo …-dijo Sara- te seguiré en lo que decidas, Rafa. Ya sabes que confío en ti plenamente. Si decides saltarte las normas, por algo será.
    - ¡¡ Bien !!, -interrumpió Rafa-, ya somos dos contra uno, me temo que tú Mario tienes la última palabra. En ti está el empate o la victoria del si. ¡¡ vamos habla !!!
Mario, haciéndose el importante, rompió a reir con una sonora carcajada.
    - jajajajaja, ¿tú qué crees que voy a decir?. Hay que darle emoción a la vida, ya sabes que soy el aventurero del equipo, me gusta correr riesgos. ¡¡¡ Vayamos a por esos fantasmas !!!
Instantes después, los tres miraron a Juanjo con rostros interrogantes e inquietos pensando que quizá él podría arruinar sus planes e informar a la dirección.
    - Vale, vale … dijo … Iremos los cuatro. Pero tenéis que prometerme que si el interior está muy maltrecho nos marcharemos.
    Al ver su escaso convencimiento, Rafa, mirando a Juanjo le dijo:
     -Además, no te preocupes. Sabes que en la competencia tenemos sitio. Recuerda todas las propuestas que hemos recibido para trabajar con ellos, con los del canal 23. Si Alvaro y el resto de la directiva nos descubre y nos despiden, no nos va a faltar empleo. Y además, quizá si esto sale bien pueda ser nuestra tarjeta de presentación al público en el otro canal.
    - Rafa, ya sabes que yo no puedo irme de aquí … dijo Juanjo.
   
    Juanjo conducía la furgoneta cargada de todo tipo de artilugios para grabar cualquier signo paranormal en la oscuridad. Iba pensativo, probablemente sintiendo que no debería haber aceptado al final. Pero ya era demasiado tarde, a penas faltaba media hora de camino. Rafa, Mario y Sara iban charlando y riendo emocionados por lo que desconocían que se iban a encontrar en aquel lugar. A veces, Juanjo tenía la impresión de que tramaban algo y que él mismo no entraba en sus planes. Unos metros antes de acceder al terreno que pertenecía a aquel pequeño albergue, dos hombres, junto a un automóvil viejo y con varios golpes, hablaban en la oscuridad de la noche. Rafa maldijo aquella compañía, no convenía que nadie les viera por allí. Confió en que aquellos hombres estuvieran a lo suyo pues tampoco prestaron atención cuando pasaron junto a ellos con el intermitente dado.
    La primera sorpresa que interiormente les hizo pensar que aquello podría tener éxito la encontraron en las luces del edificio. Cuando la furgoneta se acercaba al hotel observaron varias de sus ventanas que dejaban ver luces en el interior. Justo cuando el vehículo paró frente a lo que debió ser la puerta de entrada, todas aquellas luces se apagaron. Se miraron todos con una sonrisa entre emocionada y nerviosa y relegando la visión de la luz para más tarde, saltaron del vehículo con rapidez para ir sacando el abultado equipo.
    Una vez vaciaron la furgoneta, y con los focos de la misma encendidos para ver bien en la oscuridad de la noche, quedaron absortos observando como la puerta de entrada estaba tapiada cerrándoles el paso. Las ventanas del la planta baja también estaban cementadas. Con una linterna de alta potencia fueron rodeando el edificio buscando otra entrada pero todas las puertas que hallaron lucían de la misma forma, cerradas con cemento y ladrillos.
    De nuevo, frente al acceso principal observaron las ventanas luciendo iluminación. Buscaron con la mirada una que tuviera más fácil el acceso para así poder sustituir la puerta de bienvenida. Ninguna parecía estar a una altura razonable como para poder cargar el equipo e introducirse por ella. Desconcertados, tras unos minutos reflexionando, Sara observó una pequeña abertura enrejada en uno de los laterales.
    - ¡¡¡ Hey, mirad !!! -dijo- ese ventanuco debe dar al sótano. Vamos a ver que anchura tiene, a ver si podemos entrar por ahí.
    El grupo se acercó a la nueva esperanza que acababa de encontrar Sara. Retiraron una malla metálica que la cubría en primera instancia y tras deshacerse de ella, rompieron el cristal que hacía de ventana. Tenía la anchura necesaria como para poder introducir el equipo y pasar ellos mismos, así que, sus ojos se iluminaron y la emoción volvió a reflejarse en sus rostros.
    El sótano estaba oscuro. Una vez que los cuatro y todo el equipo de grabación estuvo dentro llegó la segunda dificultad a cubrir, encontrar el acceso al piso de entrada. Aquella sala estaba llena de trastos y escombros y la oscuridad dificultaba en gran medida la visibilidad y la orientación. Al fin, uno de ellos topó con la escalera que subía a la planta baja, faltaba algún escalón por lo que tuvieron que subirla no sin precaución. Curiosamente la puerta de acceso estaba abierta, desencajada y con algún agujero astillado en su base de madera. Cuando cruzaron el umbral unas cuántas risas se dejaron oír haciendo eco por todo el espacio casi abierto que la destrucción de las paredes había permitido. Pensaron en aquello como una fatalidad, pues el equipo todavía no estaba montado y sin duda hubiera sido una buena psicofonía, y a Rafa no le dio tiempo de poner en funcionamiento la pequeña cámara auxiliar que portaba.

    Después de otear la planta de entrada, se plantaron ante la escalera principal y absortos observaron como la silueta iluminada de una mujer bajaba los escalones elevada por encima de ellos. Detrás de ellas, cinco siluetas más bajaban levitando. Cuando llegaron al último escalón, sus gargantas emitieron un sobrecogedor alarido al mismo tiempo que su vestiduras blancas se vestían de sangre. Instantes después desaparecían. Emocionados e inmóviles por unos momentos, se miraron los unos a los otros hablándose con sus miradas y vaticinando por el brillo de sus ojos que aquél iba ser un éxito rotundo. Rafa lo había grabado todo y rebosaba de satisfacción. Afortunadamente, el diseño de la equitación técnica, y su sistema de propio abastecimiento y autonomía, permitía la ausencia de electricidad. Lo depositaron todo en el lugar que creyeron adecuado y una vez liberados del peso, con sus linternas pasaron a escudriñar la planta superior en busca de algún fenómeno paranormal y del lugar idóneo para instalar el equipo. Cuando llegaron al piso de arriba, el peligro se mostró de inmediato. La construcción estaba muy deteriorada, había socavones que les asomaban al piso de abajo, escombros de paredes derruidas, basura esparcida … Juanjo, que era el único que había acudido a aquél edificio encantado con reservas decidió bajar a montar el equipo allí donde lo habían dejado, puesto que era un lugar más seguro. El resto se quedó arriba examinando el terreno con los ojos bien abiertos por lo que podría llegar a manifestarse. Su capacidad para estar relajados ante posibles manifestaciones era extraordinaria. La susceptibilidad les brotaba a flor de piel pero podían ser capaces de, ante fenómenos extraños, permanecer con la más profunda serenidad. Estaban acostumbrados y además, su trabajo les apasionaba.

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