domingo, 20 de marzo de 2011

El sótano: Segunda Parte




Según la declaración tomada a mis tíos, mi tía Raquel, nombrada nuestra tutora y disponiendo de nuestra custodia por decisión de un Juez, había tramado con su compañero Jon una serie de infortunios a corto plazo para deshacerse también de nosotras y conseguir así adueñarse totalmente del edificio de mi abuelo, pues tras nuestra muerte, no teniendo nosotras otros familiares, heredaría la parte que correspondía a mi madre y que legítimamente nos pertenecía a Lara y a mí. En el interrogatorio de la policía, después de confesar su culpabilidad con todo detalle, dijeron que la gran cadena hostelera con la que estuvieron en contacto durante varios meses había propuesto comprarles el edificio a cambio de una cantidad desorbitada de dinero. Pensaban derruirlo con el fin de construir un complejo turístico de lujo. Mis padres se negaron en todo momento a vender, el valor sentimental y emocional de aquel edificio hecho negocio formaba parte de la tradición familiar y desde luego y sobre todo mi madre, quería seguirla. Así que, enloquecidos por la pérdida de aquella oportunidad decidieron hacerles desaparecer a manos de un mercenario y después ya se encargarían de nosotras. Ante la pregunta de por qué pasados 6 años, no habían seguido los planes ideados(afortunadamente para nosotras), contestaron sin ningún tipo de escrúpulo que fue la mala suerte la que, después de haber hecho el primer trabajo, o sea, deshacerse de mis padres, el comprador se echó atrás diciéndoles que había encontrado un emplazamiento mejor.
La noticia del asesinato y de la macabra maquinación de mis tíos resonó con gran fuerza tanto en el pueblo como fuera de él. Así pues, después de que los medios de comunicación se hicieran eco de nuestra desgracia, la siguiente sorpresa que nos visitó fue descubrir que teníamos un abuelo paterno del que ni Lara ni yo no teníamos constancia de que viviera y mucho menos, Raquel y Jon. Si lo hubieran sabido, probablemente habrían añadido una muerte más en su agenda asesina.
Cuando la justicia se hizo cargo de mis tíos y los servicios sociales abordaban nuestra situación, aquel hombre apareció reclamando una parentesco que hasta nosotras mismas pusimos en duda. Mi padre hablaba poco del abuelo, tan solo pequeños detalles de cuando él era pequeño. Mi hermana, con seis años más que yo, tampoco contaba con ventaja pues lo único que le habían contando es que su abuelo había muerto entre las olas del mar. Para nuestra sorpresa, presentó documentación legal y real que confirmaba su parentesco. Además, se le practicaron pruebas de ADN y todas ellas corroboraban sus intenciones, palabras y documentos. A nuestros ojos, era un completo desconocido y la idea de comenzar una nueva vida con él nos creaba inquietud e inseguridad pero al fin y al cabo, de no haber aparecido él, hubiéramos ido a parar a una casa de acogida. Probablemente alguien me hubiera adoptado separándome así de Lara, pues mi hermana, a punto de cumplir los 17 no entraba dentro de aquella circunstancia. Así pues, aceptamos aliviadas la decisión del sistema, que ante la clara evidencia otorgó nuestra custodia y tutela a nuestro recién estrenado abuelo.
Cuando entramos de nuevo en nuestra casa, el olor a libros nos impregnó sintiéndonos a pesar de todo lo acontecido, en nuestro hogar. Aquel hombre que nos acompañaba, minutos después de cruzar el umbral, inmóvil como una piedra y respirando profundamente con los ojos cerrados dijo: todo sigue igual … todos siguen aquí. Lara y yo nos miramos perplejas y ante nuestras miradas interrogatorias explicó: “me refiero a los libros, maravillosos compañeros de viaje”. El abuelo, acto seguido, dejó en el suelo un pequeño bolso de viaje que llevaba consigo y sin mediar palabra y como llevado por la atracción, se dirigió en primera instancia al sótano. La sala estaba precintada por la policía. Esperábamos que al día siguiente fueran a retirarla.
- ¡¡ Maldita sea !! dijo, tendré que esperar a mañana.
A la mañana siguiente desperté antes que Lara. Aturdida todavía por toda la situación me costó reaccionar. Después de vestirme con un chándal me fui a la cocina a desayunar con la esperanza de que nuestro nuevo tutor no se hubiera levantado todavía.
Mi nuevo tutor entró al poco tiempo.
- Buenos días, veo que ya te has levantado. Ha venido la medium que intervino en todo esto. Desea veros a ti y a tu hermana. Anda, despierta a Lara y después de desayunar bajad.
Lara todavía no había terminado el desayuno y como la espera me estaba poniendo nerviosa me adelante. Cuando bajé a la primera planta sorprendí a mi abuelo, a la medium y al padre de Erik en plena conversación.
- Me dijiste que asegurabas que mis padres allí donde fuera, estaban juntos ¿por qué ahora lo pones en duda? Interrumpí al escuchar las palabras de la medium …
- Oh, buenos días preciosa, dijo ella y se acercó a mí dándome un fuerte abrazo, ¿cómo te encuentras? ¿y tu hermana?, dijo
- Bien, estamos bien, pero contéstame por favor … ¿ qué sabes de mis padres ? ¿por qué ahora dices que no están juntos ?
Escuché el sonido que producen los pies al bajar escalones y la voz de mi hermana se hizo oir. Me giré para verla.
- Sandra, recuerda que el padre de Erik dijo a nuestros tíos que iban a reabrir el caso de la desaparición de papá y mamá aprovechando la presencia de Rosa, la medium que había resultado tan eficaz para la resolución de casos similares detallando la localización de personas desaparecidas o lamentablemente la de sus cuerpos. Supongo que querrás al igual que yo que nuestros padres sean enterrados y descansen en paz. Tanto el inspector como Rosa desean hablar con nosotras para ver si recordamos algo de los días anteriores en los que nuestros padres desaparecieron. Lo siento, pero ya sabía que iban a venir.
Bajamos todos al sótano, incluso mi abuelo y allí, sentados en las sillas que se utilizaban los días de lectura comenzamos nuestra andadura. Yo no podía recordar gran cosa, nada especial, tenía tan sólo cuatro años cuando perdía mis padres y solamente les hable de lo cariñosa que era mi madre y de lo que nos quería. Pero Lara sí tenía algo que contar, en aquél entonces tenía algo más de 10 y sus recuerdos fueron fundamentales para la investigación. Dijo que días antes de la desaparición de mis progenitores, mi padre que pasaba horas en el sótano dejó de frecuentarlo tanto para quedarse cerca de mi madre en la segunda planta.
- Creo que….. comenzó a explicar Lara, empezó a notar algo extraño porque un día hablando en la comida le preguntó a mi madre por aquel individuo que últimamente visitaba a diario la librería reduciendo la visita tan sólo a esa sección y que se interesaba tanto por como estaban clasificados los géneros y los tipos de lectura acercándose a menudo a mi madre y haciéndole continuas preguntas. “creo que quiere montar su propia librería, está tomando ideas” contestó mi madre.
- ¿y tu madre?, preguntó el padre de Erik, ¿notaste algún comportamiento fuera de lo normal?
- No, especial no pero quizá sí que le notaba a ratos ausente y preocupada pero enseguida volvía a su trabajo.
- ¿Recordáis el día que desaparecieron? Pregunto Rosa… como fue, a dónde fueron, si salieron juntos, si lo hicieron por separado.
Yo negué con la cabeza y me encogí de hombros. Miré a Lara quien reflexionó unos instantes escudriñando su memoria.
- Mi madre salió primero, estoy segura. No recuerdo bien pero dijo algo del banco, que tenía que hacer algún trámite. Raquel se quedó al cargo junto con mi padre del establecimiento, dijo.
Después de una pausa prosiguió diciendo Lara,
- Raquel le dijo a mi padre que fuera tras ella, que seguro su intervención sería necesaria para algo y que ella podría encargarse sin problema de la tienda. No había mucha clientela y la poca que había estaba reunida en la primera planta.
- ¿Recuerdas si ese día aquel extraño individuo pasó por la tienda? Preguntó Rosa.
Lara volvió a reflexionar … no, no lo recuerdo dijo.
- Muy bien, chicas, creo que por hoy es suficiente, dijo el inspector.
- Sí, seguiremos hablando mañana, dijo Rosa, lo habéis hecho muy bien preciosas.
Aquella noche me desperté de madrugada con una sensación extraña. Abrí los ojos rápidamente. No era un viaje nocturno, estaba bien despierta. A los pies de mi cama mi padre me sonreía tendiéndome su mano. Lejos de asustarme, me incorporé para ir hacia él pero se esfumó. Al instante le ví salir de la habitación haciéndome un gesto para que le siguiera. Me quedé muda pero la satisfacción de verle me hizo seguirle. Bajamos a la primera planta donde él permaneció unos instantes quieto. Reanudó sus pasos y sonriéndome de nuevo me invitó a bajar al sótano. Las luces se encendieron solas. Se giró de nuevo para mirarme y tras introducirse en el baño que días antes fue descubierto, se posó justo donde el cadáver de su asesino y del de mamá posaba cuando lo encontraron y con el rostro derrepente entristecido y negando con la cabeza desapareció.
- ¡¡ Pobrecita !! dijo Lara en voz baja para no despertarme creyendo que era otro de mis viajes sonámbulos. Me había seguido como normalmente lo hacía cuando sentía que me levantaba, con el fin de que no pudiera hacerme daño.
- No Lara, no estoy soñando, estoy bien despierta. Papá me ha traído hasta aquí, quiere decirme algo sobre el asesino, estoy segura. Lleva varios días visitándome por la noche. Y también mamá, pero ella siempre está sentada y tan sólo llora.
- Venga, vamos Sandra, tienes que descansar. Mañana hablaremos de esto con Rosa … ¿por qué no le dijiste nada ayer por la mañana?
Al cabo de una semana, Rosa y el inspector volvieron a casa pero esta vez, para traernos noticias.
- Bueno, tengo que deciros algo importante comenzó a explicar el padre de Erik, “Todavía esperamos las pruebas de identificación del cadáver que encontramos en el sótano. Sabéis que el estado de descomposición era avanzado e identificar de quien se trata es complicado. Sabemos que es el asesino y Rosa está intentando visualizar en estos días cómo fue todo comenzando por el principio. Se le ha vuelto a tomar declaración a tus tíos y Raquel nos ha contado que una vez se pusieron en contacto con él, el asesino se empeñó en frecuentar el establecimiento para espiar los movimientos de vuestros padres. En ningún momento aquel individuo mostró su rostro. En su primer encuentro, en un callejón en plena noche, el se presentó con un pasamontañas y las veces que frecuentaba la tienda, una aparatosa bufanda y unas oscuras gafas de sol cubrían su cara. Creemos que ese hombre era aquel por el que vuestro padre había preguntado a vuestra madre preocupado por sus visitas diarias y las continuas preguntas. Raquel dice que fue discreto, que jamás le preguntó nada a vuestra madre pero todo lo demás encaja. Aquel día, un instante después de que tu madre saliera, el asesino hizo un gesto a Raquel y salió del establecimiento. Abordó a vuestra madre por el camino. No sabemos como la convenció pero se fue con él. Todo fue muy rápido. Tu tía entonces insistió a tu padre para que fuera tras ella y cuando salió, les pilló caminando por delante de él.”
- Con estos datos, dijo Rosa, ya tengo por donde empezar. Sé que tus padres, allí donde estén, están separados. Lo siento, pero eso es lo que acierto a ver. A cada uno, algo le atormenta, pero me temo que no lo mismo.
- Pues averigua por qué, le pregunté, y proseguí, yo también estoy segura de que no están juntos.
A continuación le conté los episodios que había padecido varias noches atrás siguiendo a mi padre hasta el sótano y la visión continua de mi madre sentada en la habitación que yo estuviera. fuera cual fuera, llorando desconsoladamente.
- Además, creo que el abuelo también nota algo ¿no es así? Le pregunté mientras posaba mi mirada en sus ojos. Esas horas en el sótano sentado sin hacer absolutamente nada y en total concentración, con los ojos evidentemente emocionados a punto de echarse a derramar lágrimas significan algo.
Nuestro nuevo tutor, sintiéndose descubierto cruzó su mirada con la de Rosa y dijo.
- Ya veo que me has observado, Sandra. En verdad creo, que hay algo en ese sótano, pero no lo que aludes. La tristeza de haber perdido a mi hijo es lo que me invade allí, porque allí, fue donde sus asesinos celebraron su muerte.
Durante los día siguientes Rosa, visitó nuestras casa, especialmente el sótano. Su susceptibilidad le hizo sentir a mi madre y oir sus lloros pero hasta que no probó a quedarse una noche a dormir, no comprobó que la presencia de mi padre era cierta. La noche en que ella se quedó a dormir, lo hizo en mi habitación. Lara, que seguía durmiendo conmigo para vigilarme por las noches, cambió de alcoba aquel día. Rosa se metió en su cama y esperó.

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