miércoles, 23 de febrero de 2011

Presencia


   Aquella noche, enojada como acostumbraba a estar desde hacía unos meses, después de haber picoteado algo sin apenas tener hambre, Claudia entró en su habitación con la intención de aislarse en su mundo y descansar. Al abrir la puerta, un olor fétido entró por su nariz invadiendo incluso su estómago que le asestó un par de sacudidas que la llevaron al cuarto de baño:
- ¡¡ Mamá !! - exclamó, ¿qué diablos habéis hecho en mi habitación? ¡¡¡Huele fatal !!
- ¿en tu habitación?, nada hija ¿qué vamos a hacer? ¿huele mal dices? ….Su madre se acercó y prosiguió. “Ya sabes que esta habitación es la más calurosa de la casa, quizá el exceso de calor haya cargado el ambiente. Pero nada más, yo no huelo nada “.
Claudia, cerró la puerta con enfado y abrió la ventana de par en par esperando que aquella estancia se ventilara y le dejara respirar. Ciertamente, además de aquel podrido aroma, se notaba mucho calor. Pulsó el play y en unos segundos, Las Campanas del Infierno, impregnaron el ambiente. Después de unos minutos, cuando el aire parecía haber reciclado la atmósfera y antes de que algún vecino contiguo se quejara del volumen de la música cerró aquella ventana que, para su desgracia, daba al patio interior.. Inconscientemente esperaba la llegada de su tema favorito. Reconocía que Hells Bells y el resto, le ponían el vello de punta pero al igual que le sucedía con otros albumes y otras bandas, siempre había algún tema especial. Se quedó con las ganas, pues cuando el lector del Cd llegó a su canción ….. descubrió un tema imposible de escuchar. Sacó el disco, lo limpió, lo volvió a limpiar y con asombro, y por mucho que se esforzó en observar no pudo encontrar una sola marca que hubiera estropeado la pista. Curiosamente, era la única canción entre todas inaudible y con aquel último enojo terminó un día repleto de enfados. Decidió que quizá la almohada le ayudaría a relajarse pero se produjo el efecto contrario y comenzó a repasar la cadena de pequeñas malas fortunas que le habían rodeado durante toda la jornada.
Estaba claro que aquél no había sido su día sino más bien, todo lo contrario. Por la mañana, en el trayecto al instituto en medio de un paisaje nevado, había resbalado y caído al suelo y aunque no tuvo rotura ni golpe grave quedó con la espalda dolorida para el resto de la mañana. A primera hora, no pudo con el examen de Historia, se le había quedado la mente en blanco y no fue capaz de contestar a una sola pregunta así que firmó el folio limpio y salió de clase. Después del descanso para el almuerzo, el profesor de matemáticas le entregó un examen de recuperación corregido que había realizado la semana anterior con un Insuficiente enorme escrito con rotulador rojo, las mates le iban fatal. Por la tarde, su amiga le dio plantón sin explicación alguna y de vuelta a casa, en el camino, perdió un billete de diez euros. Luego vino el olor a estercolero en su habituación, su Cd rallado ……
Apagó la luz dispuesta a conciliar el sueño pero debía tener el día cruzado. Nada más acomodarse, la bombilla se encendió de nuevo --- ¡¡¡ maldita sea !!! -dijo, ¿también se ha estropeado el interruptor de la lámpara?. Con los nervios ya a punto de hacerle estallar en gritos, volvió a apagar la luz que esta vez no le contestó llevándole la contraria. Estuvo un rato dando vueltas entre las sábanas destapándose y resoplando de calor, le costaba dormir. Era cierto que aquella habitación se caldeaba en exceso y a pesar de haber tenido la ventana abierta momentos antes, el calor seguía acumulado. Al cabo de más o menos hora y media Claudia pudo viajar al mundo de los sueños.
Por la mañana, cuando saltó de la cama tras la llamada del despertador, la sorpresa nuevamente llegó a golpearle los sentidos. El desagradable olor que había encontrado por la noche había reaparecido y su pequeña lámpara de noche estaba encendida. El brazo le molestaba y cuando echó la vista al lugar donde le dolía, observó un arañazo de grandes dimensiones.
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Por la tarde, después de comer, Claudia se apresuró para realizar sus tareas. Había traído del instituto gran cantidad de trabajo que debia entregar completamente terminado al día siguiente. Antes de entrar en su habitación se giró para escuchar;:
- “Tu lámpara no está rota, Claudia”, dijo su padre, “la he estado revisando y está perfectamente. Seguro que te quedaste dormida y olvidaste apagarla”
- Y el olor al que te refieres -prosiguió su madre- ….no sé hija, será fruto de ese pequeño resfriado que tienes porque ni tu padre ni yo, lo percibimos.
Claudia se encogió de hombros y sin responder, dio media vuelta.
Al poner el primer pie dentro su habitación, volvió a ser asestada por el golpe de aquel olor tan desagradable que parecía haberse instalado en su mundo, pero además, en milésimas de segundos notó sobre su cuerpo una corriente de aire helado que movió hasta el más fino de los mechones de su larga melena. El miedo le dejó inmóvil y tras unos minutos, la luz de su lámpara se encendió con autonomía propia y desde su estantería, un Cd, decidió extender sus alas y salir volando, planeó durante unos segundo y cayó a sus pies …“Back in Black”.
Intentó mantenerse firme, al fin y al cabo, ya tenía unos años y debía mostrar sensatez. Debía ser cabal y si se esmeraba un poco podría encontrar una explicación real a todas aquellas sorpresas. Luchando contra sí misma, fingiendo tranquilidad, roció el aire de la habitación con un ambientador y apagó la luz de su pequeña lámpara. Cogió del suelo la caja del compact que se había roto, después el Cd y tras encajarlo todo como pudo, volvió a dejarlo en su lugar. Se sentó ante su mesa de estudio, sacó los libros y cuadernos de su mochila y se dispuso a trabajar. Siempre, hiciera lo que hiciera, la música de fondo se le hacía imprescindible así que, echó mano a la estantería y dubitativa, decidió señalar con los ojos cerrados. Cuando levantó sus párpados sonrió ….siempre era un placer escuchar a Zeppelin pero además, resultaba idóneo porque siendo un REMASTERED con buenísimos temas y teniendo en cuenta el antecedente ocurrido con AC/DC, no había lugar a esperar que su tema especial se rebelara negándose a sonar , puesto que todos y cada uno de los temas de aquel álbum le parecían especiales. Un gusanillo corroedor empezó a cavar en sus entrañas cuando ni una sola canción del aquel Cd, ni del que le acompañaba, (porque eran dos) pudo ser escuchado por sus oídos ni disfrutado por su alma. Claudia pronunció una frase repleta de palabras malsonantes y justo al terminarla, la luz de la mesilla comenzó de nuevo con su juego, y volvió a prenderse. Claudia comenzó a temblar pensando que ya aunque quisiera no podría encontrar explicaciones a todos aquellos fenómenos, cuando menos extraños como antes había concluido consigo misma. Dejó de un lado sus trabajos estudiantiles desconcertada y con temor a que las cosas se complicaran salió de su habitación.
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Claudia no entendía lo que sucedía pero se sentía incapaz de hacer partícipes a sus padres ni a nadie de aquello que le rondaba. Se imaginaba a sus progenitores y amigos incrédulos riéndose de ella o pensando que estaba enfermando mentalmente.
Aquella misma noche las cosas se complicaron, para ella fue terrible. Desde el primer momento en el que entró de nuevo en aquella escena de la que horas antes había huído se sintió totalmente acompañada y vigilada. Se introdujo entre las sábanas de su cómoda cama habituada ya al aroma indeseable y con la mirada puesta en su lamparita de noche esperando una réplica. Se acurrucó en posición fetal y aunque el calor era agobiante se cubrió totalmente con su ropa de cama. Se quedó dormida sin haber sentido ni visto nada fuera de lo normal, acompañada por su miedo, por la oscuridad por el silencio y por algo más que era incapaz de describir. De madrugada, le despertó el sonido monótono de la quinta cuerda de su guitarra. Se incorporó dirigiendo su mirada hacia el rincón que la acogía y de nuevo, la luz entró en juego que como queriendo ayudarle a ver el instrumento de seis cuerdas enfundado, se encendió como por artes mágicas. No daba crédito a lo que estaba oyendo. Quería salir de la cama pero no se atrevía y desesperada, como si se tratara de una niña pequeña comenzó a llamar a gritos a su madre, la cual acudió rápidamente.
-”¿qué sucede?, ¿qué te pasa? “ dijo su madre preocupada.
-shusssssssssss, y señalándole la guitarra le dijo Claudia ¡¡escucha !! ¿la oyes verdad?
- Oir qué, yo no oigo absolutamente nada - dijo su madre mientras miraba sin entender nada en la dirección que el dedo índice de su niña señalaba .
- Es la quinta, es la quinta cuerda la que vibra … ¡¡¡ mamá por dios !!! ¡¡¡ tienes que oirla !!!
Su madre pasó su mano por la frente de Claudia pensando que quizá tuviera fiebre y ésta le hiciera delirar pero la casera toma de temperatura resultó negativa.
-”Cálmate hija, todavía debes estar soñando, son pesadillas …”.dijo mientras abrazaba el tembloroso cuerpo de su hija. Se quedó con ella intentando calmarla hasta que Claudia, cansada de tanto sobresalto volvió a quedarse dormida.
Cuando despertó por la mañana se encontró con el mismo ambiente que venía siendo habitual desde hacía un par de días, Se observó detenidamente y la expresión de su cara al ver que durante la noche había perdido su pijama fue de total sorpresa. Su sueño ligero le permitía siempre ser consciente de lo que sucedía por la noche y no tenía ningún recuerdo de haberse quitado la ropa. Además en su brazo arañado la noche anterior, otra marca había aparecido haciéndole compañía. Claudia dejó escapar unas lágrimas como expresión de su estado de incomprensión y nervios.
-”Buenos días Claudia, ¿cómo te encuentras cariño?, ¿estás bien? las pesadillas te han atacado esta noche, menos mal que pudiste conciliar de nuevo el sueño “
Claudia asintió con la cabeza mirando a sus madre. En verdad, no estaba bien pero no quiso hablar del tema. Desayunó y después de una ducha salió de casa rumbo al instituto.
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Durante los días siguientes, Claudia apenas dormía y la falta de sueño junto con el estado de angustia que atravesaba hizo que no rindiera en sus estudios lo suficiente. Perdió el apetito y la disminución de alimento provocó una notable pérdida de peso. Sus padres empezaron a preocuparse pero no podían imaginar realmente lo que estaba sucediendo con su hija. Le preguntaban por si tenía problemas con sus amistades o en el instituto, indagaron y preguntaron e incluso pensaron en anorexia y otro tipo de enfermedades, pero jamás apuntaron su mirada hacia fenómenos extraños. La pesadilla con la guitarra, según la madre de Claudia, era un pequeño detalle que no tenía importancia, al fin y al cabo, tanto ella como el padre, desconocían el resto porque su hija, había optado por el silencio.
Cada noche, Claudia vivía un calvario. El horrible olor ambiental persistía aunque se ventilara la habitación, su música seguía estropeándose, su guitarra tomaba vida durante las madrugadas, la lámpara seguía decidiendo cuando debía haber luz y cuando no, el número de arañazos en su piel iba aumentando y aparecían en lugares donde ella no llegaba para poder hacérselos y la sensación de estar acompañada cada día que pasaba se acrecentaba más ….. luego vinieron los golpes nocturnos en la pared y la visión fugaz de alguna que otra sombra fuera de lo normal. Pero lo peor estaba por llegar, lo que más desesperó a Claudia sumiéndola en un estado profundo de terror estaba apunto de aparecer.
Su cama estaba arrimada a la pared por lo que pasaba la mayoría de las noches sentada sobre ella y acurrucada en el rincón con la sola protección del abrazo de su almohada. Escondía su cabeza entre sus brazos apoyados en las rodillas y procuraba taponar sus oídos para no poder ver ni oir. Pero el detector de sensaciones quedaba al descubierto y lo más terrible estaba ahí. Una noche, cuando ya estaba en postura Claudia volvió a notar aquella sensación de que un aire helado se posaba en su cuerpo. Notó esta vez como si le entrara por los pies y fuera recorriendo todo su cuerpo hasta llegar a la cabeza pero sin marcharse. Comenzó a temblar pensando que allí había algún final inminente y porque además, aquel aire helado permanecía ocupando cada rincón de su cuerpo. Después de unos instantes albergando ese frío polar, la misma sensación que había notado de entrada se repitió para ir saliendo. Su cuerpo recobró la temperatura pero cuando notó que un pequeño halo permanecía respirando en su cuello, rompió a llorar desconsoladamente. Aquella noche no logró pegar ojo. Esperó y esperó con la esperanza de que no quedara ni un resquicio de aquel soplo.
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Había pasado ya un mes desde que los primeros hechos extraordinarios se iniciaran y Claudia se había acostumbrado a vivir en el miedo, conviviendo cada noche, cada día, cada momento que pasaba en su habitación con aquel aliento pegado en su oído. A veces incluso creía que le seguía fuera de su cuarto. Durante aquellos días comenzó a maquinar en su cabeza que quizá estaba volviéndose loca, leía información sobre enfermedades mentales, centrándose sobre todo en los grados y tipos de la esquizofrenia pues encontraba en los síntomas similitudes con lo que ella estaba experimentando. En algunas ocasiones, buscaba dolencias que tuvieran que ver con las alucinaciones y con las autolesiones inconscientes porque la creencia de que lo que estaba viviendo eran inventos de su mente enfermiza iba cobrando cada vez más fuerza. Y todo esto desde el silencio, sufriendo la agonía en soledad.
Una tarde, dando un paseo por la ciudad, sus pasos le llevaron hasta un establecimiento esotérico donde se vendían libros, cartas del tarot, péndulos … todo tipo de artículos para explorar y experimentar los peligrosos y misteriosos caminos que las ciencias ocultas ofrecen. Salió de la tienda con las manos vacías o al menos eso pareció y con la mirada perdida, continuó su paseo por las calles sin rumbo fijo.
Aquella noche su madre le obligó a comer algo a la hora de la cena. Claudia sabía que debía hacerlo pues se había dado cuenta que a menor comida más debilidad sentía y menos fuerzas tenía para seguir luchando contra eso que fuera lo que fuera estaba dominando su cuerpo y su vida. Al mismo tiempo que cruzaba el umbral para entrar a su tortura, respiro profundamente y pasó con los ojos cerrados. Después de vestirse con su atavío de noche, apagó la luz y se sentó como acostumbraba preparándose para soportar que el aliento que le acompañaba actuara a través de su guitarra, golpeara su pared o jugara con la luz. La madrugada se adueñó de todo y cuando la obra teatral del terror levantó telón, Claudia se puso en pie sobre su colchón, se despojó de la almohada que recogía sus lágrimas y tragándose todos sus miedos exclamó:
¡¡¡¡ YA NO TE TENGO MIEDO, NO SE QUIEN ERES, PERO ESTA ES MI HABITACIÓN, MI CASA, MI VIDA, ESTE ES MI MUNDO, EL DE LOS VIVOS Y NO EL TUYO. VUELVE AL LUGAR DEL QUE VINISTE, AQUÍ NO TIENES NINGUN PODER, AQUÍ MANDO YO Y TE ORDENO QUE TE VAYAS!!!" "¡¡¡¡¡ MARCHATE AHORA !!!!!"
Los padres de Claudia acudieron a su habitación asustados al escuchar los gritos de su hija y al entrar, se interesaron por ella bajándola de la cama y preguntándole que pasaba entre abrazos llenos de cariño. Llevaban días muy preocupados por ella y la situación había llegado a un punto que los tenía devorados interiormente.
- No os preocupéis, gracias, estoy bien, dijo con la voz templada. Solo ha sido una más de mis pesadillas. Pero no temáis, espero que a partir de hoy no tenga ninguna más, esta tarde alguien me vendió un buen consejo sin cobrarme y creo que sabía de buena tinta lo que decía. Volved a la cama, vamos a dormir.
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Eran las ocho de la mañana cuando por todo el patio interior de aquella comunidad se empezó a escuchar rock con una voz femenina que haciendo un duo improvisado con el intérprete original, les cantaba a todos los vecin@s ….. "Let me put my love into you babe....."


 

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