martes, 22 de febrero de 2011

Fobia

Roberto, ya en la habitación donde Jorge quedaba ingresado, rodeado del personal sanitario que trabajaba con él en la clínica dijo:
- Todos sabemos que con una identificación a tiempo del problema y el tratamiento adecuado, se puede llevar una vida normal sin más necesidad que el control correspondiente. La falta de ambos puntos ha llevado al paciente a una fase avanzada por este motivo se ha hecho imprescindible su ingreso en este sanatorio. Veremos como reacciona al tratamiento, tengo muchas esperanzas y además me consta que el paciente va a ponerlo todo por su parte. Gracias a todos.”
Desde que era niño, Jorge había sufrido terrores nocturnos que le crearon estados de ansiedad y nerviosismo. Los pediatras decían que no había que darle mayor importancia, muchos niños los sufren durante una época pero luego, igual que vienen se van. En la adolescencia, aquellos problemas se transformaron en diversos trastornos del sueño que Jorge mantuvo en silencio y que gracias a la flor de la juventud fue superando poco a poco. Pero al llegar a la edad adulta, volvieron y la metamorfosis de sus problemas nocturnos tomó un cariz que a pasos de gigante y en los últimos tiempos había terminado por desequilibrarle, llevándole a un deterioro psíquico y físico difícil de sanar.


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Jorge vivía solo y no se le conocía familia alguna. Su casa, donde llevaba establecido muchos años, estaba en la parte antigua de la ciudad. En los últimos tiempos se había convertido en un temido personaje solitario y atormentado. Había dejado el tratamiento que el médico le había recetado contra la ansiedad y que a pesar de no ser suficiente por falta de identificación del grado del problema, impedía el avance de su dolencia. Su empeoramiento fue vertiginoso. Durante el día se encerraba en casa aislándose del mundo y tan sólo por la noche, se animaba a salir a la calle. El vecindario, con sus lenguas sucias e ignorantes hablaban de que el mismo demonio le tenía poseído. Sus amigos, hartos de no dejarse ayudar con sus continuas negativas y sus brotes psicóticos terminaron dejándolo de lado.
- “ ¡¡Tienes que ir al médico Jorge !!, no puedes seguir así “ le recordaba cada día Esther, la única vecina de la comunidad cuya sensatez no le permitía ignorarle. ¡¡ no debiste dejar el tratamiento, tu ansiedad te está dominando !! ”Seguro que hay una solución para esto, seguro que pueden ayudarte “ Además …. ¿te has mirado al espejo?, estás desmejorado, y cada día que pasa estás peor “
- “ ¡¡ Ni hablar !!, seguramente me tomen por loco y me encierren para siempre. O quizá quieran ingresarme en la unidad del sueño atiborrándome de somníferos y relajantes para estudiar el ritmo de mis sueños y mis sueños ….. son mi propia muerte.
- “ Creo que estás exagerando ¿no te parece?
- ¡¡ No, te lo parece a ti !!
- Pues si en verdad es tan grave, razón de más para que acudas a un especialista. Te estás devorando por dentro y en tus manos está llegar a tiempo. Dudo que tu muerte esté en tus sueños pero lo que es seguro es que tus estados físico y psíquico serán tus verdugos.
Esther, se negaba a dejarle en la lista de personas perdidas y sin solución. Tenía que aguantar los insultos del resto de vecinos que no entendían como se ofrecía a prestarle atención. Procuraba ver a Jorge todos los días y tristemente, comprobaba como día a día su estado de salud empeoraba y cómo seguía en su postura de no buscar ni aceptar ayuda.. En más de una ocasión, fuera la hora que fuera y temiendo por su vida, había ido a buscarle al parque, lugar que le recogía en sus momentos más duros. La situación se estaba desbordando. Las ojeras de Jorge habían borrado de su rostro ese atractivo que siempre le había caracterizado, había perdid peso, fuerzas y energías. Su cabeza se había habituado ya al dolor y su estómago cada día aparentaba estar más delicado. El estado de nervios y estrés sin tratar había empeorado su estado mental.
Aquel día, al caer la oscuridad, se había esforzado como otras noches en mantener sus ojos abiertos y la mente despejada pero el cansancio acumulado y la necesidad de reposo le vencieron. Cada noche en la que el sueño le vencía, sus viajes por el subconsciente se le antojaban terribles delirios dispuestos a llevarle a la demencia..
 Se había convertido en un@ de es@s chic@s de aquella saga de películas de terror, “Pesadilla en Elm Street” con la diferencia de que su miedo no lo creaba un ser con jersey a rayas, la piel quemada y afiladas cuchillas en lugar de dedos, lo ejecutaba la sombra del destino y en lugar de quitarle la vida de un plumazo como Freddy Kruger, el sino actuaba lentamente, le entrecortaba el aliento impidiéndole respirar, le alargaba la tortura cuando la salida se hacía visible y cuando la muerte le fundía con sus garras y el terror último se apoderaba de él, le devolvía a la consciencia derrepente dejándole sobrevivir en el trayecto onírico para ir muriendo atormentado con cada sueño por venir y con cada atisbo de vida. Así pues, aquella noche, de madrugada, en el primer descuido del ángel ejecutor que custodiaba sus pesadillas, levantó sus párpados cansados y salió de casa para que el aire de la noche le diera un respiro . No podía volver a dormir pues la muerte quizá fuera inminente. Encajando su rostro en el abrazo de sus extremidades superiores y peleando con la angustia a la que el monstruo que habitaba su mente le estaba sometiendo, se acomodó en aquel paraje bajo la luz de luna llena esperando sumergido en la consciencia la llegada del amanecer. Y así, en uno de los bancos que bordeaban el sendero, acompañado por el silencio y la oscuridad se adentró en las horas de la vigilia obligada por su tormento.. En su alacena mental, un pensamiento se había rebelado hacinando al resto en la cárcel del estante del olvido y en su corazón, un sentimiento de terror se nombró así mismo amo y señor sometiendo a los demás a su voluntad.
El helado y blanco invierno que meses atrás había recogido el testigo del ocre regazo del otoño, se acercaba ahora al fin de su travesía. La hermosa primavera vestida con sus mejores galas y engalanada con una dulce y floral fragancia, esperaba impaciente en su estación para tomar el relevo e inundarlo todo con su esencia. Era tal su impaciencia por tomar las riendas que aquél día lanzaba en forma de anticipo cintas irisadas y cálidas impregnando el ambiente de color y brillo haciéndolo realmente acogedor.
El camino del parque no era visible en su totalidad pues surcaba toda la extensión serpenteando y creando así una travesía natural extraordinariamente atractiva. Numerosos viandantes que paseaban animados por la belleza y el cálido abrazo de aquel regalo primaveral en plena recta final del invierno disfrutaban del milagro. Los setos que lo separaban del cuidado césped y de los árboles centenarios lucían con un verde especial. En el pequeño estanque, un grupo de ánades picoteaba migas de pan que los niños entre risas enviaban al agua y los pajarillos, revoloteaban entre los árboles contribuyendo con sus sonidos a que la melodía de la estampa fuera una hermosa sinfonía.
A Jorge, el amanecer le pasó desapercibido. Pasadas unas horas del bello acontecimiento y ajeno a la espléndida mañana que se había presentado, permanecía sentado casi en la misma postura con la que había dado las buenas noches a la luna. El mismo estado de histeria interna que le devoraba el alma, cegaba también su mirada con un manto negro de temor, ensordecía sus oídos con endiabladas voces y con amargos efluvios le privaba de los aromas a vida que se respiraban en el aire. Cuando levantó la cabeza su mirada se topó con la imagen de un motero aparcando su Harley en un mini parking a la entrada de aquel paraíso. El terror asomó en sus ojos cuando aquel diablo negro se le acercó. Se levantó del banco y de pie, inmovilizado por el horror, cerró fuertemente el puño. Frente a frente, cuando cruzaron sus miradas le escuchó decir “ha llegado tu hora” . Jorge, levantó el brazo y le asestó un golpe en el rostro antes de echar a correr por el sendero. La víctima de su puño corrió detrás de él intentando darle alcance mientras la sangre como en una cascada realizaba el salto desde su barbilla. Jorge corría evitando los márgenes del camino, pues los frondosos setos se le antojaban plantas vivientes que con sus finas garras pretendían asfixiarle.



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- Somnifobia, dijo Roberto, sin verle y estudiarle no puedo asegurarlo, pero juraría que se trata de Somnifobia.
- ¿Somnifobia?preguntó Esther … ¿puedes darme más detalles?
- La Somnifobia es el miedo persistente e injustificado a dormir por el temor del ensoñador a perder la vida durante el sueño, temor a no despertar, temor a dejar de respirar. Toman sus sueños como delirios terribles que en algunos casos consiguen llevarles a la locura. Su deterioro mental y físico es impresionante. Es una de las fobias más serias.
Esther, desde hacía días se mantenía en contacto con Roberto, buen amigo y buen profesional. Trabajaba en una clínica psiquiátrica y telefónicamente, él le había ido aportando pequeñas posibilidades, detalles e impresiones sobre la situación de Jorge solo por los síntomas que ella era capaz de describir. A Roberto, el caso le interesaba, y deseaba establecer un diagnóstico determinante a pesar de que, como ya le cometara a Esther, estaba casi seguro de la fobia que atormentaba a su vecino. Así pues aquella mañana se acercó a casa de Esther con el fin de aprovechar la circunstancia de su cercanía con la vivienda de Jorge e intentar hablar con él, aunque era consciente de que quizá no aceptaría.
Cuando Esther y Roberto llamaron al timbre nadie respondió. Ella golpeó la puerta y al mismo tiempo en alta voz dijo: “ soy yo Esther, ábreme Jorge por favor”. A ella, jamás le había dado con la puerta en las narices.
Ante el silencio como respuesta, Esther pensó en el parque y le dijo a Roberto que le siguiera, que estaba casi segura de donde encontrarle.
 
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Corría desesperado con la mirada fija en el horizonte buscando ansioso el final del camino. El sudor frío recorría su cuerpo empezando por su rostro. A la altura del estanque observó como los pequeños siervos del diablo que le pisaba los talones, que alimentaban con podridas entrañas un pequeño lago de lava se reían de él y sin mirar empujó al fuego líquido a dos de ellos … Echó la vista atrás para calcular la distancia que le separaba del gran demonio que ahora debía de estar más enfadado por haberse desecho de alguno de sus pequeños diablillos con la esperanza de que parase a recogerlos. Y así fue, el agredido motorista paró para ayudar a aquellos niños que derrepente se vieron apurados dentro del agua y a sus padres que intentando auxiliar a sus hijos y muy asustados se deshacían en chillos pidiendo a los paseantes que atrapasen a aquel desalmado. Jorge notaba como se quedaba sin aliento …..Sentía que se obstruía su garganta y el aire que respiraba pujaba formando un tapón que lo matenía alejado de sus pulmones. Ahora, además del innombrable, cientos de sus vasallos intentaban frenarle en su huída y el los empujaba hacia los lados con todas sus fuerzas. Miraba desesperado el final del camino en el horizonte pero cuando lo alcanzaba, una vez tras otra, con cada corte se compinchaba una curva burlona que le devolvía de nuevo a la senda. El sendero iba y venía, no tenía fin y Jorge con un nudo en la garganta sintió que no había sitio para el último respiro. Pequeños sonidos estridentes salían de entre las ramas de aquellos árboles que le observaban durante su carrera y con sus manos presionaba sus oídos para evitarles tal tortura. Sin cesar de correr, cerró los ojos temiendo su inminente muerte y en su desesperado último esfuerzo, chocó con una fuente de piedra que reinaba a la vera del camino. Rebotó golpeándose el cuerpo con la fortuna de librar la cabeza.
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Esther y Roberto llegaron a la entrada principal al mismo tiempo que lo hacía la policía. Una ambulancia había llegado con antelación, se la podía ver a lo lejos con las sirenas en modo visual. Ella preguntó qué era lo que sucedía a un agente que corría portando un Walky Talky en la mano pero no obtuvo respuesta. Una mujer que paseaba por allí ante el silencio del policía, le dijo: - un hombre que se ha vuelto loco, viene mucho por aquí pero nunca se había comportado de esta manera. Ha golpeado a una persona en la nariz simplemente porque le ha preguntado la hora, ha arrojado al agua a dos niños que reían dando de comer a los patos, se ha abierto paso por el camino emprendiéndola a golpes con los paseantes que intentaban pararle en su huida y al final, ha tenido un accidente, creo que se ha golpeado con algo y ha caído al suelo.“ Los nervios se apoderaron de Esther y mientras Roberto le acogía abrazando su cintura, ella hablaba consigo misma repitiéndose una y otra vez “por favor, por favor, que no sea él“ . Aceleraron el paso hacia aquel tumulto que podían discernir al fondo. Cuando llegaron al lugar donde Jorge permanecía tumbado, alegando con engaño que era un familiar acompañada de un médico le dejaron acercarse. Hundió sus rodillas en el suelo y se inclinó para acercarse a su cara. Jorge estaba consciente y al verla, con la voz temblorosa y entrecortada le dijo: “ no dejes que el ángel negro me robe el aire que respiro por favor, prometo seguir tu consejo y buscar y aceptar ayuda”. Esther, dejando escapar unas lágrimas por la emoción, le besó en la mejilla agarrando suavemente su cabeza y acercándose a su oído le contestó … “ no te preocupes, el ángel negro ha huido al enterarse de que vas a luchar por seguir respirando, por ganar la batalla “.
Los efectivos de la ambulancia la apartaron para subir la camilla al vehículo.
- Olvidé decirte una cosa… le dijo Roberto mientras observaban como se llevaban a Jorge, - esto me confirma el diagnóstico del que ya te había hablado.
- Tú dirás, contestó con temor

- La tercera fase ….cuando los delirios nocturnos se encuentran tan solos que aprietan y aprietan hasta lograr acompañarse de alucinaciones diurnas o en estado de vigilia. Esperemos que haya sido la primera, hay muchas esperanzas de que su tormento desaparezca en favor de la aparición de una nueva vida. No te preocupes, yo me encargo.

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